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El renacimiento de las FARC como partido, piedra de toque para la paz en Colombia

  • La Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común toma el relevo de la guerrilla
  • Su aspiración es aglutinar un movimiento de izquierda como alternativa de poder
  • El reto inmediato es superar el rechazo social y consolidarse en las elecciones
  • La oposición de la derecha al acuerdo de paz alimenta la incertidumbre política

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Las FARC se transforman en un partido político, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común

Nuevo nombre con las mismas siglas, una rosa en lugar de dos fusiles, caras nuevas en la dirección y un proyecto para ganar el poder en las urnas: la que hasta hace dos semanas era la guerrilla más antigua de América Latina ha completado esta semana su transformación en un partido político, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que toma el relevo de las ya desparecidas FARC para enfrentarse al reto de consolidarse en la democracia de Colombia.

Se trata de un cambio que representa un hito de profundo significado para el proceso de paz en el país latinoamericano, según coinciden los analistas consultados por RTVE.es, si bien no está exento de dificultades ni de incertidumbres, especialmente el rechazo de un amplio sector de la sociedad colombiana -hasta un 80 %, según algunas encuestas- a que la antigua guerrilla se incorpore a la normalidad democrática.

Es una buena noticia para el país, pero no va a ser fácil; los próximos meses serán decisivos

"Es una buena noticia para el país, pero no va a ser fácil; los próximos meses serán decisivos", resume el jurista colombiano Hernando Valencia Villa, experto en derecho internacional sobre derechos humanos y conflictos armados, aunque, a su juicio, "podemos hablar de un punto de inflexión fundamental en el proceso de paz".

En la misma línea se expresa Enrique Santiago, asesor jurídico de la FARC y miembro de la ejecutiva del Partido Comunista de España (PCE): "El fin de la guerra cambia todo el escenario político, tanto en la derecha como en la izquierda", recalca desde Bogotá, donde ha asistido al congreso en el que más de un millar de delegados de la antigua guerrilla han fraguado la nueva formación.

Superar el rechazo

Todavía hay sectores importantes del espectro político que no asimilan el acuerdo de paz

Santiago explica que "todavía hay sectores importantes del espectro político que no asimilan el acuerdo de paz", como los seguidores del ex presidente Álvaro Uribe, que han estado a la vanguardia de la oposición al pacto hasta el punto de que el propio Uribe y el presidente Juan Manuel Santos se enzarzaron a cuenta del mismo ante el papa Francisco.

Valencia también alude al "temor que gravita sobre que haya alguna fuerza oscura de extrema derecha" que ponga en riesgo el acuerdo de paz, rechazado inicialmente en referéndum y renegociado de forma inmediata para que fuera definitivamente ratificado por el Congreso, en diciembre del año pasado.

Con todo, el asesor jurídico español también indica que existe "una cierta prevención, un cierto miedo" entre la izquierda colombiana, un sector político muy dividido que teme "que se consolide un nuevo competidor".

En última instancia, es la propia FARC quien debe cultivar y adquirir una experiencia democrática que aleje la imagen negativa que pesa sobre la formación por su pasado violento, tal como señala Valencia: "Tienen una tarea tremenda por delante y van a tener que hacerse perdonar, porque todavía hay mucha animadversión atmosférica".

La prueba de fuego de las elecciones

Además, tienen poco tiempo: la prueba de fuego serán las elecciones legislativas que se celebrarán en marzo de 2018, dentro de apenas seis meses, y que servirán para medir el respaldo con el que cuenta la nueva formación. En principio, se le presupone un considerable arraigo en las áreas rurales donde la guerrilla, de raigambre campesina, tenía sus bases, y mayores dificultades en el ámbito urbano.

Los acuerdos de paz conceden a la FARC un mínimo de representación en el Congreso colombiano en estas elecciones y en las siguientes: cinco senadores y cinco miembros de la Cámara de Representantes, que solo asumirían en caso de no alcanzar ese resultado en las urnas -esto es, si logran tres diputados se les garantizarían otros dos- y que, en cualquier caso, se añaden y no sustituyen a los escaños que tienen ambas cámaras.

