Muere Simone Veil, hija del Holocausto, símbolo feminista y primera dama de Europa
- Primera mujer presidenta del Parlamento europeo, ha muerto a los 89 años
- Abogada y política, fue un símbolo de la lucha por los derechos de la mujer
- Reguló el uso de anticonceptivos y consiguió la legalización del aborto en Francia
- Superviviente de los campos de exterminio, encarna la memoria del Holocausto
Europa dice adiós hoy a Simone Veil, la primera mujer presidenta del Parlamento Europeo símbolo de lucha por los derechos de la mujer. Superviviente de los campos de exterminio nazi, encarna para los franceses la memoria del Holocausto.
"Mi madre ha muerto esta mañana en su domicilio. Habría cumplido 90 años el 13 de julio", ha anunciado su hijo.
Nacida en Niza en 1927 en el seno de una familia judía, sobrevivió al Holocausto, que acabó con la vida de sus padres, con el número 78651 tatuado en su brazo. Veil fue deportada en 1944 con 16 años con sus padres y sus hermanos a los campos de concentración de Ravensbruck y Auschwitz.
A su vuelta a Francia, tuvo una formación jurídica y en la Universidad de Sciences Po de París conoció a su marido, futuro director general de la aerolínea francesa UTA. La pareja tuvo tres hijos, entre ellos el famoso abogado Jean Veil.
Luchadora por los derechos de la mujer
Veil trabajó como alta funcionaria en la magistratura hasta que el presidente, Valéry Giscard d'Estaing la nombró ministra de Sanidad, un cargo en el impulsó y aprobó importantes leyes: en 1974, reguló el uso de anticonceptivos, y en 1975 legalizó el aborto con la conocido por todos como "ley Veil".
En la defensa de esa ley ante el Parlamento, se enfrentó a una oposición particularmente dura de derecha, con algunos diputados que le llegaron a reprochar que apostaba por el genocidio y por un comportamiento similar al de los nazis.
Primera presidenta de Parlamento Europeo
Ya en 1979 fue elegida la primera mujer presidenta del Parlamento Europeo. De 1984 a 1989 fue la líder de los Liberales, Demócratas y Reformistas, y reconoció que su trabajo en la Unión Europa la había "reconciliado con el siglo XX".
Volvió a un puesto ministerial como titular de Sanidad y Asuntos Sociales en el Gobierno del primer ministro Edouard Balladur entre 1993 y 1995, fue miembro del Consejo Constitucional entre 1998 y 2007, y entró a formar parte de la Academia francesa en 2008, convirtiéndose en la sexta mujer en unirse a las grandes figuras inmortales de Francia.
Profundamente influenciada por su deportación a Auschwitz, recogida en su autobiografía Una vida (2007), dedicó el final de su vida a la Fundación para la Memoria de la Shoah, de la que era presidenta honoraria.
Apasionada, inflexible y eterna
Apasionada, exigente, autoritaria y presta a la batalla, supo como nadie defender los derechos sociales, siempre muy la izquierda. Su apoyo -a veces crítico- a Nicolas Sarkozy en 2007 muestra su singularidad en el panorama político que explica en parte su popularidad.
Con este carisma, ¿por qué nunca buscó el Elíseo? "Nunca me sentí con la capacidad de ejercer tal poder. Soy demasiado independiente para eso", declaró en varias ocasiones con su voz clara e inflexible.
Una encuesta recogió en 2014 que era la personalidad femenina favorita de los franceses que, hoy, la despiden emocionados.
En una de las primeras reacciones, el presidente francés, Emmanuel Macron, en un mensaje en su cuenta de Twitter envió su pésame a la familia y dijo esperar que Simone Veil "pueda con su ejemplo inspirar a nuestros compatriotas, que encontrarán lo mejor de Francia".
Simone Veil, en España
Su condición de pionera también la ejerció en España, donde fue la primera mujer en recibir el Premio Europeo Carlos V en 2008. A las puertas de la crisis económica que transformaría el Viejo Continente, Veil ya supo anticipar lo que vendría y advirtió que Europa "no puede encerrarse en sí misma, sino que tiene que trabajar no sólo por sus ciudadanos, sino también más allá de sus fronteras".
"El gran reto al que ha de responder la UE es elaborar y aplicar medidas eficaces que procuren la integración real de los marginados, de quienes sufren riesgo de exclusión. Tenemos el talento suficiente para hacerlo", exhortó en su discursó de aceptación en el Real Monasterio de Yuste ante los entonces Reyes Don Juan Carlos y doña Sofía.
Veil también recibió el Premio Carlomagno 1981 y el Príncipe de Asturias Cooperación Internacional 2005, como ha recordado este viernes la Fundación, por “la defensa de la libertad, la dignidad de la persona, los derechos humanos, la justicia, la solidaridad y el papel de la mujer en la sociedad moderna”.