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'Los niños de Rusia': el filón de oro de la CIA en España

  • España acogió una de las operaciones de inteligencia más importantes de la Guerra Fría
  • Rafael Moreno publica la historia de la operación retorno de los 'Niños de la Guerra'
  • Entre 1956 y 1957 regresaron desde la URSS a la España de Franco unos 7.000 españoles
  • La CIA elaboró 2.000 informes de inteligencia tras interrogar a 1.800 repatriados

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Aspecto de la cubierta de buque ruso"Crimea" que llegó el 22 de octubre de 1956 a Valencia con 457 españoles repatriados de Rusia que conformaban la segunda expedición.
Aspecto de la cubierta de buque ruso"Crimea" que llegó el 22 de octubre de 1956 a Valencia con 457 españoles repatriados de Rusia que conformaban la segunda expedición.

Entre 1956 y 1960, cuando la escalada de tensión entre Estados Unidos y en la Unión Soviética se encontraba en el punto más álgido, la CIA desarrollaba en España “una de las operaciones de inteligencia más importantes de la historia de la Guerra Fría”, que le permitió obtener más de 2.000 informes de inteligencia con información relativa a cuestiones de vital importancia como misiles guiados, armas nucleares y aeronáutica militar.

Este fue el jugoso resultado del bautizado por la Agencia Central de Inteligencia como 'Proyecto Niños', que desarrolló durante cuatro años en España y que consistió en entrevistar a 1.800 repatriados españoles que acababan de retornar de la URSS, los llamados "Niños de la Guerra" de la Unión Soviética, quienes se convirtieron en un auténtico "filón de oro" para la inteligencia norteamericana. Aunque esta operación de la CIA sigue, 60 años después, sin estar reconocida oficialmente ni por parte española ni por parte estadounidense, el periodista Rafael Moreno Izquierdo ha conseguido confirmarla, desvelarla y reconstruirla en Los niños de Rusia. La verdadera historia de una operación retorno (Crítica, 600 páginas, 24,90€), que acaba de salir a la venta.

Se trata de un exhaustivo trabajo de investigación sobre la que fue la “repatriación más significativa de la Historia española” y un “fenómeno único mundial de repatriación en masa”, en palabras del propio Moreno Izquierdo, especialista en servicios de inteligencia y autor de El Servicio Vasco de Información (1936-1943) (2009) y La historia secreta de las bombas de Palomares (2016). La obra se centra precisamente en los detalles de "ese regreso, sus primeros años de estancia y qué hace el gobierno franquista para asimilarlos socialmente en el sistema", explica en una entrevista con RTVE.es el autor, que llegó a la historia a través del hilo de su interés por investigar el papel de la CIA al instalarse en España.

Así, profundizando y leyendo sobre el tema, el autor fue a parar con Cecilio Aguirre, uno de los alrededor de cien supervivientes de los "Niños de Rusia", cuyas vivencias, extrapolables, aportan el "lado humano" a su historia; mientras que el contacto con un alto oficial de la inteligencia española -que ha pedido permanecer en el anonimato- le ha ayudado a enfocar el libro desde el punto de vista de las amenazas de seguridad que el regreso podía suponer.

Un viaje de ida y vuelta

De los alrededor de 30.000 'Niños de la Guerra' que fueron evacuados de España por el Gobierno de la República durante la Guerra Civil española, se calcula que alrededor de 3.550, de entre 3 y 15 años, fueron enviados entre 1937 y 1938 a la Unión Soviética para alejarlos de los horrores de la contienda y los bombardeos. No obstante, en las seis expediciones de repatriación que se realizaron desde la URSS a España entre 1956 y 1957 regresaron alrededor de 7.000 españoles, de los que solo 2.895 serían realmente 'Niños de la Guerra' -aunque ya tenían de 23 a 35 años-, mientras que el resto, conocidos como los "mayores", eran dirigentes comunistas y militares y otro grupo de pilotos y marineros a los que el final de la contienda española les pilló en territorio ruso.

Según detalla Moreno, entre esos militares que retornaron había guerrilleros que habían destacado durante la Guerra Civil y que luego se habían alistado en el Ejército Rojo para combatir en la II Guerra Mundial, quienes, "curiosamente, pese a haber luchado dos veces en favor del régimen comunista, deciden volver en 1956 a la España de Franco".

Y es que, según este periodista y escritor, una de las cosas "sorprendentes" de este regreso es que se trataba de aquellos niños que habían sido "educados como la vanguardia de la revolución" y el "modelo de hombre comunista que iba a regresar a España cuando Franco cayera". No obstante, en un momento dado, "deciden abandonar todo el planteamiento ideológico por el vital y social y están dispuestos a regresar al 'demonio de la dictadura franquista' porque sienten que España era su patria", ya que, además, todos ellos habían sido educados en la lengua y la historia española, pues fueron evacuados acompañados de profesores.

De hecho, durante su investigación, el autor de Los niños de Rusia también ha podido dar respuesta a la primera pregunta que se planteó, de quién partió la idea de retornar a España y si fue Franco el interesado: "Fueron los propios niños los que decidieron regresar a la España de Franco y aprovecharon un momento de cambios políticos -la muerte de Stalin y la subida al poder de Nikita Kruschov, que intenta dar una imagen más abierta de la URSS- para presionar para que les dejaran salir de la Unión Soviética".

