'Bye bye Germany', un canto a la reconciliación en la posguerra alemana
- RTVE.es entrevista a Sam Garbarski, el director de la cinta
- Humor y tragedia se dan la mano en este filme que se estrena este viernes
Cuando la Segunda Guerra Mundial finalizó, alrededor de 4.000 judíos supervivientes del Holocausto decidieron permanecer en Alemania. Ninguno supo explicar el por qué.
La historia olvidada de estos resistentes y su forma de mitigar la tragedia a través de un humor, genuinamente judío, es la que aborda Bye bye Germany, una comedia dramática del director alemán Sam Garbarski, autor de la premiada Irina Palm (2007). La cinta llega a las pantallas este 22 de septiembre.
El filme está basado en las exitosas novelas The Travelling Salesman del periodista y escritor Michel Bergmann, inspiradas en las vivencias de sus familiares durante la inmediata posguerra alemana.
“Lo que me decidió a hacer la adaptación es que nadie había hablado sobre el tema de estas personas después de la guerra, en literatura [Bergmann] fue el primero y en el cine no se había tratado. Me sentí muy impresionado. Yo también fui un niño superviviente de después de la guerra en Alemania y me sentí muy concernido por la historia”, explica Sam Garbarski sobre la gestación de la película en una entrevista para RTVE.es.
Humor para mitigar el dolor
Bye bye Germany nos presenta la historia de David Berman (Moritz Bleibtreu), un resuelto vendedor judío, especialmente dotado para contar chistes, y sus amigos residentes en Berlín.
Son supervivientes del Holocausto y deciden emprender un negocio de venta de ropa de cama, que sacarán adelante mediante triquiñuelas, para obtener dinero con el objetivo firme de abandonar Alemania y emprender una nueva vida en América. Paralelamente, el carismático Berman es investigado por un pasado que esconde secretos relacionados con el nazismo.
El tono humorístico sobrevuela el filme, a través de una narración elegante y con una comicidad equilibrada que no hiere sensibilidades, en una mirada original que sitúa el foco en la reconciliación en la posguerra y en la capacidad del ser humano para sobreponerse a la adversidad.
“Ellos tratan de huir de la realidad utilizando el típico humor judío, dentro de una situación muy difícil. Es algo casi terapéutico. Lo bueno del humor judío es que no es simplemente gracioso, es filosófico, y con una gran capacidad para reírse de sí mismos”, afirma el realizador.
Bajo el paraguas del inmenso dolor sufrido, Garsbaski compone una emotiva historia de amistad que no esquiva las secuelas físicas y psicológicas de la reclusión en los campos de concentración.
“Nosotros estamos vivos pero Hitler está muerto”, repiten los personajes, casi a modo de mantra, para darse fuerzas y ahuyentar el fantasma de la culpabilidad al haber sobrevivido al genocidio.
“Es una reacción muy humana y ocurre en las grandes catástrofes, ellos se preguntan ¿por qué no he muerto yo?”, explica Sam Garbarski, que añade que las migraciones de miles de personas en pos de la supervivencia es un tema que conecta con la actualidad.
La estrella alemana Moritz Bleibtreu, Oso de Plata al mejor actor por Las partículas elementales (2005), y que ya trabajó junto a Garbarski en Vijai and I, es el motor de la cinta en un papel cargado de matices como pícaro líder de la banda [Mira en RTVE.es una entrevista con el actor alemán], en la que también destaca la camaradería que refleja el grupo de amigos judíos.
“Bleibtreu es realmente bueno. Es como Javier Bardem, el mismo tipo de actor que transmite verdad. (…) Sobre el resto de intérpretes, lo más curioso es que no se conocían y cuando les puse juntos cinco minutos, ya parecían una panda de amigos”, ahonda.
Es el espíritu de un drama satírico que aborda un tabú del que apenas se habla en Alemania, en una película que solo muestra los hechos y no ofrece explicaciones acerca de las razones de los judíos alemanes que optaron por no emigrar, en palabras del director.
“Nadie habla de ello porque los alemanes quisieron cortar con la II GM pero he recibido cumplidos de mucha gente de la que me esperaba recibir críticas. La generación de niños de después de la guerra son a los que más les ha gustado porque dicen, por fin alguien habla de esto”, concluye.