Sursudaneses en Uganda, el drama de un millón de refugiados
- Sudán del Sur es el país del que más personas huyeron en 2016
- La mayoría ha escapado a Uganda, que acoge a casi un millón de personas
- Más de los 85% de los recién llegados son mujeres y niños
Sudán del Sur es el país del que más personas huyeron en 2016, por delante incluso de Siria. Hay más de 900.000 refugiados sursudaneses en Uganda y cada día cruzan 2.000 más. Llegan con lo puesto.
“Empezaron a combatir en nuestra zona y mataron a nuestros vecinos. Huimos dejando todo atrás”, cuenta Esther, ama de casa, a Médicos Sin Fronteras, una organización que atiende en cuatro campos de refugiados del noroeste de Uganda a quienes escapan de la guerra.
Annette, estudiante, recuerda cómo los combates llegaron a su pueblo: “Comenzaron a dispararse entre ellos y cinco personas murieron. Mataron a personas inocentes”.
Uganda, el primer país de acogida de África
Sudán del Sur es escenario de un conflicto que estalló en diciembre de 2013 entre el presidente, Salva Kiir, de la etnia dinka, y las fuerzas leales al líder de la oposición armada, Riek Machar, de la tribu nuer.
Desde que se desató la violencia, más de 4 millones de sursudaneses han tenido que abandonar sus hogares. Aproximadamente la mitad de ellos se han convertido en desplazados internos en distintos lugares del país, mientras que la otra mitad se ha visto obligada a huir hacia países vecinos como Uganda o Sudán. La crisis, que ya dura más de tres años y medio, se intensificó en julio del año pasado tras los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar en la capital.
Uganda es el país de África y el tercero del mundo donde más refugiados buscan protección. En el último año ha multiplicado la cifra de acogida y el Gobierno del país está cada vez más asfixiado. Algunos refugiados han sido trasladados a lugares muy alejados de fuentes de agua o de tierras cultivables.
Cumbre internacional en Kampala
Por ello, gobiernos y organizaciones internacionales se han reunido este jueves y viernes en Kampala con la presencia del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con el objetivo de recaudar fondos para reforzar los programas de respuesta a la crisis. Y es que, de los fondos que solicitó en su día Naciones Unidas, solo se ha aportado un 17%. Eso se traduce, por ejemplo, en recortes del 50% en las raciones de alimentos que el Programa Mundial de Alimentos proporciona a los refugiados, en unas enormes carencias de agua y en unas condiciones de saneamiento desastrosas; un cóctel explosivo que podría desencadenar una grave crisis sanitaria en cualquier momento.
“La comunidad internacional ha fallado a la hora de resolver el conflicto en Sudán del Sur“
"La comunidad internacional ha fallado a la hora de resolver el conflicto en Sudán del Sur y ahora está fallando en ayudar adecuadamente a los refugiados sursudaneses en la región. Debe cumplir con sus obligaciones y encontrar una manera de prestar servicio de manera adecuada a los refugiados”, afirma Médicos Sin Fronteras.
Fronteras abiertas a quienes huyen del hambre y la guerra
La ONU espera que este encuentro permita movilizar 2.000 millones de dólares (1.800 millones de euros) de los donantes para atender las necesidades humanitarias de los refugiados y apoyar a los países que, como Uganda, tienen sus fronteras abiertas a quienes huyen de la guerra, la persecución, la violencia y el hambre.
La política migratoria de Uganda es pionera y se basa en que los refugiados tengan acceso a los servicios sociales básicos, como educación y sanidad. Pero este modelo de integración se ha desbordado en el último año.
El representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, ha elogiado este viernes la labor de Uganda por permitir a los refugiados "vivir en paz hasta que sea la hora de volver a sus casas". Volver es el sueño de todos.
Volver, el sueño de los refugiados sursudaneses
“Traje yuca seca, algunos cacahuetes y un poco de ropa”, dice Priscilla, una de las abuelas del campo. “Echo mucho de menos mi bonita casa en Kajo Keji. Ahora duermo al raso bajo la lluvia. Me rompe el corazón pensar en mi hogar”.
“Me rompe el corazón pensar en mi hogar“
La cicatriz del exilio es tan profunda como las seis letras grabadas en la corteza de un árbol del campamento: Mutala. “Lo han tallado los niños. Es el nombre de su pueblo”, explica otro refugiado. “Recordamos mucho las cosas que solíamos hacer allí”.
La salud de los refugiados es relativamente buena, pero muchos han sufrido una violencia brutal en sus pueblos o en el viaje.
“En el pueblo mataban a la gente con cuchillos”, relata Regena, mientras hace el gesto con el dedo de rebanarse el cuello. “A los niños los aplastaban con troncos”.
“En el pueblo mataban a la gente con cuchillos“
En los campos hay poco ayuda y las necesidades no están cubiertas. “Sinceramente la vida se hace dura porque no hay agua. Ayer llovió, no puede repartirse agua porque las carreteras están mal y los camiones no pueden pasar”, lamenta un hombre.
Muchos refugiados tienen que vivir en tiendas improvisadas y muy precarias bajo los árboles. Cuando llueve, la ropa y las mantas se les empapan. “Yo no tengo fuerzas para construirme un refugio”, reconoce la abuela Priscilla, que sobrevive como puede.
Más de los 85% de los recién llegados son mujeres y niños. Grandi, el representante de ACNUR, ha reconocido que los niveles de malnutrición de estos refugiados son "alarmantes".
Seis millones de personas, alrededor de la mitad de la población de Sudán del Sur, sufren hambre a causa del conflicto armado y la crisis económica, la cifra más alta en la historia del país, que se independizó de Sudán en 2011.