Joaquín Leguina y Rubén Buren: "Melchor Rodríguez puso las vidas de sus enemigos por encima de sus ideas"
- Entrevistamos a los autores de Os salvaré la vida, Premio Alfonso X el Sabio de novela histórica
- Un retrato del Ángel Rojo, el anarquista que salvó a miles de personas durante la Guerra Civil
Joaquín Leguina y Rubén Buren son los autores de Os salvare la vida (Espasa), un retrato humanista de Melchor Rodríguez, el llamado Ángel Rojo, que salvó a más de 15 mil personas durante la Guerra Civil, aun a riesgo de su propia vida. Tambien puso fin a las sacas (las ejecuciones irregulares de presos), y fue el último alcalde republicano de Madrid. Un libro con el que han ganado el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio.
“Ante todo –asegura Leguina- Melchor era un hombre coherente con sus ideas. Y salvó a miles de personas, sobre todo a gente que era contraria a sus ideas. Aunque para ello tuvo que jugarse la vida varias veces”.
El ejemplo más recordado fue el 8 de diciembre de 1936, cuando Melchor protagonizó una de las gestas por la que pasaría a la historia, siendo Delegado especial de prisiones: "Ese día -nos comenta Joaquín Leguina- indignados por los devastadores bombardeos de la aviación de Franco sobre Madrid, que masacraron a miles de inocentes sin ningún objetivo militar, cientos de personas se concentraron ante la prisión de Alcalá de Henares para linchar a los presos nacionales. Melchor se interpuso desarmado, para dialogar con la multitud, y pronunció su famosa frase: "Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas". Al final, logró calmar a la multitud y salvar a los presos".
El escritor, guionista, dramaturgo, director de cine y músico, Rubén Buren, conoce muy bien la historia de Melchor porque es su bisnieto y nieto de Amapola, la hija de Melchor, que es la auténtica protagonista de la novela. Rubén ya escribió la obra de teatro La entrega de Madrid, sobre los últimos días de Melchor como alcalde de la capital, y participó en el premiado documental Melchor Rodríguez, el Ángel rojo, de Alfonso Domingo.
"Queremos -asegura Rubén- reivindicar unas ideas, las de Melchor, que se han tergiversado y olvidado intencionadamente por parte de la transición, de la derecha, de los comunistas, del capitalismo… Quieren sepultar las ideas anarquistas, orientando todo hacia el anarquismo violento, cuando todos tuvieron su parte violenta. Hablar de anarquismo es hablar de la reflexión, de intentar cambiar cosas de la sociedad que no funcionan. Que luego haya gente que se autodenomine anarquista sin haber leído nada al respecto es su responsabilidad. Por eso reivindico la figura de mi abuelo y la de los anarquistas que, como él, lucharon por mejorar las cosas”.
“Porque Melchor –continúa Rubén- no es un rara avis, no es “el anarquista bueno” del que hablan los medios. Ese es un argumento de la derecha. Fue un anarquista humanista normal de los muchos que había en esa época. El anarquismo, en el 36, venía de una larga tradición de sindicalismo de acción. Melchor no se quedaba quieto en las huelgas, pero ese anarquismo no tiene nada que ver con la visión violenta que se quiere dar. O el desordeno descontrol, cuando es todo lo contrario”.
Leguina confiesa por qué decidió escribir este libro: “Yo pensaba que Melchor era un funcionario del Estado, pero de eso nada. Era un obrero que se quedó huérfano de padre de niño y como su madre no podía mantenerlo acabó en un orfanato. Hizo de torero y fue anarquista. Y me pareció curioso que él fuese el que detuvo las sacas de la cárcel (fusilamientos indiscriminados de presos) que eran una cosa deplorable”.
La Guerra Civil no fue una película de buenos y malos
Leguina asegura que “He querido contar la historia de Melchor impulsado por la visión que hay actualmente de que la Guerra Civil fue una película de buenos y malos, que en la retaguardia republicana sólo había paz y tranquilidad, cosa que es falsa".
