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'Jacques': las profundidades de la vida de Cousteau

  • Se estrena la película sobre las gestas y sombras del oceanógrafo
  • RTVE.es entrevista al director Jérôme Salle y al actor Lambert Wilson

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Lambert Wilson como Jacques Cousteau
Lambert Wilson como Jacques Cousteau

Con su gorro rojo, su alegre tripulación del Calypso, y su obsesión por mostrar un silencioso reino con cámaras submarinas, Jacques Cousteau fue unos de los íconos mediáticos del siglo XX. El cineasta Jérôme Salle descubrió, sin embargo, que su hijo no conocía nada sobre el oceanógrafo y -voilà– ha dirigido Jaques, biopic que se estrena el 15 de septiembre en España.

“Lo que me interesaba de Cousteau es que representa al hombre del siglo XX en su evolución hacia la ecología. Primero se sirvió de la naturaleza, y cuando se dio cuenta de que estaba siendo destruida, se dedicó a protegerla”, resume Salle en una entrevista para RTVE.es

Protagonizada por Lambert Wilson, Pierre Niney y Audrey Tatou, Jacques se sube a bordo de la intimidad familiar y sus dificultades (las infidelidades de Cousteau, el abandono de sus hijos), y también su evolución desde un apasionado marino al hombre de negocios que transformó el barco Calypso en un falso reality en el que hasta los famosos gorros rojos solo eran una concesión a la telegenia.

“Era alguien que jugaba con la seducción a su alrededor. Sí que era carismático, pero también muy duro con quienes les rodeaban y también con su familia”, afirma el director.

Pese a la imagen de abuelo entrañable de los documentales, Cousteau fue también un gran seductor y un mujeriego. Por eso tiene sentido que un galán como Lambert Wilson sea el encargado de darle vida. “Que fuese un mujeriego fue lo que más me sorprendió. Ni siquiera tenía un físico para hacer averías por ahí. Eso me parecía increíble. Y muy tranquilizador para nosotros”, bromea el actor.

Como suele suceder con los ‘Cousteaus’ del mundo, su legado está más en el cariño de los espectadores fascinados que en los reproches de quienes le trataron. Audrey Tatou encarna a su sufrida mujer, Simone, que para los tripulante del Calypso era el auténtico sostén emocional del proyecto.

“Hablamos con la gente que le trató y se dividían entre los que pensaban que era un semidios y los que pensaban que era un cerdo. No había un término medio”, dice el director. Y Lambert Wilson añade: “Sus antiguos cámaras y buzos son muy discretos. Sienten que vivieron cosas, no siempre positivas, pero son muy protectores. Hay una cierta omertá en torno a Cousteau. Hacia Simone sin embargo, era todo amor, algo casi religioso”.

Pero Jacques, en definitiva, celebra la descomunal energía del hombre que llego a pactar con petroleras para poder sostener su proyecto. “Su herencia es inmensa. Incluso más allá de su labor divulgativa. Fue alguien que permitió a los hombres estar bajo el agua y apreciar la belleza del fondo marino que era totalmente inaccesible. Merece todas las medallas”, concluye Wilson.