Cromos y pastelitos, cuando la merienda era un juego
- El libro ¡Andá!, la merienda… repasa las colecciones de cromos de los 60, 70 y 80
- “Es un libro que trata de sensaciones, de cuando todo era dulce y novedoso”, asegura Vicente Pizarro
Hubo una época en los 60, 70 y 80 (antes de las meriendas sanas) en que uno de los momentos más esperados del día, para los chavales, era cuando disfrutaban de la irresistible combinación de algún delicioso pastelito y los tesoros que le acompañaban: los cromos. Unos cromos que actualmente son codiciadas piezas de coleccionista y que nos devuelven algunos de nuestros recuerdos más dulces. Vicente Pizarro (Zaragoza, 1971 )ha recogido en el libro ¡Andá!, la merienda… Las deliciosa colecciones de nuestra niñez (Diábolo ediciones).
“Este libro –asegura Vicente- trata de varias cosas: trata de un viaje al pasado y a nuestra infancia a través de las colecciones y promociones que la pastelería industrial nos ofrecía, junto con todas las series de televisión, que las propias marcas utilizaban en sus promociones para engancharnos a devorar sus productos. También trata de cómo comenzó precisamente esa pastelería industrial en nuestras vidas, colándose entre nuestras meriendas “sanas”, o menos azucaradas, como el bocadillo de toda la vida, o la fruta”.
“Pero –continúa el autor- es un libro que sobre todo trata, de sensaciones, de momentos en que todo era dulce y novedoso, trata de las tardes en el parque con los amigos merendado, de los ratos de recreo en el colegio cambiando cromos, o viendo la tele en nuestra casa los programas infantiles, mientras ordenábamos los cromos que nos habían salido”.
“Es un libro –concluye- cuya intención es, que al abrir cualquier página, al lector se le escape exclamaciones como: Alaaaaaaaaa ¡!... eso yo lo tuve….Alaaaaaaa!... de esto ya ni me acordaba ¡!...Alaaaaa!!... qué recuerdos ¡!... esa es la intención. Revivir esa nostalgia y esas sensaciones que teníamos muy presentes cuando éramos niños”.
El libro
Profusamente ilustrado, el libro es una delicia visual para los coleccionistas y para cualquiera que quiera recordar viejos tiempos: “El libro está estructurado casi como una guía para coleccionistas de estos productos –asegura Vicente-, aunque por el formato puede ser también para el público en general. Está diseñado por marcas, las más importantes que ocuparon nuestras meriendas en la década de los 60-70 y 80”.
“Primero –continúa- se habla de las marcas de los pastelitos, con su historia, como aparecieron en el mercado y sobre todo con cada colección que iban sacando mostradas en el libro de forma cronológica. Después de todas las marcas de pastelitos, la de los yogures y lácteos que también tuvieron un papel muy importante en todo nuestro consumo diario”.
“Lo mejor –confiesa- es el diseño, donde prevalece la imagen el texto, algo que estaba muy demandado por coleccionistas que en ningún libro podían ver cada álbum con sus cromos, junto con todo el merchandising que había de cada promoción, y todo en una calidad de alta definición de cada foto. Es un libro muy visual y sin precedentes en el mercado, ya que hasta ahora no había ninguno con estas características”.
“Soy coleccionista desde siempre”
Vicente es reportero gráfico, fotógrafo de naturaleza y cámara de televisión. Pero una de sus aficiones son las colecciones de cromos como demuestra, desde hace tiempo, en el blog Cropan, coleccionando sueños. “Soy coleccionista creo que desde siempre –asegura-. De cuando ya empezaba a guardar las chapas de las bebidas que tiraban en el suelo del bar cuando iba a tomar algo con mis padres y las clasificaba por marcas. De cuando mis abuelos me regalaron los primeros álbumes de quiosco y me enganché a coleccionarlos y por supuesto de cuando de vez en cuando mi madre me compraba algún pastelito y me salían esos ansiados cromos tan chulos”.
“Dejé de lado todo lo que fui acumulando –continúa-, hasta la adolescencia, donde todo este material se quedó en cajas o por los cajones. Pero un día cuando tu madre quiere hacer limpieza y tirar todo, me di cuenta que para mí ese material era muy especial, que había pasado grandes momentos de diversión con él y corriendo lo escondí en la torre de mis abuelos para que no lo tiraran”.
“Y un día cuando tuve a mis hijos lo empecé a rescatar, a catalogar de nuevo, a intentar completar los que me había quedado a pocos cromos. Y gracias a internet, volví a mi afán por coleccionar, hasta hoy, que he conseguido acumular unos 2.000 álbumes más o menos”.
