Cuando Errol Flynn entrevistó al revolucionario Fidel Castro
- Agustín Ferrer Casas recrea su encuentro, en 1958, en el cómic Arde Cuba
- Eran los últimos compases de la revolución cubana encabezada por Fidel
Además de ser una de las mayores estrellas de Hollywood, Errol Flynn también ejerció eventualmente como periodista en la Guerra Civil Española, donde entregó un cheque de un millón y medio de dólares al gobierno de la República, fruto de una colecta realizada en Hollywood. Y en 1958, en los últimos días de la revolución cubana, se entrevistó con Fidel Castro. Un encuentro que sirve al dibujante Agustín Ferrer Casas (Pamplona, 1971) para realizar el apasionante cómic Arde Cuba (Grafito Editorial).
“Sin destripar mucho –nos comenta Agustín-, situamos la historia en Cuba al término de 1958, momento en el que los guerrilleros de Fidel Castro avanzan sobre la isla de manera imparable desde Sierra Maestra. Como ya lo intentó Graham Green un año antes, pero sin éxito, el actor hollywoodense Erroll Flynn viaja al país caribeño con la intención de entrevistar a Castro. Lo hace acompañado por un reportero gráfico, Frank Spellman, al que engaña sobre el auténtico motivo de la expedición”.
“Durante una estancia en La Habana que se alarga más de lo previsto –continúa Agustín-, Spellman descubre de manera un tanto brusca –por no decir violenta- que Flynn le ha mentido: no van a buscar exteriores para una película, sino que su socio pretende ir al encuentro de Castro y sus hombres”.
“Hampones mafiosos, agentes de la CIA, representantes de multinacionales sin escrúpulos como la United Fruit Company, los servicios de inteligencia militar del dictador Batista… Todos saben de las intenciones de Flynn y compiten por salvar sus posiciones e intereses amasados durante años a espaldas de un pueblo que, harto de sus abusos, apoya a los rebeldes”.
“En el momento en que Flynn y Spellman contactan con los guerrilleros es cuando entra en escena un personaje mítico de la Revolución cubana, menos conocido que otros como el Che o Fidel Castro. Se trata de Camilo Cienfuegos. Y ahí surge la magia de la historia” -concluye Agustín-.
El dibujante confiesa que: “Desconocía este encuentro entre Flynn y Castro. Resulta inverosímil que dos personajes, aunque coetáneos, pudiesen confluir en un punto. Y fueron mis editores, Guillermo Morales y Yolanda Dib, quienes me iluminaron. Acertaron en proponerme desarrollar esta historia porque encajaba perfectamente en la estética de la época que ya había reflejado en mi anterior novela gráfica, Cazador de Sonrisas. Volvía a comienzos de los 60 y, además, con figuras tan míticas como las que pueblan este nuevo título”.
“Cuba era una olla a presión”
En ese momento, 1958, Cuba vivía los últimos días del régimen de Fulgencio Batista: “Aquello era una olla a presión –asegura Agustín-. Después de obtener la independencia como colonia de los españoles, la isla simplemente pasó a situarse en la órbita de unos Estados Unidos en plena expansión por el continente americano. Los sucesivos gobiernos en forma de república, bajo el amparo del vecino del norte, acabaron en dictaduras como la de Fulgencio Batista, apodado “lindo mulato”.
“La progresiva llegada a Cuba de las multinacionales estadounidenses en busca de materias primas (minerales y cultivos) no garantizó el desarrollo del país. Simplemente su expolio a manos extranjeras, como ya ocurrió en la época colonial” –asegura el dibujante-.
“Tampoco ayudó –añade Agustín- que en la década de los 50 aterrizasen en la isla personajes como Charlie “Lucky” Luciano y Meyer Lansky, conocidos hampones que requerían nuevos y fértiles horizontes, libres de las presiones de las leyes federales norteamericanas, para sus “proyectos empresariales”. Por el contrario, el régimen de Batista recibió con los brazos bien abiertos a los recién llegados y sus turbios negocios. La lluvia de dólares inundó La Habana, lo que se tradujo en el crecimiento de la capital con hoteles, casinos por doquier y todas las infraestructuras básicas necesarias para su funcionamiento. La isla caribeña se convirtió en el destino ideal de vacaciones para los turistas estadounidenses que buscaban las llamadas tres “eses”: sun, sand and sex”.
