¿De qué color será el próximo gobierno alemán?
- Los números permitirán que Merkel repita la gran coalición con el SPD
- La 'coalición Jamaica´ con liberales y Verdes sería una alternativa inédita
- La periodista Pilar Requena acaba de publicar el libro La potencia reticente
Salvo sorpresa de última hora, lo único seguro sobre el gobierno que salga de las urnas en las elecciones alemanas de este domingo es que Angela Merkel seguirá siendo la canciller de Alemania y encadenará su cuarto mandato consecutivo. La gran incógnita continúa siendo con quién gobernará, el color de la coalición, ya que no podrá hacerlo en solitario.
En cualquier caso estos comicios marcan el final de un año electoral que se temía horrible para el futuro de la Unión Europea y del euro. 2017 empezaba con negros nubarrones. Había tres importantes citas electorales en Holanda, marzo, en Francia, abril-mayo, y Alemania, septiembre. Tras el triunfo del Brexit en el Reino Unido y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, los partidos de extrema derecha, eurófobos y xenófobos se sintieron envalentonados. La crisis económica y financiera y la del euro y la crisis interna de la UE ya les habían dado alas anteriormente. Pero Europa respiró tranquila después de la victoria del liberal conservador Mark Rutte en Holanda y de Emmanuel Macron en Francia. El triunfo del europeísta Macron abría la puerta a un relanzamiento del motor franco-alemán, fundamental para el impulso y las reformas en la Unión Europea, pero está a la espera del resultado de las elecciones alemanas.
Campaña electoral
La de Alemania ha sido una campaña electoral aburrida, aunque ésta suele ser la tónica habitual en Alemania. Los dos grandes partidos, los cristianodemócratas (CDU) de Angela Merkel y los socialdemócratas (SPD) de Martin Schulz tienen demasiados puntos en común como para que se pueda generar un animado debate entre los candidatos a la cancillería y, además, no hay que olvidar que han gobernado juntos en estos últimos cuatro años en la gran coalición. La agresividad que Schulz mostró ante Merkel en el único debate que han tenido tampoco le sirvió para subir en los sondeos. Dio la impresión de que ninguno quería cerrar la puerta a una posible renovación de su alianza de gobierno.
Si las encuestas no van desencaminadas, Merkel ganará por goleada, con una diferencia de más de 10 puntos, a Schulz que podría cosechar el peor resultado del SPD en su historia. El `efecto Schulz´ de hace unos meses que llevó a una extraordinaria subida a su partido e incluso a igualar, en algún sondeo, en perspectiva de voto a la CDU ha terminado siendo un espejismo y el expresidente del parlamento europeo se ha desinflado en el camino. Quizás se deba a que entró en campaña demasiado pronto y eso ha permitido dejar aflorar sus puntos débiles e incluso un programa de gobierno no diferenciado claramente del de la CDU. Pero, además, se encontró enfrente a una estratega, la canciller Merkel, que hizo oídos sordos a las presiones de miembros de la dirección de su partido para que saltase al ruedo electoral hace meses. Se negó y esperó hasta el comienzo oficial de la campaña este verano. Schulz aparecía ya desinflado y la canciller entraba fresca al trance.
Si el primer y el segundo puesto de esta carrera electoral están claros, hay dudas sobre quién se llevará la medalla de bronce y ahí la competición se juega entre los liberales del FDP, los Verdes, la ultraderechista AfD (Alternativa para Alemania) y la izquierda Die Linke. Se mueven en una horquilla de entre el 7 y el 12%. Los mejor situados serían los dos partidos en los extremos: la AfD, por la derecha y Die Linke, por la izquierda. En cualquier caso, en el nuevo Bundestag habrá seis partidos, más que nunca. Y será el parlamento más fragmentado de la historia de la República Federal. Esto podría complicar la formación de la necesaria coalición de gobierno.
