Elvis, The wonder of him: 40 años sin El Rey
- Se cumplen 40 años de la desaparición de Elvis Presley
- Empezó su carrera musical en 1955 y se convirtió en un animal de la escena
- Participó en 33 películas, algunas interesantes como El rey de la cárcel
Dijo en una ocasión John Lennon que cuando en Liverpool iba a ver las películas de Elvis pensaba “ese sí es un buen trabajo”. Así de claro se expresaba en lo que toca a lo que las películas de Elvis supusieron para él. También dijo que antes de Elvis no había nada, tan solo el vacío. Cierto, al menos emocionalmente hablando, y fue Elvis quien vino a dar sentido a las vidas de una juventud necesitada de un soplo de aire fresco. Elvis fue ese soplo, o mejor, un auténtico vendaval que barrió, ya para siempre, todo el polvo que nublaba los ojos y las mentes de tantos y tantos. Con Elvis, de cuya muerte se cumplen este 16 de agosto 40 años, América cambio, y la juventud tuvo la certeza y la ilusión de que sus vidas podían ser otra cosa.
Tras América todo el mundo se convirtió a aquella nueva fe que cayó como una auténtica bomba entre quienes veían aquella música, el rock and roll, como un asunto exclusivo de degenerados y de negros.
En realidad, Elvis Aaron Presley, blanco, camionero, nacido un 8 de enero de 1935 en Tupelo (Mississipi), no inventó nada. Todo empezó cuando quiso grabar una canción para su madre, en 1953, y decidió probar fortuna en Sun Records, en Menphis, propiedad de Sam Philips, quien quedó impresionado.
El movimiento de cadera
Ya el siguiente año grabó una maqueta, junto al guitarrista Scotty Moore y al bajo Bill Black, y comenzaba a actuar por diversos clubs causando sensación. Elvis no era el primero en cantar rock and roll, eso se lo disputaban Chuck Berry, Little Richard, o Bill Halley, pero sí supo aglutinar como ningún otro en aquellos momentos toda una serie de músicas distintas que venían sonando desde hacía años en cada cruce de caminos del profundo sur: el góspel, el country & western, el blues...
Empezó cantando baladas, aunque tras aquella mirada algo aniñada lo que en realidad se escondía era un auténtico animal de la escena, capaz de contorsionarse hasta el paroxismo al ritmo de aquella nueva música.
Aquellos movimientos de cadera eran el delirio para los fans, y al mismo tiempo, una auténtica pesadilla para los padres y para las gentes de orden, que, como suele suceder, son siempre, todo el mundo lo sabe, las más aburridas.
El Elvis cinematográfico
En 1955, el autollamado coronel Tom Parker, se ofreció a ser su mánager, marcando la carrera de Elvis hasta su muerte. Tiempo después se descubrió que ni era coronel ni se llamaba Parker, sino que era un inmigrante holandés, ilegal, que acabó en la cárcel por su desmedida ambición por el dinero ajeno. Su porcentaje de las ganancias de Elvis era del 50%.
En 1956, apenas dos años después de su debut, Elvis se convertía, de repente, en un fenómeno a escala planetaria. El Show de Ed Sullivan le presentó en todos los hogares americanos. Sus movimientos de cadera provocaron tal terremoto mediático que en posteriores apariciones se impuso una censura de caderas para abajo. Pero el éxito siguió en aumento.
Y en lo que nos toca, Elvis acabó pasando de la pequeña, a la gran pantalla. A lo largo de su carrrera Elvis hizo nada menos que 33 películas. Lo cierto es que la mayoría de ellas no son recordadas nada más que por su presencia. Títulos intrascendentes y rutinarios que parecieron adormecer a la bestia.