Amabos autores mantiene que actualmente Melchor es un héroe olvidado tanto por la derecha con la izquierda. “Yo creo -asegura Leguina- que a Melchor se le ha ninguneado porque era anarquista y después de la Guerra Civil el anarquismo sufrió una crisis terminal. Además, reivindicar a Melchor significaría, para la izquierda, aceptar que hubo una serie de asesinatos en la retaguardia durante la guerra”.
"Hablar de Melchor es hablar de represión republicana -añade Rubén- , confesar que la República no es aquello perfecto que nos están vendiendo, y es hablar de que en la retaguardia republicana se reprimía y se mataba. Aunque ese terror interno de la República no fuera estatal sino descontrolado. A alguna izquierda no le interesa hablar de estas cosas porque en la República parece que todo tenía que ser maravilloso. hay que ser autocríticos, si no vamos derechitos a ser reaccionarios".
"Mientras que la derecha -apunta el expresidente de la Comunidad de Madrid- ha usado a Melchor para equiparar la represión en ambas retaguardias. No hay más que ver las cifras de Paul Preston, por ejemplo, de cada cuatro asesinados en la retaguardia, tres lo fueron en la zona franquista. Y los asesinatos que siguieron a la guerra se hicieron a través de juicios militares sumarísimos, que de juicios tenían muy poco. Quieren tapar unos asesinatos con otros, pero ninguno de los asesinatos que se cometieron en ambas retaguardias es perdonable".
"La derecha -añade Rubén- reconoce a Melchor como el único anarquista bueno, denigrando así las ideas de izquierdas y equiparando la represión en ambos bandos. En los dos bandos se mataba pero la represión en el bando franquista es institucionalizada, jerárquica, con juicios sumarísimos, que viene desde el más alto grado de poder, y se ejerce durante años como una apisonadora. No es comparable ni en número ni en cantidad ni en calidad”.
La II República
"La II República fue un proyecto maravilloso –asegura Rubén-, un periodo de cinco años en el que se intentaron hacer muchas reformas educativas, culturales, sociales, la igualdad de la mujer. Pero fue torpedeada por muchos sitios: por el poder estatal de los ricos, la iglesia, los nobles… e incluso por parte de los anarquistas y sindicalistas , de la CNT y los obreros, que habían sufrido décadas de sometimiento y querían una revolución inmediata”
Leguina y Rubén coinciden en que “El principal problema de la República es que no podías construir una democracia en un país en el que casi no había demócratas”.
"La República -confiesa Rubén- fue elegida legalmente, pero durante su primer año de existencia se asesinó a 108 obreros en las huelgas o represiones policiales, la mayoría anarquistas, en el segundo año las víctimas subieron al doble; en el 33, en Casas Viejas, aumenta la cifra… e incluso todavía se dice que el voto de la mujer es el que trajo a la derecha en las segundas elecciones republicanas de 1933. Y es que la sociedad patriarcal y machista enseguida echa la culpa a las mujeres, cuando eso pasó porque la CNT decidió no votar, cuando tenía más de 550 mil afiliados".
"La Guerra Civil, que fue trágica para todos, sigue sin resolverse -asegura Leguina-. Hay una cierta izquierda, más vieja que la tos, que defiende a ultranza a la República sin ningún conocimiento de lo que hizo. La República era insostenible porque no había suficientes demócratas en España, eran una minoría. Estaba la extrema derecha y la extrema izquierda antidemocrática. Incluso hubo algunas fuerzas de izquierdas que quisieron hacer de la República una revolución”.
Salvó a más de 15 mil personas
En cuanto a los logros de Melchor, su bisnieto defiende que: "“Debería pasar a la historia porque salvó la vida, directa o inderectamente, a más de 15 mil personas, sobre todo enemigos; y porque durante años luchó por sus ideas, en las que se tenía en cuenta los derechos del hombre, la paz… Mucha gente se olvidó de sus ideales durante la guerra, pero Melchor no fue uno de ellos. Porque mientras unos sacaron sus peores odios y rencores, Melchor decidió que las vidas humanas estaban por encima de sus ideas”.
"Melchor -añade Leguina- es una persona a emular, porque representa a una izquierda humanista, defensora de los valores morales que debe tener cualquier individuo, sea del signo político que sea".
