Minor White, entre la mística y el simbolismo
- El fotógrafo estadounidense fue un maestro en el uso metafórico de la imagen
- Una exposición en la Galería Loewe recupera su trabajo con 40 copias originales
“Uno debe fotografiar las cosas no solo por lo que son, sino por lo que además son”. La frase del estadounidense Minor White (Minneapolis, 1908-Boston, 1976) engloba su visión del arte fotográfico, entendido como una filosofía de vida que a través de la metáfora camina hacia la espiritualidad y expresa los estados de ánimo del autor.
Completamente autodidacta, White fue profesor en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos, editor y cofundador de la icónica revista Aperture, considerada como referente en el mundo de la fotografía.
Su vocación explotó tardíamente. Minor White comenzó a plasmar la realidad con 30 años, cuando fue contratado para retratar edificios históricos, más tarde, su participación como soldado en la IIGM marcaría un punto de inflexión en su trayectoria.
Influido por Alfred Stieglitz y las teorías simbolistas, se convirtió en uno de los fotógrafos modernistas más influyentes de la posguerra estadounidense, creando evocadoras imágenes de naturaleza cargadas de poesía y belleza.
Estudioso de diferentes sistemas espirituales, y enrocado en la ocultación de su homosexualidad ante el temor al ostracismo social, White estaba más interesado en el potencial simbólico de su arte que en representar la realidad.
Un camino espiritual
La exposición Metáforas, enmarcada en PhotoEspaña, y organizada por la Fundación Loewe (Galería Loewe C/ Gran Vía 8, Madrid), recupera el trabajo de White, que durante años cayó en el olvido y en la actualidad acapara la atención de los expertos. La retrospectiva es la primera individual del autor en España, y todavía hay oportunidad de disfrutarla porque permanece abierta al público hasta el 25 de agosto.
La selección, que invita a ser contemplada con pausa para conectar con su esencia, recoge 40 copias originales producidas durante cuatro décadas. Fueron concebidas como imágenes metafóricas por White pero también lo son para el visitante que las observa. Para el fotógrafo, la imagen iba más allá de lo que el objeto literal mostraba, representaba un estado emocional interno. Sus capturas rebosan gran destreza técnica y se mueven a caballo entre lo místico y lo esotérico.
Así, nos muestran desde paisajes urbanos, hasta simbólicos y precisos estudios del cuerpo masculino y fotografías abstractas de la naturaleza. Sus singulares imágenes están llenas de modernidad y revelan la visión y el experto tratamiento de White a la hora de componer y utilizar la luz como medio para evocar un estado contemplativo.
El fotógrafo reproducía su trabajo dentro de un rico espectro entre tonos negros y blancos, sirviéndose además de encuadres de primeros planos para expresar aquello que no se podía mostrar, un argumento piedra angular de su obra que entronca con su oculta identidad sexual.
White insistía en la necesidad de estar en contacto con el mundo interior de cada persona. Un mensaje que trasmitió a menudo como docente en sus enseñanzas a sus alumnos del MIT.