Lita Cabellut: "Lo de ser la artista más cotizada es cosa del marketing"
- Cabellut es una de las artistas españolas que más vende en el mundo
- Dos grandes exposiciones en Barcelona y A Coruña reivindican su arte
- RTVE.es entrevista a la pintora, que vivió en la calle cuando era niña
La pintora Lita Cabellut no oculta su emoción y un poso de nervio por el gran momento que atraviesa. Cabellut es una de las artistas españolas más cotizadas internacionalmente, según publicó en 2015 la revista Artprize, referente en el mercado del arte.
Sin embargo, este éxito no tiene especial eco en España donde su nombre aún no es muy conocido para el gran público. Dos exposiciones que coinciden en el tiempo, Retrospectiva, que se puede disfrutar hasta el 27 de mayo en la Fundación Vila Casas de Barcelona, y la recién inaugurada Testimonio (del 26 de octubre al 15 de marzo en el Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa de A Coruña), más su reciente trabajo escenográfico con la Fura del Baus en el festival de Pesaro, se proponen remediar esta situación.
Estas muestras sitúan su obra en primer plano y convierten en profeta en su tierra a esta artista nacida en Aragón, criada en Barcelona, pero que vive y crea en La Haya (Países Bajos) desde los 19 años.
Las cartas que le tocaron en la vida-mujer, de raza gitana, pobre, artista- no aventuraban un triunfo fácil para esta pintora de pelo negrísimo y carácter vehemente que decidió “perseguir un sueño”. Cabellut posee la fuerza y la determinación de los supervivientes y resta importancia a las etiquetas que achaca al ruido del “marketing”.
“Hay muchos artistas muy buenos que no han tenido la suerte de estar en el momento oportuno y encontrarse con el mejor marchante de su época, y de tener ese ventanal al mundo que te ofrece una galería que trabaje internacionalmente. Eso hace que seas una artista accesible. El público te ve y te compra, pero eso no te hace mejor artista. El arte está por encima de números y cotizaciones”, responde a RTVE.es desde A Coruña, donde se ha implicado personalmente en cada detalle de Testimonios, que incluso reproduce parte de su taller holandés, y que pretende convertir sus materiales en poesía.
Obras para despertar conciencias
Criada en un barrio barcelonés de origen humilde, Lita Cabellut pasó trece años de vida malviviendo en la calle y en un orfanato, hasta que fue adoptada por una familia acomodada que le proporcionó formación y le llevó al Museo del Prado madrileño. El Prado, como ocurre con tantos otros pintores, tuvo un efecto catártico: fascinó a la adolescente Lita y despertó su vocación a los pinceles.
“Siempre digo que a mí la vida me parió dos veces. Físicamente y espiritualmente en el Prado. Los genios del Prado son parte de lo que soy”, recuerda, y destaca su admiración por Goya por “su implicación social y su inteligencia y por dejar testimonio de lo que no debemos repetir”.
La artista ha estado en el infierno y ha vuelto para contarlo, transitando por una infancia dickensiana de las que imprimen en el alma marcas de las que no se borran. Un pasado que le ha robado muchos titulares y con el que Cabellut parece haberse reconciliado.
“Mi infancia difícil ha marcado mi forma de ver el mundo de una forma positiva (…) La vida es necesaria aceptarla y entenderla y para eso necesitamos ir a las escuelas para entender, y cuando entendemos, podemos perdonar y usar las cosas en positivo, entonces, los fantasmas se hacen pequeños y los monstruos se hacen amigos tuyos”.
Esta empatía hacia los más débiles se refleja en su arte. Prostitutas, enfermos mentales, y vagabundos pueblan sus obras que aspiran a golpear conciencias.
“Me parece maravilloso poder pintarlos y hacer de ellos retratos enormes para que no nos pasen desapercibidos y que los podamos ver. Para mí la belleza es la fragilidad y la imperfección”, señala.
La búsqueda obsesiva de la belleza, el ser humano y su cuerpo, centran su arte, que renueva el realismo con sus célebres retratos craquelados de gran escala, compuestos por trazos desgarrados que recuerdan a Lucien Freud y Francis Bacon, dos de sus pintores favoritos y fuente de inspiración.
Pero Lita Cabellut camina un paso más allá. Su torrente creativo se derrama en un trabajo multidisciplinar que incluye fotografía, escultura, video y performance.
Un abanico que recoge la exposición Testimonio del MAC, que en un recorrido por seis salas a modo de seis capítulos de un poemario, enfoca la esencia de su mirada artística y personal en 72 obras, realizadas en el último año y medio. A través de los retratos, Cabellut habla de diferentes circunstancias sociales como puede ser la guerra, la emigración o la soledad.
“Pinto lo que me importa, lo que me quita el sueño, lo que me conmueve me gusta y me hace feliz. Muchas veces la simplicidad de la gente. Me gusta fijarme cuando salgo del supermercado quién está fuera esperando a que le den una limosna, e imaginarme que podríamos hacer para que esta persona pudiera tener mejores condiciones. Son las cosas que me importan”.