Volker Schlöndorff: "El Oscar te convierte en una marca y te piden siempre el mismo tipo de película"
- RTVE.es entrevista al director, ganador de un Oscar por El tambor de hojalata
- Leyenda del cine, presenta Retorno a Montauk, un drama de amores perdidos
Modesto y con una educación exquisita, el cineasta alemán Volker Schlöndorff reconoce con una gran sonrisa que tras más de cinco décadas de carrera “el cine es su vida”, y añade que no aborda nuevos proyectos si no le motivan especialmente porque “rodar es muy cansado”.
Un cansancio que no se aprecia en su prolífica carrera, que sitúa a Schlöndorff, a sus 77 años, como uno de los grandes realizadores de la historia del cine europeo, con numerosos títulos adaptados de obras literarias como El honor perdido de Katharina Blum o Muerte de un viajante.
Figura angular del Nuevo cine alemán de los 70, heredero de la libertad creativa de la Nouvelle vague, y ganador de la Palma de Oro y el Oscar por El tambor de hojalata (1979), en la que adaptó la novela de Günter Grass; el veterano realizador, productor y guionista ahuyenta las etiquetas asociadas al éxito, en una entrevista con RTVE.es a su paso por Madrid para presentar su última película, Regreso a Montauk (estreno 4 de agosto).
“Una vez que ganas el Oscar te conviertes en una marca (…) Puede ser una ayuda para seguir trabajando pero también puede ser una roca que te pesa porque de pronto te congelas, te conviertes en esa identidad, y siempre tienes que hacer algo así, y a ti te gustaría cambiar pero El tambor de hojalata es tan única… no puedes hace otra película así, no sería lo mismo, por eso, en la siguiente hay que explorar otras cosas. El extremo sería Regreso a Montauk, tres personajes en un espacio muy restringido todo lo contrario a El tambor, aquí solo son desgarros del corazón”, señala, y aclara que el filme qué realmente cambió su vida fue su debut, El joven Törless (1966), porque le permitió empezar a trabajar, “si fallas en la primera, igual luego no haces más”.
"Antes se rodaba de forma más artesanal"
Volker Schlöndorff rememora sus comienzos, en los que se imbuyó de la forma de abordar el cine de la nueva ola francesa, de la mano de Louis Malle o Alain Resnais, junto a los que ejerció de ayudante, y reflexiona sobre el abanico de historias y la multiplicidad de voces que permite la tecnología en la cinematografía actual. Una evolución que el cineasta encuentra “muy interesante porque descubrimos un mundo diferente cada día”.
“En los 60 apenas éramos una decena de directores, ahora son cientos y cada uno con su lenguaje y sus pequeñas cosas y cada uno aporta algo (…) hoy en día se pueden hacer películas muy rápidamente y contar muchas historias a la vez”.
El director recuerda divertido unos rodajes “de gran dificultad” con “cámaras enormes” que costaba mucho mover en interminables travellings. “Era como trabajar el mármol, algo más artesanal, lo que se hace ahora es más cómo trabajar con barro por la rapidez, pero quizás no sea tan duradero como el mármol”, explica con metáforas el realizador, que disertará sobre su carrera en una clase magistral este miércoles en la Academia de Cine.
Esta querencia por un tempo más pausado y por trasladar la pelota al campo del espectador también se halla en Regreso a Montauk. Un drama sentimental, protagonizado por Stellan Skarsgård y Nina Hoss, que aborda la idealización del amor o el arrepentimiento y arranca con un teatral monólogo de cinco minutos.
“Hay tantas cosas cinematográficas en el cine… nos bombardean con imágenes, con sonidos, todo tan rápido y pensé, ¿no estaría bien empezar con alguien en primer plano sentado contando una historia y tú cómo espectador haces tu propio flashback? (…) El suspense es que, escena a escena, vas descubriendo quiénes son, nada de presentación del personaje, directamente saltamos dentro de la narración y me pareció un juego muy satisfactorio”, concluye el autor sobre su personal forma de narrar en imágenes.