“Pero toda esta voluptuosidad habanera –continúa- no se tradujo en el desarrollo del resto de la isla. Las multinacionales extranjeras potenciaron los grandes latifundios en perjuicio del pequeño campesinado que apenas podía subsistir con sus cultivos. Las condiciones de vida del pueblo rozaban la pobreza y los índices de analfabetismo y mortalidad infantil eran elevadísimos”.
“Y cualquier protesta en demanda de mejoras, en forma de manifestaciones estudiantiles o huelgas, era reprimida brutalmente por la dictadura de Batista. No resultó extraño que la respuesta a tales desmanes e injusticias desembocase en un movimiento revolucionario apoyado por el pueblo que acabó triunfando en enero de 1959” –concluye-.
Realidad y fantasía a partes iguales
Una historia perfectamente documentada que mezcla realidad y fantasía a partes iguales: “La entrevista entre Errol Flynn y Fidel Castro, que sirve como escusa para introducirnos en la historia, es totalmente real. Incluso el actor se hizo acompañar por un fotógrafo, llamado realmente John McKay. En este caso el fotógrafo ha pasado a ser el narrador de la historia y, como tal, se le ha cambiado el nombre y se le ha dotado de un pasado”.
“Del mismo modo –continúa Agustín-, mientras esperaban Flynn y su fotógrafo la autorización para viajar al este de la isla, ambos se entrevistaron con el dictador Batista en su finca de Kuquine. Éste los recibió en albornoz, cosa que puede resultar fantasiosa por inverosímil y vergonzante, pero que sucedió realmente. Es casi seguro que también se habrían producido en aquellos días encuentros con otros poderes fácticos de la isla, lo que permitió a Flynn y su acompañante tomar el pulso de lo que sucedía en Cuba, aunque no tengo constancia de ello. Por tanto, los personajes retratados en ese lapso de tiempo son ficticios”.
“Caso aparte es “El Loco”, vagabundo de La Habana, personaje real usado en la historia a la manera de las figuras del realismo mágico. Podría definirlo como la voz del autor plasmada en el cómic”.
“Durante su estancia en Sierra Maestra con Fidel, Flynn debió conocer a muchos de los guerrilleros que aparecen en el cómic –añade Agustín-. De hecho, bajo el título “Castro y yo”, la revista cubana Bohemia menciona la presencia de la guerrillera Celia Sánchez junto a Castro en el encuentro con el actor. Que otros nombres esenciales del Movimiento 26 de Julio se situasen cerca e interactuasen con Flynn y su fotógrafo es más que probable”.
“La parte en la que la historia se toma una pequeña licencia creativa –concluye Agustín- es la que se refiere a Camilo Cienfuegos, figura central en este cómic y al que se le rinde un merecido homenaje. En ningún momento llegó a coincidir con Flynn y su fotógrafo, puesto que a finales de 1958 se encontraba liderando la toma de la ciudad de Yaguajay, lejos de Sierra Maestra. Pero aquí se le ofrece una segunda oportunidad de continuar una vida cercenada meses después en un accidente aéreo cuando sólo contaba 27 años.
Errol Flynn
Sorprende encontrarse a Errol Flynn en los últimos meses de su vida: “El Errol Flynn de finales de 1958 –asegura Agustín- estaba en el ocaso de su carrera profesional y de su vida. Pocos meses después de su última visita a Cuba, en 1959 con ocasión del rodaje de la película Rebeld girls, con su novia adolescente Beverly Aadland como protagonista, moriría de un ataque al corazón en Canadá cuando contaba 50 años. Aunque representaba 70 debido a sus excesos con el alcohol”.
“Cierto es –continúa- que él mismo no se deja en muy buen lugar en sus escritos y eso me ha permitido retratarlo con los estereotipos de un bebedor, mujeriego, fanfarrón y, en buena manera, perdedor. Acuciado por la Hacienda norteamericana, las deudas, las pensiones de sus varias ex esposas y un asesor que lo llevó a la quiebra, se embarcó en incontables planes como el de entrevistar a Fidel Castro en plena Revolución cubana. Toda una aventura no exenta de riesgos, lo que hace que el Flynn real se cruce una vez más con la imagen de los héroes que le dieron fama en el celuloide, pero en una versión estrambótica y abotargada”.
