'Reparar a los vivos', un drama metafísico sobre la donación y el trasplante de órganos
- La película muestra al detalle el proceso médico en un emotivo canto a la vida
- RTVE.es entrevista a la directora del filme, la francesa Katell Quillévéré
La directora francesa Katell Quillévéré (Suzanne) quería plasmar en imágenes cómo lo trivial y lo sagrado se funden en la donación y trasplante de órganos, según detalla en una entrevista para RTVE.es.
Un material sensible que aborda en su tercer largometraje Reparar a los vivos, basado en la exitosa y aclamada novela homónima de Maylis de Kerangal, publicada en España por Anagrama.
Una historia en la que se mueven múltiples personajes suspendidos en una cadena entre la vida y la muerte, a caballo entre la precisión del documental médico y la poesía de las emociones contenidas. Una densidad difícil de trasladar a la pantalla.
“En la novela se pueden hacer regresiones, se puede volver a los recuerdos de los personajes cosa que en el cine es más complicado. He tenido que pensar mucho sobre esto y reinventar a los personajes en el presente porque el cine es un arte del aquí y el ahora. Me he basado en los gestos de cada uno en su trabajo, por ejemplo”, señala la realizadora sobre la gestación de una película que se estrena en nuestro país el 4 de agosto.
La cinta nos adentra en un episodio trágico: Simon, un joven surfista de 17 años, sufre un accidente de tráfico y permanece en muerte cerebral, mientras, Claire, una mujer de 50 años, espera un trasplante de corazón que le permita seguir viviendo.
Con esta dura premisa, arranca un seguimiento detallado del proceso, en el que una impresionante maquinaria de profesionales sanitarios trabaja para prolongar la vida y transformar la muerte, y dónde destaca el papel de Thomas, coordinador de las donaciones de órganos, interpretado por Tahar Rahim (Un profeta).
Un planteamiento que aborda lo metafísico rompiendo la frialdad de los tecnicismos médicos y adentrándose en la resiliencia y la luminosidad. Dos temas recurrentes en la filmografía de Quillévéré.
“Mis filmes han tratado siempre de lo que la vida tiene de caótico y de imprevisible, de las pérdidas, pero a su vez de cómo la vida se abre camino y la gente tiene el valor de seguir adelante. En esta película, sin embargo, es más frontal y más metafísico”, analiza.
En esta línea, la realizadora explica cómo, a pesar de la crudeza, Reparar a los vivos representa un canto a la vida cargado de ternura, en el que todos los personajes están conectados. Las emociones se encarnan en múltiples silencios y no se recrea en el dolor de los padres del adolescente Simon, de los que apenas tenemos datos.
“Las emociones de Simon y su familia eran muy violentas y entonces era esencial no quedarse ahí, respetar la dignidad del personaje y también del espectador. Dejar al espectador vivir esas emociones sin adentrarse, porque si no ese duelo hubiera sido insoportable. El sentido de la película es, a partir de esa situación con todo lo que ocurre en el hospital, pasar a la vida”
Un acercamiento más personal sí se produce con Claire (Anne Dorval), la receptora, que siente miedo y dudas por una situación tan traumática cómo enfrentarse a recibir el corazón de una persona fallecida.
El misterio del flujo de la vida
Katell Quillévéré añade que el corazón del joven, con toda la carga simbólica y espiritual que implica, es el verdadero protagonista sobre el que pivota el filme, en el que se muestra el trasplante de forma muy detallada con planos muy impactantes.
Una fidelidad que la realizadora obtuvo al asistir a una operación real con dos miembros de su equipo “y partir de lo que había observado y sentido para poder transmitirlo. Son imágenes inhabituales y violentas pero quería reflejar mi experiencia”, apunta.
“Llegamos a un momento de gran tensión en el que no sabemos si va a funcionar, y ahí, tenemos emociones contradictorias que he querido transmitir. Por un lado, estamos frente a algo trivial, con instrumentos quirúrgicos, y por otro, el misterio del flujo de la vida y todo eso depende de que vuelva a latir ese corazón. Está la competencia científica de devolver la vida y por otro este misterio total, esperando que el milagro de produzca”, ahonda sobre el tema.
Con unas imágenes hipnóticas y delicadas, Reparar a los vivos contiene muchas películas en una: desde una historia sobre la adolescencia a un drama con esencia humanista.
La cineasta aprovecha los recursos técnicos para atrapar al espectador a nivel sensorial: los continuos movimientos de travelling representan una metáfora de la circulación de la sangre por el cuerpo humano, que no se detiene, y nos recuerda la fragilidad de la vida, en un filme en el que la emotiva música del oscarizado Alexandre Desplat apuntala de forma excelente las diferentes escenas y la carga orgánica que contienen.