Entre las acciones de presión que emprendieron, organizan incluso manifestaciones y van cambiando periódicamente a los portavoces del colectivo porque "están preocupados porque podían ser detenidos por la KGB porque estaban haciendo algo considerado rebeldía y eso podía significar ir a campos de internamiento". Otras iniciativas que promovieron fue contactar con instituciones, como la Cruz Roja, y llamar a embajadas para forzar al Partido Comunista Soviético y luego al PCE para que autorizasen su salida.

Sacar provecho político

"Franco no presiona para que se produzca esta salida. Es más, mantengo que Franco no puede decir que no, pero sí intenta retrasarla hasta el extremo de que el primer barco zarpa rumba a España sin representantes del Gobierno español porque la gente, que ha vendido sus casas y sus enseres para partir, se le acumula a las autoridades soviéticas esperando a que salgan los barcos y empiezan a producirse tumultos", relata Moreno, que recuerda que tras la sexta expedición el Gobierno franquista cesó las repatriaciones masivas y ordenó que se realizaran con criterio individual.

Esas reticencias de Franco obedecían, según el autor, a que este regreso "en el fondo le planteaba un problema", aunque después cambia de actitud y acepta su admisión "porque se da cuenta de que le puede sacar provecho propagandístico". "Franco los utiliza para demostrar que España no es una dictadura y que recibe a sus ciudadanos y que es lo suficientemente abierto y humanitario que va a permitirles vivir libremente y que se muevan y encuentren trabajo", sostiene.

También el Partido Comunista Español, que al principio estaba en contra de ese retorno por suponer "una derrota importante", ve el modo de sacar "provecho" de estas repatriaciones, añade Moreno Izquierdo, pues justo en el año 1956 cambia su estrategia y abandona la guerra armada de las guerrillas por la infiltración en la España de Franco, en universidades, sindicatos y empresas, para cambiar el régimen desde dentro.

Los niños de Rusia. La verdadera historia de una operación retorno también indaga en cómo el Gobierno franquista, a través de las fuerzas de seguridad, mantuvo un seguimiento de esa "masa de personas educadas en el Marxismo que representaban una amenaza", aunque se establece una especie de "acuerdo tácito" de que "no sufrirán represalias mientras no se metan en política". En los casos en los que se descubrió la colaboración con los comunistas, "las represiones fueron durísimas".

Investigación de la CIA

Franco, que en esos momentos buscaba acercarse a Washington, no tuvo ningún reparo en facilitar que la CIA se entrevistase con 1.800 de los niños repatriados para sonsacarles información respecto a la Unión Soviética en un momento en el que el Telón de Acero era "hermético". "La CIA no tenía acceso a gente que hubiera vivido realmente en las ciudades y trabajado en las fábricas soviéticas y en sus principales infraestructuras, con lo que era información muy valiosa", dice el autor.

Solo por los medios -un centenar de agentes de la CIA- y el tiempo empleado -cuatro años- en el 'Proyecto Niños', se puede hablar de “una de las operaciones de inteligencia más importantes de la historia de la Guerra Fría”. "Los analistas de la CIA dedicaban una semana entera a preparar el interrogatorio de cada uno de los retornados y luego se entrenaba a los interrogadores españoles. Los cuestionarios estaban dirigidos porque ya tenían la información de las primeras entrevistas de la policía española y si sabían que, si habían vivido en determinada ciudad, debían saber que allí había una presa o una fábrica determinada. En la Embajada de España llega a haber un centro de datos de la URSS de los más sofisticados en el que incluso traían botes con líquidos de combustibles de misiles para que reconocieran olores concretos", relata Moreno sobre esta operación que también permitía entender cómo funcionaba la URSS en las cuestiones más básicas.

No obstante, la KGB, que temía que pudiese ocurrir esto, también había tomado sus medidas de precaución y no había autorizado el retorno a España de las personas encargadas de los "trabajos secretos". E, incluso, había mandado a sus propios espías para que regresasen a Rusia y les contasen qué hacía la CIA en España.

Aparte de esos casos concretos de confidentes de la KGB, hubo otra parte de repatriados, los inadaptados, que decidieron regresar a Rusia por otros razones, como la falta de compatibilidad con sus familiares, por falta de condiciones de vida aceptables o por una "añoranza sentimental" de lo que habían dejado en la URSS. En total se calcula que para finales de 1957, habían regresado a la Unión Soviética unas 388 personas, un 14,5% del total de retornados, "un porcentaje relativamente pequeño".

Entre aquellos que se quedaron, Cecilio Aguirre, ve ahora publicada su historia. "Lo ha leído y mi mayor preocupación era ver si la historia era la real y si se sentía reflejado, y me ha dicho que sí. A él le gusta que esto sea un homenaje pero no una reivindicación porque dice que ha vivido su vida y tomado sus opciones y no se arrepiente de nada. Para ellos lo importante es el futuro pero sí que les gusta que se conozca su pasado", concluye el responsable de rescatar su memoria del olvido.

Cuadro con las expediciones de los retornados de Rusia. EDITORIAL CRÍTICA