Milán ensalza la sencillez frente al artificio
- Giorgio Armani da protagonismo a las texturas y los tonos tranquilos
- Ferragamo y Zegna rejuvenecen sus firmas sin estridencias
- Versace se prepara para vivir un nostálgico revival
- Missoni, Jil Sander y Bottega Veneta se trasladan a París
Giorgio Armani se siente muy orgulloso de su casa, de sus talleres, de sus modistas, de su trabajo. Por eso su pasarela ha estado presidida por un enorme letrero en el que se podía leer: "Made in Armani", lastima que no estuviera escrito en italiano, para potenciar las armas de la industria de la moda: la artesanía y la calidad.
Pero el diseñador vende mucho fuera de sus fronteras y sabe que el inglés es, hoy, el idioma del dinero. Su colección es, de nuevo, un jarro de agua fresca en la acalorada pasarela milanesa. Las prendas hablan de un interesante choque entre los códigos de la sastrería europea y los códigos de la vestimenta tradicional oriental.
Las chaquetas de dos botones se aferran con elegancia al cuerpo, cuerpos de hombre y no de niño, y destacan las que van cruzadas - abrazando- con solapas líquidas, fluidas y gráciles El cuello mao se extiende por todo tipo de prendas y en contraste vemos una cazadora biker en un blanco tranquilo, otro ejemplo de ese choque cultural.
Los tonos tranquilos de azul y gris y los blancos marcan una propuesta muy tranquila en la que el punto aporta una calida caricia mate que choca - de nuevo- con las texturas metalizadas que vienen del otro lado el planeta siguiendo la ruta de la seda. Llaman la atención pinceladas de rosa y violeta en distinos tonos, siempre al servicio del tejido porque toda la colección da protagonismo a las texturas que son el punto de partida de las prendas.
Es gran revolución, silenciosa, lenta y potente. La moda masculina está en un proceso de cambio abriendo unas puertas y cerrando otras, adoptando nuevos códigos y enterrando otros. Milán no es quizá la pasarela más indicada para tomar el pulso a las tendencias masculinas pero sí podemos tomar nota de algunas de las colecciones presentadas.
En la capital de la moda italiana no todo es logo y marquismo, también es confección exquisita, lujo interior y costura. Versace, Dolce&Gabbana, Prada y Dirk Bikkembergs – que traslada el brutalismo arquitectónico a su colección- insisten en colecciones de fuerte carga estética con estampados imposibles en prendas que parece que solo sirven como lienzo o pared para ‘vomitar’ un graffiti.
Luego está el efecto Vetements: hacer prendas bonitas y mezclarlas de forma horrorosa para llamar la atención. Como lo que ha hecho Fendi, firma que además apuesta por los tejidos transparentes y los pantalones de talle alto, incluso con tirantes como los llevaba Steve Urkel.
Firmas que seguramente pasarían desapercibidas si se impusiera el minimalismo, el tono liso, el patrón sencillo, el lujo del tejido y no del logo. Hay marcas que tienen como meta vestir a estrellas del deporte, la música o el cine para que ‘influyan’ en esas generaciones sin neuronas que no tienen hambre de moda sino de ropa y solo logran alejarse de la realidad.
Otras, sin embargo, trabajan para proponer, temporada tras temporada una tendencia nueva o el desarrollo de la anterior, pero también para renovar con elegancia y cambiar con pequeños detalles el armario masculino.
Resulta curioso como las casas de moda que considerábamos clásicas se han volcado en rejuvenecer sus colecciones sin recurrir al disfraz, a la prenda efímera o al complemento que solo busca tener ‘likes’ en las redes sociales. Salvatore Ferragamo, Ermenegildo Zegna o Giorgio Armani son más modernas –palabra que tenemos que redefinir cada día- que muchas de sus compañeras de calendario.
Hoy, el clasicismo es la vanguardia.
En Milán hemos visto una clara apuesta por la naturalidad, por la comodidad, y sobre todo por la búsqueda de la perfección en el patrón, intentado llegar a la esencia de la prenda eliminando lo superfluo, el ornamento. El show deja paso al desfile, y la pasarela vuelve a ser un espacio para la moda no para el evento. Aunque, hay excepciones, y es el cliente quien decide qué quiere pescar en el revuelto mar de las tendencias, un mar contaminado por la vulgaridad.