Pero entre ellas, con todo, algunos más que interesantes títulos, incluso muy decentes y buenos, con directores de nivel como Michael Curtiz o Richard Thorpe, títulos como Love me tender (1956), El barrio contra mí (King Creole, 1958), El rey de la cárcel (1957), Cita en Las Vegas (1964), con la impresionante Ann Margret, o Pista de carreras (1968), con Nancy Sinatra, son pequeños clásicos de una carrera marcada las más de las veces por lo más kitch que imaginarse pueda. Cierto es también que allanó el camino del cine para las futuras estrellas del rock, como los Beatles, aunque sin duda, los de Liverpool fueron más brillantes en la pantalla.
Llamada a filas, declive y resurgir
Pero, mientras en 1958 la patria había llamado a filas a Elvis, y el mundo vio cómo aquel tupé rebelde era puesto en su sitio. Para muchos, una metáfora de lo que sucedió en realidad.
Dos años más tarde, Elvis volvió, pero ya no parecía ser el rebelde que fue. El mundo había cambiado, ayudado precisamente por la música popular que él había impulsado.
Los primeros 60 vieron declinar su figura musical cuando su presencia en rutinarias películas se mantenía. Mientras, grupos de la invasión británica, como los Beatles, se declaraban rendidos admiradores suyos.
Con todo, tras el verano del amor que fue 1967, en la segunda mitad de la década revivió un tremendo éxito, con la edición de discos excepcionales, a los que acompaño un programa de televisión, primero, The comeback special, en 1968, donde podía vérsele encuerado, guitarra en mano, o totalmente vestido de traje blanco, seguro de sí mismo. O, al año siguiente, en un tremendo documental, titulado Elvis tal como es, donde aparecía ensayando, primero, y tocando, después, ante el público, a priori menos rockero que imaginarse pueda en Las Vegas, convirtiéndose en un testimonio de primera mano de la fuerza en escena de Elvis Presley. Porque, si algo demostraba Elvis, es que fuera cual fuera el traje que llevase, su voz seguía siendo algo absolutamente excepcional.
Lo que pareció un amor eterno con Priscila no pudo ser, porque Elvis, El Rey, no era más que un hombre; y el fracaso asomó por donde los hombres son más vulnerables, solo que para él no hubo un hotel de corazones rotos.
Deterioro y muerte
En 1973, Aloha from Haway fue un concierto retransmitido por televisión al mundo entero y visto por más de 1.000 millones de personas. Un Elvis más gordo, pero todavía en buena forma. Sin embargo, en adelante, su cuerpo no hizo más que hincharse más y más, resultado de múltiples obsesiones compulsivas, miedos y terrores, anfetaminas, alcohol y más, hasta alcanzar un estado lamentable que, no obstante, no impidió que siguiera cantando como solo él podía hacer.
Aquel año, 1977 no iba a resultar un buen año. Al jubileo de la reina de Inglaterra le acompaño el nacimiento del punk, y aquel 16 de agosto, su cuerpo no aguantó más y Elvis se fue para siempre. Sonaba en las radios una nueva canción, "Moody Blue", con una voz tan majestuosa como siempre.
Millones de seguidores en todo el mundo lloraron su desaparición. Desde su muerte, periódicos, radios o televisiones han seguido dedicándole buena parte de su espacio para hablar de él con mayor o menor fortuna contando lo sabido y lo por saber de su vida y muerte.
"¡Elvis está vivo!", suele decir a su público Bruce Springsteen en sus conciertos. En el cine es recurrente el fantasma de Elvis, en títulos tan dispares como Amor a quemarropa (True romance, 1993) o Corazón salvaje (Wild at heart, 1990). Hubo una especie de biopic en forma de miniserie televisiva con Jonathan Rhys Meyers que tomaba como punto de partida el previo al show televisivo del 68. Incluso supimos que El último Elvis (2012) era argentino.
En realidad nunca nada nuevo, cada vez que oigamos una canción de Elvis se nos encogerá el corazón y, aunque todos hagan dinero con su nombre, no dejarán nunca de ser palabras, palabras y más palabras, que demuestran, una vez más, que por encima de todo, la voz y el mito de Elvis Presley están y estarán siempre vivos. El Rey ha muerto. Viva el rey.