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Fascinados por 'Madama Butterfly'

  • El Thyssen recoge la influencia japonesa en el arte través de Madama Butterfly
  • Se cumplen 110 años del estreno de la ópera de Puccini en el Teatro Real
  • El coliseo madrileño recupera este verano la aclamada versión de Mario Gas

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El Thyssen recoge la influencia japonesa en el arte través de Madama Butterfly

La trágica historia de la geisha Cio-Cio San se estrenó sobre las tablas del Teatro Real de Madrid en 1907, precedida de una gran fama internacional y con una excelente acogida en los escenarios españoles.

El estreno de Madama Butterfly, una de las óperas más representadas y simbólicas de Puccini, supuso uno de los hitos del japonismo en España donde la fascinación por el país oriental ya se palpaba en costumbres, moda y arte.

Con motivo del 110 aniversario de la mítica composición, una de las más demandadas por el público y que retorna estos días al coliseo madrileño; el Museo Thyssen presenta una pequeña muestra sobre el culto a Japón a principios del siglo XX, encarnada en diferentes objetos y curiosas pinturas.

El delicado influjo japonés flota en estos calurosos días de verano en Madrid: El Teatro Real rinde reverencia a Cio-Cio San recuperando el aclamado montaje de Madama Butterfly de Mario Gas, con el que culmina la temporada (dieciséis funciones entre el 27 de junio y el 21 de julio)

La conmovedora obra maestra del autor italiano cuenta con la colaboración de Ezio Frigerio y la escenógrafa Blanca Squarciapino; el drama está ambientado en un plató de cine de los años cuarenta, y las sopranos Ermonela Jaho y Hui He se alternarán en la piel de la joven Butterfly.

El montaje se retransmitirá en directo el próximo 30 de junio de forma gratuita en plazas, auditorios, centros culturales, ayuntamientos y museos de toda España, y se instalarán tres grandes pantallas en la Plaza de Oriente de Madrid.

Influencia en el arte y la moda

'Refinada elegancia del Pino de cinco agujas', Kitagawa Utamaro, Museo Nacional de Artes Decorativas

En la exposición "Madama Butterfly y la atracción por Japón", que se puede visitar en el Thyssen hasta el 27 de agosto, el espectador podrá situar el contexto histórico de aquel legendario estreno de principios de siglo en la capital, y cómo la moda por la estética japonesa inundaba ya Europa a través de las exposiciones universales de Londres (1862) y París (1867), cuando Japón tuvo que abrir sus fronteras con Occidente presionado por Estados Unidos en 1850.

Artistas como Whistler o Monet quedaron atrapados por este embrujo de “arte moderno”, que en España recogieron pintores como Fortuny o Madrazo, este último introducía elementos como biombos, parasoles o cojines en sus creaciones.

'Alfonso XIII niño ataviado como un shogun', 1894, Museo Nacional de Artes Decorativas.

La muestra reúne alrededor de 50 piezas con pinturas, carteles, estampas, porcelanas, fotografías, complementos de moda o libretos teatrales; un conjunto de elementos que han sido cedidos para la muestra por el Museo Nacional de Artes Decorativas, El Museo ABC, el Museo de las Artes Escénicas del Institut de Teatre y el Centro de Documentación y Archivo de las SGAE, entre otros museos y colecciones.

También está presente un apartado dedicado al estreno de la ópera en el Teatro Real, en 1907, que dirigía en ese momento Luis Paris, y en el que el público puede disfrutar de los figurines de Joaquín Xaudaró y las fotografías de geishas que se utilizaron para el montaje, los decorados o el mobiliario.

La ópera representa el choque entre dos culturas, la tradicional de un Oriente que empieza a desaparecer, frente al creciente y moderno Occidente, contraponiendo la inocencia y la bondad al egoísmo avasallador, en un drama arrebatador.

También es una extraordinaria reflexión musical de Puccini que aúna con delicadeza la música tradicional japonesa con su estilo inconfundible, para dar un paso adelantado a su tiempo, según señalan desde el Teatro Real.

Japón, motivo de estatus y modernidad entre los pudientes

La atracción oriental también alcanzó en aquellos años a la clase pudiente madrileña introduciendo objetos japoneses en sus hogares como símbolo de estatus social y modernidad

Gabinetes y estancias emulando esta estética se pusieron de moda, incluso el restaurante Lhardy habilitó un salón japonés que se conserva hoy en día.

En el ámbito del coleccionismo, el marqués de Cerralbo atesoró en su palacio madrileño, armas y armaduras adquiridas en subastas en París. El propio Sorolla añadió a su colección personal un magnífico libro de grabados Surimono.

En el teatro y en la música también se hicieron eco del interés por el país del sol naciente, donde se escribieron operetas con temas japoneses como Ki-ki-ri-kí (1889)- según recoge EFE-, al igual que el mundo de la moda con el uso de abanicos y sombrillas, además de vestimentas como el kimono, que se usaba con frecuencia en la privacidad del hogar.

A modo de ejemplo, la reina regente María Cristina y su hijo Alfonso XIII fueron representados ante el Monte Fuji en dos rollos a modo de kakemono en las obras, La reina María Cristina ataviada como una dama japonesa (1894) y Alfonso XIII niño ataviado como un shogun (1894), imágenes que se encuentran en la exposición del Thyssen.

'La muerte de Jacinto', un icono gay, restaurado en el Thyssen

Con motivo de su 25 aniversario y coincidiendo con la celebración del World Pride 2017, el Museo Thyssen ha presentado la restauración y estudio técnico de uno de los cuadros más importantes y fascinantes de su colección, y probablemente su mayor icono gay: La muerte de Jacinto, de Giovanni Battista Tiepolo, informan desde la pinacoteca.

'La muerte de Jacinto', de Tiepolo, 1752, Museo Thyssen

La pintura (h. 1752-1753) fue un encargo del barón alemán Wilhelm Friedrich Schaumburg-Lippe, como homenaje a su amante muerto, un joven músico español con el que había vivido en Venecia, y cuenta con numerosas referencias simbólicas al amor homosexual, como la inclusión de un guacamayo, que representa el cortejo o la aparición de la estatua del dios Pan, protector de la sexualidad masculina.

El cuadro se inspira en un episodio de Las Metamorfosis de Ovidio, según el cual Apolo y su amante, el joven y bello Jacinto, príncipe de Esparta, disputaban una competición de lanzamiento de disco cuando este último cae herido de muerte al ser golpeado fuertemente con él en la cabeza.

Durante un año, la obra se ha limpiado y restaurado por los especialistas del museo. La muerte de Jacinto ha sido sometida a estudios radiológicos que han permitido desvelar cambios realizados por Tiepolo en su composición: se ha observado que modificó la
posición del rey
, girándolo de frente hacia la escena principal, lo que le llevó a una transformación en los pliegues de su ropaje y del brazo. Detrás de esta figura, el pintor añadió la de un soldado, variando además en ambos el tamaño y la forma de sus sombreros.

Con respecto a los materiales, se ha descubierto la enorme riqueza de los mismos: los tonos azules se consiguieron con el empleo de lapislázuli, una piedra semipreciosa muy cara en la época.