William Kentridge: "En el mundo cada vez hay más villanos y menos héroes"
- La producción escénica del artista sudafricano desembarca en el Reina Sofía
- Kentridge acaba de recoger el Premio Princesa de Asturias de las Artes
- Su trabajo multidisciplinar es una profunda denuncia de las injusticias
El artista sudafricano William Kentridge define su trayectoria como la forma de “sobreponerse a una serie de fracasos”. Relata con humor que falló en el cine, el teatro y el dibujo por separado, pero halló su camino en la mezcla. Artista polifacético y multidisciplinar, Kentridge trabaja ilustraciones, collage, grabado, escultura, tapices, cine, teatro, ópera y videoarte. Vasos comunicantes que beben de la misma esencia, y que le han valido un amplio reconocimiento internacional desde su despegue en la Bienal de Sao Paulo en 1998.
El dibujo es la pieza angular del arte de Kentridge. Conforma su aguda mirada a la sociedad, en la que se adentra a través de metáforas en las que combina investigación poética vanguardista con denuncia. Lo hace desde la paradoja, la ambigüedad, la contradicción, el absurdo y una pizca de surrealismo.
“Quiero trabajar en un arte que tenga sentido para mí y para la gente”, señala el autor en una entrevista para RTVE, a la vez que desecha la etiqueta de “arte político”.
Sin concesiones a la era digital, la elaboración de sus ilustraciones es aún más impactante por “anacrónica”, al valerse de una técnica a carboncillo, borrando y añadiendo trazos expresionistas, y un posterior filmado que alumbra “películas dibujadas”, en las que a menudo el propio artista, que se formó como actor en París, aparece y desaparece.
Deudor de la obra de Goya, al que toma como referente por su “habilidad técnica, casi cinematográfica” en los Desastres de la Guerra y su capacidad para plasmar el poder del subconsciente, Kentridge ha conformado un lenguaje propio, encarnado en piezas que han conmovido al público en exposiciones alrededor del globo, en su clamor contra las injusticias. En especial, por su denuncia contra el régimen racista del apartheid y de las desigualdades de su Johanesburgo natal del que ha desvelado las cicatrices de una sociedad dividida
Este fuerte compromiso con la realidad fue destacado por el jurado del Princesa de Asturias de las Artes 2017, un galardón que Kentridge acaba de recoger en Oviedo. “La experiencia en Asturias fue maravillosa y divertida”, apunta el autor con amabilidad, tocado con su habitual sombrero y vestimenta blanca.
Y de nuevo retorna a Sudáfrica en sus palabras. Uno los temas recurrentes en su arte. Una Sudáfrica encarnada en un escenario distópico, que rompe el mito de vergel, enfrentándolo a imágenes desoladoras de un pasado colonial. Una visión levantada por una mezcla de tradiciones, según explica. “El mundo no ha dejado de tener villanos, hay menos héroes, porque nosotros antes teníamos a Nelson Mandela”, reflexiona.
El "dibujo performativo" de Kentridge
El Museo Reina Sofía se adentra en la creatividad de Kentridge con la muestra Basta y Sobra (Hasta el 19 de marzo de 2018). La primera exposición internacional centrada en el lado escénico de su carrera, que cuenta con materiales inéditos proporcionados por el propio artista, al que se han dedicado pocas exhibiciones en España.
Así, el visitante puede imbuirse de su particular universo a través de maquetas, dibujos preparatorios, animaciones, vestuario y marionetas que han formado parte del proceso creativo de siete piezas de teatro y ópera, de las muchas que ha “orquestado” el sudafricano en su trayectoria.
Woyzeck on the Highveld (1992), Faustus in Africa! (1995) y Ubu and the Truth Commission (1997), Il ritorno d’Ulisse (1998), The Nose (2010), Lulu (2015) y la más reciente, Wozzeck (2017), estrenada este verano en el Festival de Salzburgo, engloban la amplia selección.
Un recorrido transversal con señas de identidad comunes: Todas las piezas están protagonizadas por un solo personaje, ya sea héroe o villano, y parten de un entorno “encorsertado” en el que emergen lacras universales como la tiranía o la mezquindad, a través de lo grotesco. El dibujo es el fin y el medio para abordar realidades complejas.
Un “dibujo performativo” que encarna ”un pensamiento a través del cuerpo”, en el que la mano sustituye al ratón. “A veces hay dibujos que solo suceden en los dedos, otros en la cara o en las muñecas…”, explica sobre el proceso físico que acompaña a sus ilustraciones. “Algunas veces el dibujo puede ser un arte puro, otras veces es aplicado y los dibujos que hago para una obra de teatro acaban siendo mucho más interesantes”, añade en la presentación de la exposición este martes en Madrid.
Contrario a las sociedades cerradas y excluyentes, cree que la crisis de Cataluña es más “una cuestión de egoísmo que de generosidad” en una Europa que ya cierra las puertas a muchos ciudadanos, señala. Él, por su parte, retornará una vez más a África y a los olvidados, ya que adelanta que su próximo trabajo versará sobre el papel de los soldados africanos en la IGM.