El portavoz de la Casa Blanca dimite tras nombrar Trump un nuevo director de comunicaciones
- La renuncia de Sean Spicer, cara visible del Gobierno de Trump, agudiza su crisis
- El presidente nombra a Anthony Scaramucci para dar un impulso a su imagen
- Spicer se habría opuesto a su nombramiento y ha preferido dejar su cargo
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha dimitido este viernes de su cargo después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya decidido nombrar un nuevo director de comunicación, el financiero Anthony Sacaramucci, para tratar de mejorar la imagen de su Gobierno, muy debilitada por las revelaciones sobre la trama rusa.
La renuncia de Spicer, que había sido avanzada por los medios locales y después confirmada por fuentes de la propia Casa Blanca, ha sido ratificada en un comunicado en el que Trump alaba su labor: "Le agradezco a Sean su trabajo en nombre de mi administración y del pueblo estadounidense. Le deseo éxito sin fin en su búsqueda de nuevas oportunidades. Basta con ver sus estupendas audiencias en televisión".
El comunicado, que también confirma el nombramiento de Scaramucci, ha sido leído en la sala de prensa de la Casa Blanca por Sarah Sanders, hasta ahora subalterna de Spicer y que, según ha anunciado el nuevo director de comunicación, será quien le releve como portavoz del Gobierno.
“El barco va en la dirección correcta, me gusta el equipo. Corrijo: me encanta el equipo“
"Me encanta el presidente, es un honor estar aquí", ha comentado Scaramucci ante los periodistas. "El barco va en la dirección correcta, me gusta el equipo. Corrijo: me encanta el equipo", ha recalcado. Además, ha garantizado que ha dispuesto todo para que no haya conflictos de intereses entre sus negocios -era gestor de fondos y trabajó en Goldman Sachs- y su nuevo cargo, señalando que había trabajado con la Oficina Ética del Gobierno "para cuidar todo eso".
Discrepancias por el nuevo director de comunicación
Spicer, por su parte, ha confirmado su salida a través de Twitter, sin dar detalles sobre la misma, si bien ha señalado que seguirá en el puesto hasta agosto: "Ha sido un honor y un privilegio servir al presidente Trump y a este maravilloso país", asegura en su mensaje.
Los rumores sobre la salida de Spicer sobrevolaban la Casa Blanca desde hacía semanas, a causa de sus diferencias con Trump sobre la estrategia de comunicación del Ejecutivo. Sin embargo, a tenor los medios estadounidenses, ha sido el nombramiento de Anthony Scaramucci el que ha acabado por precipitar su renuncia.
Así, según una persona con conocimiento directo que cita The New York Times, Trump le ha ofrecido el puesto a Scaramucci a primera hora de la mañana y ha pedido a Spicer que se quedara en su equipo, pero el hasta ahora portavoz de la Casa Blanca le ha insistido en que consideraba su decisión un "grave error".
A su vez, una fuente republicana próxima a la Casa Blanca ha explicado a Reuters que Spicer habría "planteado un ultimátum" a Trump en el Despacho Oval, obligándole a elegir entre "él o yo". Dado que el presidente se ha mantenido inflexible, Spicer ha optado por la dimisión.
Un ascenso frustrado
Los medios locales también han señalado que Spicer llegó a entrevistar a candidatos para sustituirle en la tarea de dar conferencias de prensa, aunque su objetivo habría sido un puesto de mayor rango, relacionado con la estrategia comunicativa de la Casa Blanca. De hecho, algunos apuntan que las aspiraciones del ya exportavoz fueran precisamente ocupar el puesto que Trump le ha dado a Scaramucci, un cargo cuyas funciones Spicer estaba ejecutando de forma interina desde que Mike Dubke renunciara al puesto hace dos meses.
El cargo de director de comunicación es, sobre el papel, un puesto estratégico para encaminar los mensajes que pretende trasladar la Casa Blanca, si bien la cara visible del Ejecutivo en el día a día corresponde al portavoz, que es el encargado, entre otras cosas, de ofrecer la rueda de prensa diaria del Gobierno. Desde ese puesto, Spicer se ha quejado una y otra vez sobre la cobertura "negativa" y "desmoralizante" que, a su juicio, la mayoría de los medios generalistas hacen sobre Trump.
El Gobierno de Donald Trump atraviesa serios problemas con la prensa, ya que además de los enfrentamientos directos que ha protagonizado, ha hecho pública en varias ocasiones su disconformidad sobre cómo la Casa Blanca gestiona su relación con los periodistas. A finales de mayo, Trump amenazó con poner fin a las ruedas de prensa del Ejecutivo, algo que no se ha materializado, aunque sí ha reducido considerablemente el número de encuentros de sus portavoces con la prensa, que ahora en su mayoría tienen lugar sin presencia de cámaras.
En cualquier caso, su salida del portavoz refleja las tensiones internas que existen en la Casa Blanca, agudizadas por la presión a la que se ha visto sometido el presidente en sus seis meses de mandato, en los que ha cosechado escasos éxitos y ha visto como la trama rusa, las sospechas sobre los vínculos de su equipo con el Kremlin, se aupaba como el relato fundamental de su presidencia.