'The Square': el puñetazo más divertido contra la hipocresía del 'establishment'
- Se estrena en España la película ganadora de la Palma de Oro en Cannes
- RTVE.es entrevista a su director, Robert Öslund
- "Ningún museo de arte moderno se entusiasma con sus exposiciones", dice
En una sala llena del Festival de San Sebastián, el cineasta Ruben Östlund presenta su película The Square con una breve charla. Hasta ahí, nada raro. Explica que el título alude a una instalación artística ideada por él mismo, un cuadrado dibujado en el suelo que representa un santuario de confianza: dentro del cuadrado, nada malo puede pasar.
“Así que voy a trazar delante de la pantalla uno de esos cuadrados y voy a dejar mi cartera y mi móvil. Mañana vuelvo a por ellos”. Risas nerviosas, pero Östlund efectivamente desparece. Comienza la proyección de su película: una gozosa bofetada contra la burguesía, el arte moderno, el miedo a los pobres, las relaciones de poder, las relaciones sexuales, los medios de comunicación, y mil cosas más. Östlund no regreserá a la sala.
Ganadora en Cannes, multinominada a los Premios del cine europeo, y favorita en las quinielas para el Oscar a mejor película de habla no inglesa, The Square es una de las películas año desde que Pedro Almodóvar le entregó la Palma de Oro a Östulnd en mayo. Al día siguiente de la proyección (con cartera y móvil, el pacto ha funcionado), Östlund habla para RTVE.es de su película.
El héroe de The Square es Christian (Claes Bang), el conservador de un museo arte moderno de Estocolmo que expone obtusas obras para epatar a la burguesía. Pero, como miembro de la alta sociedad, sus elevadas teorías jamás se han puesto a prueba. Cuando le roban el móvil en la calle, entrará torpemente en contacto con todo lo que está fuera de su burbuja de confort. Elisabeth Moss (Mad men, El cuento de la criada) y Dominique West (The wire) forman parte del reparto.
Para su feroz sátira del arte contemporáneo, visitó e investigó centros de Suecia, Francia, o EE.UU. “Todos son iguales. Nunca me he encontrado a trabajadores de los museos entusiasmados con las exposiciones que van a realizar. Hay algo muy extraño”. ¿Es el arte moderno un juguete del establishment? “Sí por supuesto. Es como El traje nuevo del emperador. Venga ya: es una mierda”.
La aporafobia, el miedo a la clase marginal, recorre The Square. “En Suecia, los primeros mendigos aparecieron hace 10 o 15 años, como consecuencia del acuerdo de Schengen que abrió las fronteras. Y apareció el ‘superproblema’ de cómo comportarnos. ¿Tiene que ver conmigo? ¿Debería importarme? ¿Es mi responsabilidad o la del Estado? Nos coloca en un lugar en el que no sabemos reaccionar. Es interesante el conflicto, el contrato social: te doy algo ahora, así que ya no puedes reclamarme nada”, expone.
La risa incómoda, y hasta turbadora, se repite en secuencias magistrales, aunque el revestimiento humanista de Östulnd a veces ofrezca una salida al espectador. “En el fondo soy un optimista, porque creo que los seres humanos somos muy eficientes colaborando y muchas cosas funcionan. Pero, por supuesto, en otros aspectos como el medio ambiente no soy optimista porque no sé ni hacia dónde vamos”.
¿Es la tensión entre lo intelectual y lo instintivo el principal tema de la película? “Sí, puede ser, es algo que también estaba en Fuerza Mayor. Creces con la idea de que tienes que proteger a tu familia, sacrificarte por tu nación, tu equipo de fútbol, con lo que sea. Pero cuando el instinto de supervivencia aparece, la cultura desaparece”, explica.
El director de Fuerza Mayor se explica como un sociólogo divertido. “También creo que es algo que puedes encontrar a un nivel animal. Hay un experimento maravilloso sobre dos monos a los que recompensan con pepinos. Cuando a uno de ellos le dan uvas, el otro se enfada. Protesta porque no es justo. El sentimiento de injusticia es muy fuerte en los animales. Por favor, búscalo en Youtube”. (El vídeo es un fragmento de una charla TED del investigador Frans De Waat).