“Además -continúa Rubñen- Melchor siempre propuso el diálogo constante con todos los bandos para proteger los derechos de los más desprotegidos. Decía que si querían pegar tirar tiros que fueran al frente donde se libraba la guerra, pero que en la retaguardia había que dialogar py respetar la vida, porque somos personas. Y había que defender los drechos de las personas. El defendía las ideas anarquistas, que hablan de humanismo y del respeto al hombre”.
En cuanto a sus otros méritos, Rubén asegura que: “Fueron varios, comenzando por sus logros personales en la CNT: agilizar movimientos culturales, sociales, laborales... aumentar los derechos de los trabajadores, tanto masculinos como femeninos. También trabajó mucho por los presos durante toda su vida como luego hizo cuando le tocó a él dirigir las cárceles, ya que él estuvo preso con Alfonso XIII, con Primo de Rivera, con la República, con Franco… Por eso muchas de las mejoras en las cárceles son de Melchor y de los suyos, porque no estaba solo, su grupo de Los Libertos de la FAI le ayudó toda la guerra”.
Tras la guerra lo condenaron a muerte
"Melchor estuvo en la cárcel con todos los régimenes porque era un rebelde –puntualiza Leguina-. Nunca se le acusó de ningún delito como asesinato, robo, siempre fue por delitos de opinión. El caso más sangrante fue cuando le condenaron a muerte tras la Guerra, y no lo mataron porque Antonio Muñoz Grandes (al que Melchor salvó la vida cuando estaba preso) intervino con más de dos mil firmas a su favor"
"A Melchor le condenan a muerte en un juicio amañado -apunta Rubén- porque Franco dio la premisa de que no había rojo bueno y mataban a todos los que habían tenido un cargo visible, como rue el caso de Melchor. Solo se salvó gracias a Muñoz Grande que se levantó en el juicio para decir que le había salvado. Y es que a todos los que salvó Melchor, tras la guerra fueron altos cargos del franquismo. El 90 por ciento se olvidaron de él, menos Muñoz Grandes, que presentó un montón de firmas de gente muy importante a la que Melchor había salvado cuando fue director de prisiones".
“Le conmutaron la pena de muerte por 20 años de cárcel -continúa Rubén- pero le llevaron uno de los peores penales, el de Puerto de Santa María, donde la gente no solía sobrevivir. Por ejemplo, Julián Besteiro o Miguel Hernández salieron con los pies por delante de otras cárceles. Eso hacían, o fusilar o esperar a que muchos murieran hacinados. Melchor lo pasó fatal, perdió los dientes y solo se salvó porque un funcionario le dio un colchón. Porque en una celda para 5 personas tenían a 40 y por la noche les regaban el suelo para que durmiesen en húmedo".
"Melchor salió de la cárcel destrozado física y mentalmente -asegura Leguina-, y malvivió como pudo. Gente a la que había salvado en la cárcel le ofreció cosas, incluso le intentaron fichar para dirigir el sindicato vertical, como a muchos anarquistas que se negaron, pero Melchor nunca quiso nada y murió en la miseria. Su familia, la mía, siempre fue pobre. Era la época del Madrid de las corralas, de Lavapiés, de los baños públicos a los que tanto iba Melchor. De hecho, la casa donde vivieron ellos todavía está en pie en el Amparo".
Pudo huir a Francia
"Lo curioso es que Melchor podía haber huído de Madrid cuando llegaron los sublevados -asegura Leguina-, pero prefirió quedarse para rendir la ciudad. Su argumento básico es que él no había hecho nada malo, todo lo contrario”.
“La CNT le encomendó que llevara el dinero del sindicato a Francia, para reconstruir la CNT en el exilio -añade Rubén- pero Melchor decidió quedarse para que hubiese menos víctimas y porque pensaba que no le iban a matar, ya que no tenía delitos de sangre. Así entregó Madrid pacíficamente. Había parte de la CNT que quería poner dinamita en las calles para cuando entrasen las tropas de Franco. Pero el dijo que era una burrada e iba a morir mucha gente inocente. Así que entregó Madrid, y los nacionales entraron sin pegar un tiro, aunque luego se dedicasen a fusilar todas las noches. Pero esa entrada de los sublevados en Madrid, por lo menos fue sin víctimas. Eso también salvó muchas vidas y convirtió a Melchor en el último funcionario de la República.