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El cupo les va a permitir salvar la cara

Más allá de eso, las perspectivas son inciertas. Valencia pronostica que "no les va a ir muy bien, porque es su primera presentación en política, en unas elecciones muy complejas y con muchas abstención, lo que les va a afectar. El cupo les va a permitir salvar la cara".

Santiago considera que no es probable que se supere el cupo con las listas que presente el nuevo partido, especialmente en el Senado, que se elige mediante circunscripción única nacional, aunque apunta que sí puede sumar representantes en las listas de las alianzas regionales que son habituales en los departamentos colombianos.

Un nuevo movimiento

Señala, además, que puede haber sorpresas, porque la imagen de la FARC está remontando: una encuesta de Gallup les daba este jueves una imagen favorable del 12 %, dos puntos por encima de los partidos tradicionales y muy por encima del exiguo 2 % que exhibían las FARC antes de desarmarse.

En este sentido, el nuevo partido ha cambiado el nombre pero ha optado por mantener sus siglas y la referencia revolucionaria, en un intento de mantener la fidelidad de las bases tradicionales, aún a riesgo de alejarse aún más de las clases medias urbanas. Por otro lado, aunque se mantienen los fundamentos comunistas, sus líderes evitan insistir en etiquetas marxistas, ampliando su espacio ideológico, por ejemplo, a aspectos medioambientales.

Aspira a generar un amplio movimiento político y social de convergencia, para unificar a la izquierda

Santiago explica que la aspiración de las FARC no pasa por convertirse en un partido más, sino en generar "un amplio movimiento político y social de convergencia, para unificar a la izquierda como alternativa de gobierno". A eso aludía en la apertura del congreso fundacional el dirigente Julián Gallo Cubillos, alias Carlos Antonio Lozada: "Vamos a recorrer el país, como lo hemos hecho en más de 50 años de conflicto, pero de manera pública por primera vez, para disputarle las mayorías a la oligarquía que ha mal gobernado el país".

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Es un objetivo ambicioso, que pasa inexorablemente por consolidar los pactos alcanzados con el Gobierno de Santos, cuya implementación legislativa completa está todavía pendiente; así, el asesor español justifica la decisión de no presentarse a las elecciones presidenciales, que se celebraran dos meses después de las legislativas, con el fin de "garantizar que a la segunda vuelta llega al menos un candidato que defienda el acuerdo de paz", algo que no está, ni mucho menos, asegurado.

Caras nuevas para la paz

Valencia, sin embargo, opina que esa ausencia en las presidenciales obedece, en primer lugar, a que aún "no disponen de un líder nacional carismático, atractivo", y en segundo término, a que prefieren "ir paso a paso" en su tránsito al juego democrático.

En esa transición se incluye la incorporación de caras nuevas, que poco a poco vayan sustituyendo a los líderes guerrilleros al frente del partido: la nueva dirección, que incluye 111 miembros, se reparte casi a partes iguales entre quienes proceden del estado mayor de las viejas FARC (como Rordigo Londoño, alias Timochenko, el número dos Luciano Marín, alias Iván Márquez, o el propio Lozada) y nuevos dirigentes que no eran jefes militares. "Habrá una buena cuota de mujeres, etnias y todas las expresiones del nuevo movimiento", aseguraba Jorge Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, este viernes en la clausura del congreso.

Porque para lo que no parece haber vuelta atrás es para un regreso a la violencia: "Su compromiso con la paz parece realmente serio, creíble", subraya Valencia, que remarca que la antigua guerrilla está cumpliendo con los términos del acuerdo de paz, como demostró su rápido desarme. Santiago también destaca el "compromiso político" y la "clara voluntad" del nuevo partido para con el proceso de paz.

El proceso de paz sería un éxito clamoroso si tienen representación a medio plazo

El jurista colombiano señala, en cualquier caso, que sería deseable que la nueva FARC se convierta en "una fuerza política viable y exitosa", puesto que, a su juicio, "el proceso de paz sería un éxito clamoroso si tienen representación a medio plazo".