Las ganas por tener, el impulso por comprar y la necesidad de mostrar – y mostrarse- a los demás se reduce a un único sentimiento: el deseo. Y sobre ese apetito voraz versa la colección de Dsquared2 que se inspira en la estética de la película Querelle de Rainer Werner Fassbinder (1982).
Sus modelos, caracterizados como el personaje que interpretó Brad Davis, intentan ‘ligar’ desde la pasarela con prendas sensuales, como las camisetas blancas de tirantes decoradas con pequeñas chorreras, camisas estampadas de tejidos ligeros y pantalones y gorras de cuero negro.
Las hebillas de los cinturones ochenteros sirven de broche para atarse pañuelos al cuello o para decorar, con mal gusto, prendas de punto o cazadoras de flores tropicales.
Donatella Versace es consciente del resurgir que va a experimentar su casa cuando se estrene la serie que se está rodando sobre el asesinato de su hermano Gianni, el 15 de julio de 1997. Se cumplen 20 años de la tragedia y pronto comenzará la ‘versacemanía’.
La diseñadora, a la que interpretará Penélope Cruz, ya ha comenzado a revisar el legado de Gianni y está reinterpretando, y actualizando, prendas icónicas, sobre todo las camisas estampadas que ahora se muestran irresistibles para nostálgicos y fieles a la casa de la medusa.
Prada deja de lado el feísmo que tanto daño a hecho a la casa para reconducir su aguja y centrarse en colecciones menos tremendistas y más fáciles de llevar. Ahora lanza prendas más digeribles y lo hace con guiños al cómic, a los códigos futuristas de estilo retro y a la estética rockabilly (algunas recuerdan a las vistas en colecciones pasadas de Raf Simons, Kris Van Assche o Jonathan Anderson).
El mono es la pieza estrella y también los pantalones de cintura alta que se combinan con polos años 50, prendas que contrastan con abrigos invernales que Miuccia Prada propone llevar con bermudas cortas y calcetines largos. ¡Terrible!
Salvatore Ferragamo es otro cantar, es poesía frente al regetón. La casa mantiene camisas de estilo pijama y sutiles detalles deportivos en prendas realizadas en tejidos nobles y confortables, como el ante perforado y el punto de verano.
La vida y la fuerza del mar inspira la propuesta, tanto en la paleta cromática como en las texturas, a veces con destellos brillantes que recuerdan a los reflejos del polvo de conchas de la arena. Vemos tejidos esponjosos pero también otros más potentes y opacos como el terciopelo o la pana, siempre trabajados para que sean suaves al tacto.
Destaca el uso del tejido de toalla, divertido y cómodo, que acentúa una estética retro –un tanto sesentera- que se suaviza con una paleta de tonos amables de las culturas y los paisajes mediterráneos que trasmiten sensaciones y emociones.
Lo artificial deja paso a lo genuino y la pose se cambia por un momento de intimidad, con los ojos cerrados, para sentir la nobleza de la prenda. Ahí reside el nuevo lujo. El auténtico lujo.
Francesco Risso, el nuevo director creativo de Marni, se inspira en ese niño que todo hombre lleva dentro y que, de vez en cuando, deja salir. Y con inocencia y libertad ha creado una colección que parece ser fruto de la improvisación o de un juego. Destacan la superposición de camisas y las prendas sin género que sirven como medio de expresión a una generación que todavía no está por definir. Sin duda, una de las mejores colecciones presentadas esta pasarela.
Ermenegildo Zegna también estrena diseñador. Alessandro Sartori debuta con una colección refrescante, con tejidos fluidos y colores veraniegos. Las prendas tienen un patrón relajado y un aire elegantemente desenfadado que resulta encantador.
“Es una colección para hombres con visión de futuro construida alrededor de la fluidez, la frescura y el color que se enriquece con la posibilidad de añadir su propio toque de personalidad y estilo”, dice Sartori.
Muchas de las prendas se pueden encargar ya en tiendas seleccionadas de todo el mundo con una entrega de ocho semanas y permiten que el cliente las personalice con detalles hecho a mano, colores o bordados exclusivos realizados por los artesanos de la casa. Es la alta costura masculina, el Bespole Atelier, un nuevo horizonte para la sastrería.
Esta edición ha tenido notables ausencias. Firmas como Gucci, Trussardi, Bottega Veneta, Jil Sander y Missoni presentarán sus colecciones de hombre junto a las de mujer en septiembre, en la semana de la moda femenina de París.