La fiebre por los cromos
Pero… ¿Cuándo comenzó esta fiebre por los cromos de los pastelitos? y ¿Hasta dónde llegó? “La fiebre por coleccionar cromos empezó sobre todo en los años 60 –asegura Vicente-, con colecciones de futbolistas y cromos culturales que salían en las tabletas de chocolate. Pero el boom fue a partir de los años 70, cuando el consumo televisivo empezó a subir en nuestro país y poco a poco en cada hogar se colaba una televisión”.
“Empezaron a llegar en masa series de mucho éxito americanas, series de dibujos (sobre todo provenientes de Japón), y como no, empezó el merchandising, como lo conocemos hoy en día de todas estas series. Y una forma de explotar el éxito de estas series, era a través de coleccionar el álbum de cada una de ellas. Cromos de quioscos, de chicles, de pastelitos, de cremas como la nocilla, etc... ”
“Todo este boom –añade el autor- llegó hasta mediados de los años 90, cuando empezó a dar un bajón importante, aunque ahora parece que se está recuperando un poco, pero nunca de esa forma tan brutal, como en esos años. Ahora los niños no coleccionan con el mismo ímpetu ni la misma motivación que antes. Las nuevas tecnologías les quitan mucho tiempo para todo, y coleccionar cromos ya no les atrae tanto”.
Los cromos más raros
Otra de las cosas que redescubriremos con este libro es la enorme cantidad de tipos de cromos que había: “Había de todo tipo –asegura Vicente-, los primeros por supuesto eran muy básicos y de papel muy fino, sobre todo los que salían en las tabletas de los chocolates. Después los sacaron de cartón más duro pero que había que pegarlos con pegamento y no veas los “colocones” que cogíamos de pegar toda la tarde con esos pegamentos”.
“Cuando ya llegaron los autoadhesivos –afirma- se nos abrió un mundo ya que no hacía falta ese pegamento tan pringoso, aunque había que ser certero en la colocación del cromo porque si lo ponías mal despegarlo ya era bastante complicado. Por supuesto los cromos en relieve que también los había eran colecciones bastante raras, ya que fabricarlos costaba más dinero para las imprentas, pero como muestro en el libro, los cromos en 3D, eran alucinantes. Te hacías con esas gafas que parecían de otro planeta, con el celofán de color rojo y azul en cada ojo y se abría un mundo genial en un 3D rudimentario que tú disfrutabas de lo lindo. Qué pasada!!, pensabas, en un mismo cromo, podías ver dos dibujos diferentes y ¡parecía que se movían!”
“Quizá estos eran los cromos más escasos y raros y hoy en día unos de los más buscados por coleccionistas” –concluye-.
Las marcas más populares
Casi todas las marcas se apuntaron a la moda de los cromos debido a su gran éxito entre los chavales. “Entre las empresas que editaban colecciones para los productos dedicados a nuestras meriendas, había un amplio repertorio: “Marcas, como Cropan, Panrico, Bimbo, Phoskitos, Ortiz, en productos de pastelería industrial. Danone, Yoplait, Clesa, en los lácteos y otras en distintos productos como Nestlé, Nocilla, Tulicrem, Helios, Tulipán, Cola Cao, etc”.
“Una de las grandes diferencias que había en las marcas de pastelitos -continúa Vicente-, era que la marca Cropan, de origen catalán, sacaba menos promociones que Panrico o Bimbo, por ejemplo, pero eran unas colecciones super creativas y originales. Ya no solo eran cromos o álbumes, eran casi juguetes y con un formato que no se había visto en esos años; tanto que hoy en día son de las más raras y buscadas en todas las páginas de subastas y coleccionismo (tocadiscos, cromos en 3D, cromos mágicos que aparecían al frotarlos con alcohol o colonia, ficheros, etc… formaban parte de sus colecciones más originales).
Los yogures también regalaban cromos. “Entre las empresas potentes de yogures –afirma Vicente-, Danone siempre estaba más presente con colecciones míticas de sus álbumes, con las series de más éxito de esos años. Esta empresa se ha mantenido en el tiempo, mientras Yoplait desapareció del mercado español en los años 90 y Clesa se ha quedado en un tercer o cuarto plano pero ya sin sacar promociones”.
Cromos y televisión
En aquella época todos los niños veíamos las mismas series en televisión, que tuvieron su adaptación a los cromos. “La relación era de simbiosis total –asegura Vicente-. Cada serie tenía su propia colección de cromos particular. Las marcas que tenían más presupuesto, se llevaban los derechos para sacar esa colección y era éxito seguro”.