Amapola es la protagonista de la novela
“Lo curioso es que el personaje principal de la novela no es Melchor, sino su hija Amapola, la abuela de Rubén” -asegura Leguina-.
"Amapola es la protagonista -añade Rubén- porque Alfonso Domingo ya había hecho la biografía de Melchor y porque queríamos contar otra parte, para que la gente entendiese su personalidad, sus ideas y su manera de hacer las cosas".
Como se cuenta en la primera parte de la novela, ambientada en los días inmediatos a la caída de Madrid, Melchor tenía refugiados de todos los bandos en su casa: “Es un poco la metáfora de lo que pasaba en España -asegura Rubén-. Me contaba mi abuela que era una verbena, que te podías encontrar de todo en esa casa. Porque Melchor refugiaba a la gente en su casa sin preguntarles sus ideas políticas".
"En esa casa -continúa Rubén- somos testigos del miedo y la represión que había en el Madrid de la guerra. También es una muestra de la desbandada que hubo en la guerra y, sobre todo, del cacao ideológico que había, y se afiliaron a partidos y sindicatos gente que nunca había tenido ideología, que hicieron revanchas personales. En el bando de la República, a un señor que tenía una farmacia con dos empleados podían llamarle patrón y malfusilarle en la Casa de Campo. Eso no es hacer una revolución".
Un idealista
Si hay algo que no se puede negar es que Melchor Rodríguez fue un idealista. "Siempre luchó por sus ideas. Una cosa desconocida es que el sindicato vertical franquista intentó atraer a los anarquistas porque quería que ellos controlasen a los obreros. En una época, el 36, en la que el Partido Comunista apenas existe y la UGT y la CNT tienen entre ambas casi tres millones de afiliados. Despues de la guerra, el fascismo intenta lavar sus manos de sangre atrayendo a los obreros anarquistas para dirigir la pantomima del Vertical, pero es ridículo, Melchor se niega porque aunque apuesta por el diálogo, nunca va a renunciar a sus ideales tal como le pedían”.
En cuanto a las ideas de Melchor: “Después de la transición -asegura Rubén-, quedaron muchas cosas por las que los anarquistas estuvieron trabajando, ideas sobre la educación o los derechos de los trabajadores que partieron de España y se fueron a Europa. Todas las conquistas de la República. Pero también quedaron muchas mentiras y muchos mitos de esa época. Por ejemplo, Europa y Estados unidos apoyaron a los sublevados y la República se quedó sola, por eso los buenos perdieron la guerra. No podemos reescribir la historia sino tratar de aprender de ella, debemos empezar a reflexionar en qué consistió el 36".
La conclusión que saca Rubén de este libro es el diálogo que tanto defendió su bisabuelo: "Joaquín Leguina es socialista, yo anarquista. No pensamos igual, nos pasamos el día discutiendo. Pero eso es lo más sano que he hecho en este último año. Discutir con un intelectual inteligentísimo me ha permitido que mi trabajo fuese mucho mejor. Mucha gente de mi familia es de derechas. Todos tenemos familias, hermanos, primos, padres de derechas y de izquierdas. Hagamos un ejercicio de diálogo como el que hemos hecho Joaquín y yo. Si dos tíos tan diferentes podemos escribir una novela a medias, ¿qué podría hacer un país?. Tanto nos ha gustado que ahora vamos a escribir otra novela sobre Francisco Boix, el famoso fotógrafo de Mauthausen, que era comunista".
Rubén Buren ha dedicado parte de su vida a defender la memoria histórica, como su último proyecto, el largometraje Maquis, que habla de la insurrección en los montes durante la posguerra. Pero desde un punto de vista innovador, el de las mujeres de los pueblos que lucharon en silencio mientras sus maridos e hijos morían en los bosques. Además, es una de las primeras películas que habla de género sin que aparezca ningún hombre en escena".
"Necesitamos 20 mil euros para terminarlo. Es muy poco dinero pero es una película independiente y muy pequeña. Hicimos un crowfunding para recaudarlos, pero no los conseguimos. Pero no abandonamos el proyecto. Seguimos buscando financiación y esperamos poder terminar la película algún día".