“Quien quiera saber más sobre el personaje, no tiene más que acercarse a su autobiografía: Errol Flynn: aventuras de un vividor, Errol Flynn; traducción de Rocío Valero, T&B Editores, Madrid, 2009” –concluye Agustín-.
Frank Spellman
Pero el auténtico protagonista de la historia es el fotógrafo Frank Spellman: “A personaje real del fotógrafo que acompañó a Flynn en esta aventura lo he sustituido por el ficticio Frank Spellman –asegura Agustín-. Eso me ha permitido moldearlo a mi antojo, como una persona normal y corriente, con sus miedos e inseguridades, para situarlo como personaje central de una trama que no ha elegido interpretar”.
“Spellman –añade el dibujante- es un reportero gráfico norteamericano de origen judío que comienza su carrera profesional como fotógrafo cubriendo la guerra civil española en 1938 para la prensa estadounidense. Allí coincide con personajes tan conocidos como el fotógrafo húngaro Robert Capa, que lo acoge bajo su ala, el escritor norteamericano y futuro Premio Nobel Ernest Hemingway; y el actor Errol Flynn, que huye de su tempestuoso matrimonio con la también actriz Lili Damita, y con el que entabla una singular amistad basada en la diferencia de caracteres”.
“Durante la II Guerra Mundial es testigo de la liberación de los campos de concentración alemanes. Ser espectador de este terrible acontecimiento supone un punto de inflexión en su carrera y, en lugar de cubrir conflictos como el de Corea o Indochina -donde muere su amigo Robert Capa-, decide convertirse en uno de los muchos fotógrafos que llenan las revistas del papel cuché con retratos del star system de Hollywood”.
“Como profesional venido a menos, divorciado de una esposa más fascinada por los oropeles de los astros del celuloide que de él, Spellman se dedica a retratar a starlettes, jovencitas aspirantes a estrellas. Es en ese momento cuando Errol Flynn lo “rescata” con el pretexto de que lo ayude a buscar exteriores en Cuba para una próxima película” –concluye-.
Castro, el Che y Cienfuegos
Los revolucionarios cubanos también son los protagonistas de la historia: “Como este cómic se sitúa en un momento histórico tan relevante como el de la Revolución cubana –afirma Agustín-, diría que por razones pedagógicas debían ser los propios guerrilleros quienes contasen, de primera mano, las razones que los llevaron a unirse al Movimiento 26 de Julio. Y además lo hago por boca de algunas de las integrantes del batallón femenino Mariana Grajales, personajes reales como Vilma Espín, Haydée Santamaría o Eloisa Ballester. Me parecía mucho mejor dar voz a estas heroínas de la Revolución, empoderándolas, que no reincidir en posibles discursos de Fidel Castro, su hermano Raúl o el Che, que podían resultar manidos”.
Pero el gran protagonista es Camilo Cienfuegos “Sin duda se lo merece –afirma Agustín-. Castro o el Che son, al igual que Flynn, personajes de reparto en esta función, necesarios en el transfondo del cómic. Pero Camilo Cienfuegos vale, a mi entender, un capítulo aparte. Si no hubiese sido por su trágico final pocos meses después del triunfo de la Revolución, la figura de Cienfuegos hubiera significado un elemento importantísimo en la historia reciente de Cuba. De hecho, este cómic juega con el lance que provocó su accidente aéreo y le otorga una segunda oportunidad. Otra licencia creativa”.
“La figura de Cienfuegos –continúa- puede situarse a la altura de la del Che, al que se ha mitificado hasta casi banalizarlo. Hijo de emigrantes anarquistas asturianos, nace en una barriada de La Habana en 1932 y muy pronto se significa en las protestas estudiantiles contra la dictadura de Batista. Obligado a exiliarse, se une a Castro en México y es uno de los integrantes de la fatídica expedición del yate Granma de 1956.