“Era una forma –asegura- de enganchar a los chavales para siempre a sus productos y a su marca, a través de las series que más seguían. De hacer futuros coleccionistas. Grandes colecciones han salido, a parte de las propias de carácter cultural, de todas esas series tan fantásticas, tanto de dibujos como de las series de películas”.
“Mazinger Z, La Abeja Maya, Dartacán y Los tres Mosqueperros, Sandokán, Vickie el Vikingo, Comando G, Don Quijote, El Bosque de Tallac, Pippi Calzaslargas, Marco, Heidi, Orzowei, Naranjito, y una gran infinidad que enumerarlas aquí, ocuparían todo un reportaje. Todas estas series triunfaron en las distintas colecciones de cromos y en distintos formatos” –concluye Vicente-.
Zampabollos
Pero… ¿Cuántos bollos había que comerse para conseguir terminar una colección? “Completar una colección sólo comiendo y comprando los pastelitos era una tarea casi imposible –confiesa Vicente-. Ni había tanto presupuesto en las familias, ni había tiempo posible para completar tu colección favorita, ya que estaban en el mercado un tiempo, pero no el necesario para completar los 150 cromos de media que tenía cada colección. Aún comiéndote a diario un bollo o pastelito podía llegar a lograrse”.
“Ahí entraba entonces, la estrategia del cambio –continúa-. En el recreo, en la propia aula, en el parque, en tu barrio, dónde fuera. Siempre íbamos con el “taco” de cromos en nuestro bolsillo, anudado con una goma, para cuando tuviéramos ocasión, empezar a cambiar nuestros repetidos. Con las frases típicas lo ten...lo ten...me falta ¡!, y ahí empezaba todo”.
Las colecciones más recordadas
Cada uno tendrá sus colecciones favoritas de aquella época. Preguntamos a Vicente cuáles son las suyas. “Decir a cuál de tus hijos quieres más, es siempre una pregunta, sin respuesta, y elegir cinco colecciones, entre tantas es muy complicado pero bueno, podría decir que son estas, tanto por su dificultad, como por la nostalgia que tengo de esa colección que me hice de pequeño y me dejó un grato recuerdo (Las colecciones de Cropan, están entre mis favoritas):
- Mazinger Z (Editorial Fher)
- Descubre a tus Superhéroes Favoritos y Vickie el Vikingo (Cropan)
- Sandokán te enseña las Huellas de los Animales (Cropan)
- Cromos Mágicos (Cropan)
- La Abeja Maya (Danone)
Precios desorbitados
Como comentábamos, la nostalgia ha convertido a estos cromos en objetos de coleccionista: “Hoy en día –asegura Vicente- hay un amplísimo mercado de este tipo de álbumes en internet y cada año va creciendo. Muchas de estas colecciones se venden o se han vendido por internet, aunque como en todo, en el mundo del coleccionismo, cada vez es más complicado encontrar artículos interesantes y difíciles de ver, ya que los propios que los tienen, les empiezan a dar un valor, tanto económico como nostálgico y prefieren quedárselo para que sus futuras generaciones los disfruten”.
“Muchas colecciones han llegado a precios muy altos en páginas de subastas en internet –añade-, se han llegado a pagar cifras desorbitadas de hasta casi los 1000 euros por colecciones de Cropan, y otras a precios muy altos en colecciones de Fútbol, de series de Anime, etc, y en mi opinión personal, todo este merchandising de los 60 , 70 y 80, está empezando a coger un prestigio importante entre los coleccionistas. Casi se podría equiparar o incluso decir que superan, a los que coleccionan sellos, monedas, billetes o cómics”.
Habrá segunda parte del libro
En cuanto a sus proyectos, Vicente nos comenta que: “Tengo en mente varios proyectos que han gustado mucho al editor, pero no puedo adelantar mucho sobre ellos. Lo que sí puedo decir, es que debido a la gran acogida que ha tenido este primer libro y a que se han quedado muchas colecciones en el tintero de otras marcas que formaron parte de nuestras meriendas, estoy trabajando en una segunda parte que ya están esperando los Fans de ¡Andá!.. La Merienda”.
“Marcas, como: Nocilla, Cola Cao, Tulicrem, Helios , Ortiz, estarán muy presentes en esa segunda parte. De esa manera, quedaría muy completo lo que fue el coleccionismo de todos esos años, en cuestión de todos estos productos. Así que consumid meriendas, y podrá haber una segunda entrega con muchas sorpresas!