El factor AfD
La antieuropeísta, xenófoba y anti-Islam Alternativa para Alemania se quedó, en las elecciones de 2013, a las puertas pero esta vez superará sin problemas el listón del 5% necesario para tener representación parlamentaria. Será la primera vez que la extrema derecha vuelva al parlamento alemán desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Ha crecido al calor de los que se consideran perdedores de las duras reformas llevadas a cabo en los primeros años del siglo, de los perdedores de la unificación o del aumento del abismo entre ricos y pobres. Ha sabido utilizar a su favor la crisis del euro y, sobre todo en los últimos tiempos, la crisis de los refugiados. Pero tampoco hay que olvidar otros elementos que han contribuido a su crecimiento como el debate identitario alemán o la llamada “socialdemocratización” de la CDU llevada a cabo por Merkel que dejó sin patria política al ala más conservadora de su partido. Esta ha encontrado su acomodo en la AfD que ha terminado siendo una amalgama de hipernacionalistas, islamófobos, euroescépticos, antieuro, xenófobos, antiinmigración e incluso neonazis.
Si hace un par de años, muchos la daban casi por muerta, la crisis de los refugiados del verano de 2015 les sirvió para recuperarse. La presencia en el parlamento de la AfD puede llevar a debates más broncos y agresivos -es su táctica- en el legislativo, en el que pocas veces se pierden las formas y rige bastante el guante blanco. Y, sin duda, aprovechará para marcar la agenda política siempre que sea posible. Si, además, queda en tercer lugar y se forma una gran coalición, lideraría la oposición parlamentaria.
Las posibles coaliciones
Si la campaña ha sido aburrida, no lo será el día después. Cuando se tengan los resultados, empezarán las cábalas y los tanteos para ver de qué color será la próxima coalición de gobierno. En primer lugar, habrá que ver cuál o cuáles son matemáticamente posibles y cuál o cuáles lo son políticamente.
Una opción, matemáticamente segura, es la repetición de la gran coalición. No habría grandes problemas para llegar a un acuerdo. Pero eso beneficiaría a la AfD, si fuese la tercera fuerza del parlamento, porque sería la líder de la oposición y una parte de su discurso lo basa también en el rodillo que supone la gran coalición. El SPD habrá de calcular también si le interesa más pasar a la oposición e intentar recuperar un perfil político propio, después de haber sido fagocitado por Merkel. Pero si el socialdemócrata Sigmar Gabriel, actual ministro de Asuntos Exteriores, quiere ser el candidato a canciller por su partido en las próximas elecciones, quizás le interese más estar en el gobierno y sumar puntos. Es más popular que Schulz que, además, si los resultados son malos, estaría “quemado”. La gran coalición sería, según los analistas, la mejor para ir hacia más Europa porque en ese terreno los dos grandes partidos están de acuerdo en lo fundamental.
La segunda opción podría ser una coalición entre cristianodemócratas y liberales. Se dice que es la que prefiere la CDU y su partido hermano bávaro, los socialcristianos de la CSU, pero habrá que ver si es matemáticamente posible. En principio, sería también la favorita de los votantes alemanes. Es la alianza con la que la canciller gobernó en su segundo mandato pero para el FDP fue mortal, ya que en las últimas elecciones se quedaron fuera del Bundestag. Es la que más veces ha gobernado en Alemania porque los liberales fueron, hasta la coalición rojiverde de Schröder y Fischer, la tradicional bisagra.
Se habla también de la llamada `coalición Jamaica´, por los colores de la bandera de ese país: negro (CDU), verde (Verdes) y amarillo (liberales). Sería una novedad completa en la política alemana a nivel federal pero no es impensable. Probablemente, las negociaciones para un pacto de gobierno serían arduas y habría que ver si se mantendría durante toda la legislatura la estabilidad que tanto gusta a los alemanes.
Son las tres opciones más viables. El SPD también podría intentar, si matemáticamente fuese posible, una coalición con los Verdes y Die Linke, una roja-roja-verde. Sería también una novedad a nivel federal y acabaría con el tabú de no coaligarse con la izquierda de Die Linke. Pero, si, como se prevé, la diferencia entre Schulz y Merkel es de más de 10 puntos, podría suponer el suicidio político para el SPD. Los alemanes no verían con buenos ojos que fuese canciller el candidato perdedor con una diferencia tan grande.
Así pues solo queda esperar el veredicto de las urnas.