“Destacado en la lucha guerrillera, asciende hasta convertirse en comandante del Movimiento 26 de Julio y ser el primer mando en llevar la ofensiva rebelde fuera de Sierra Maestra, lo que lo da el apodo, entre otros, de “Señor de la Vanguardia”. No hay más que ver fotos suyas para comprender que se trataba de un hombre de talante jovial, bromista y amistoso, admirado por sus hombres y querido por el pueblo. Sin duda Cienfuegos fue el héroe más cercano, accesible y querido de la Revolución” –concluye Agustín-.
Una estupenda documentación
Como en todos los trabajos de Ferrer Casas, destaca su excelente documentación: “Diré lo de siempre: benditos Internet y guías turísticas de La Habana. No he tenido ocasión de viajar a la isla, pero me he intentado impregnar del momento histórico concreto a través de numerosos documentos gráficos que ilustran aquella época y lugar. Cosa harto difícil porque, en el caso de la ciudad de La Habana, el crecimiento por el desarrollo e impulso del negocio turístico hacía que de un año a otro cambiase el skyline de la ciudad, con nuevos hoteles de gran altura”.
“Otro problema era –continúa- que, aunque se diga que La Habana, como los innumerables coches que la transitan, parecen detenidos en el tiempo, esto tampoco es del todo real. Muchos edificios han cambiado su fisonomía en cuanto al color (muy complicado de interpretar si las fotografías de la época son en blanco y negro) o por la supresión en la actualidad de grandes anuncios de neón de empresas como Firestone o Bacardi en sus azoteas. He intentado ser fiel a la realidad, pero seguramente habré metido la pata en algún momento”.
“También han ayudado el visionado de múltiples grabaciones de los guerrilleros del Movimiento 26 de Julio, tanto por el vestuario, como por el ambiente. Y aunque es una ficción y está rodada en la República Dominicana, resultó interesante revisar la película “Havana” de Sydney Pollack, con Robert Redford y Lena Olin como protagonistas principales”.
“Y en cuanto a lecturas, fueron obligadas la antes mencionada autobiografía de Errol Flynn; el más que interesante Nocturno de La Habana; cómo la Mafia se hizo con Cuba y la acabó perdiendo, T. J. English; traducción de Jordi Beltrán Ferrer; Debate, Barcelona, 2011; y numerosas publicaciones que hablan sobre la entrevista de Flynn con Castro” –concluye-.
Dibujando la revolución
En cuanto al dibujo, Agustín nos comenta que: “Pues lo he adaptado con moral de victoria e infinita paciencia. Había que contar una historia y llegó un momento en el que se superó el número de páginas previstas. Yo le echo la culpa a la representación de los combates, cosa que nunca había dibujado y que tuve que “coreografiar” hasta conseguir algo que no resultase una parodia bélica. Que juzgue el lector porque yo soy nuevo en ese terreno y no puedo ser imparcial. El hecho cierto es que la parte situada en La Habana hasta llegar a Sierra Maestra estaba milimétricamente acotada, pero en cuanto llegaron los guerrilleros…”
“Sobre el cromatismo –añade- creo que, sin abandonar mis acuarelitas y mis acrílicas, he conseguido ese aspecto que diferencia los ambientes de La Habana y del este de la isla en sus momentos más “rebeldes”. Esta vez he optado por vaciar de color las “calles” del cómic, no como en “Cazador de Sonrisas” que iban adoptando colores más oscuros conforme se acercaban al desastre. Con ello he conseguido, además de no volverme loco, una cierta claridad en beneficio del color de las viñetas. El resultado creo que ha sido satisfactorio (una vez más no soy imparcial)”.
Por último, Agustín nos avanza sus proyectos: “Cuando encarrile el tema de la promoción de este último libro retomaré un proyecto que tenía por la mitad: un biopic sobre el arquitecto alemán Mies van der Rhoe, que abandoné hace año y medio para “embarcarme rumbo a Cuba”. Confío en que pueda terminarlo para 2019, justo el año en que se cumple el 50ª aniversario de la muerte de esta singular figura del siglo XX, que asentó los fundamentos del Movimiento Moderno en la arquitectura. Después, ya se verá”.