La líder birmana Aung Sann Suu Kyi asegura que quiere poner fin a la violencia contra los rohinyás
- La comunidad internacional ha exigido el fin de la violencia al Gobierno birmano
- La misión de investigación de la ONU pide "acceso ilimitado" al país
- La crisis de los refugiados se abordará en la Asamblea General
La líder de facto de Birmania, Aung Sann Suu Kyi, ha desmentido este martes que su Gobierno eluda responsabilidades y ha afirmado que se siente "profundamente desolada por los civiles atrapados en la trampa", en alusión a la violencia contra la minoría musulmana rohinyá en el estado Rakáin. Kyi ha lamentado que, "a pesar de todos los esfuerzos, no hemos podido detener el conflicto".
En una rueda de prensa en Naipiyido ante diplomáticos y otras autoridades, la Nobel de la Paz ha dicho que condena "todas las violaciones de los derechos humanos" y ha asegurado que su país se compromete "a llevar ayuda humanitaria" a los afectados.
Sus declaraciones se producen después de haber sido duramente criticada por guardar silencio ante los acontecimientos en su país, del que ya han huido más de 400.000 musulumanes rohinyás refugiados.
La comunidad internacional exige el fin de la violencia
Este lunes, un grupo de países, encabezados por Reino Unido, que asisten a la Asamblea General de la ONU en Nueva York se han reunido con representantes del Gobierno birmano para pedir el cese a la violencia contra los refugiados rohinyás.
Suu Kyi ha respondido al decir que su país "no tiene miedo del escrutinio internacional comprometido con una solución sostenible en el estado de Rakhine".
Al encuentro han asistido ministros de Bangladés, además de la representante de Estados Unidos en Naciones Unidas, Nikki Haley.
Según Reino Unido, todos los países han pedido a Birmania el fin de la violencia, acceso humanitario sin trabas para las organizaciones internacionales y la implementación de las recomendaciones de la comisión liderada por el exsecretario general de Naciones Unidas Kofi Annan.
Un día antes de que rebrotara la violencia, ese grupo presentó 88 puntos con el objetivo atajar los problemas sectarios en el occidental estado Rakáin (antiguo Arakán), entre los rohinyá y la mayoría budista.
"Una mancha en la reputación del país"
"Aunque Birmania sin duda ha hecho progresos alentadores hacia la democracia durante los últimos años, la situación en Rakhine, los terribles abusos de los derechos humanos y la violencia son una mancha en la reputación del país", ha señalado el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson.
Johnson considera "vital" que la líder de facto del país, Aung San Suu Kyi, y el Gobierno "dejen claro que estos abusos tienen que parar".
"Estoy alentado por nuestra discusión y por la participación de altos representantes birmanos, pero ahora tenemos que ver acción para parar la violencia y abrir acceso humanitario inmediato", ha insistido a través de un comunicado.
Haley, por su parte, ha señalado que EE.UU. va a seguir insistiendo a las autoridades birmanas para que detengan las operaciones militares y se comprometan a facilitar el regreso seguro de los civiles a sus hogares.
"Todavía no estamos viendo mejoras sobre el terreno y seguimos escuchando informaciones de violencia y sufrimiento", ha explicado la diplomática en un comunicado.
La ONU pide "acceso ilimitado" a Birmania
Sobre la mesa del gobierno birmano está la petición de la Misión de Investigación de la ONU para tener acceso "pleno y sin impedimentos" al país para verificar las denuncias sobre los graves abusos cometidos contra la minoría musulmana.
"Es importante para nosotros ver con nuestros propios ojos los lugares de las presuntas violaciones y abusos, y poder hablar directamente con las personas afectadas y las autoridades, por lo que hemos pedido al Gobierno birmano que coopere y nos conceda acceso pleno y sin impedimentos al país", ha indicado ante el Consejo de Derechos Humanos el presidente de la misión, Marzuki Darusman.
La crisis se abordará también en la Asamblea General. Naciones Unidas ha advertido de que en el país puede estar produciéndose una limpieza étnica de la minoría musulmana rohinyá, además de posibles crímenes contra la humanidad.
Los refugiados escapan desde el pasado 25 de agosto dela ola de violencia desatada contra ellos en Birmania, donde el Ejército realiza una campaña militar en respuesta a un ataque de un grupo de insurgentes de esa etnia contra puestos policiales.
Las autoridades de Birmania, país de mayoría budista, no reconocen la ciudadanía a los rohinyá, ya que los considera inmigrantes bengalíes, y les impone múltiples restricciones, incluida la privación de movimientos.