Las irresistibles cabezas "botánicas" de Arcimboldo
- El Museo de Bellas Artes de Bilbao consagra una exposición al pintor lombardo
- Calificado como surrealista, atesoraba grandes conocimientos de botánica
- Sus vistosas cabezas florales esconden una doble lectura simbólica
Tomates, cerezas, pepinos, ajos o alcachofas entre otras muchas frutas y hortalizas, emergen como un sofisticado puzle vegetal en las célebres “cabezas compuestas” de Giuseppe Arcimboldo (Milán, 1526-1593), aderezadas en algunos casos con pequeños animales como lagartijas o pájaros.
Bajo la pátina de “padre del surrealismo”
“Lo interesante es cómo compone un collage que enlaza con la ilusión óptica de que es una cabeza, pero todas sus obras tienen una segunda lectura y disfrazan elementos simbólicos que aluden al poder de los Habsburgo. La etiqueta de surrealista ha banalizado su arte a través del tiempo y en realidad no era tan estrafalario”, señala a RTVE.es José Luis Merino, comisario de la exposición que el Museo de Bellas Artes de Bilbao consagra al lombardo.
El experto califica a Arcimboldo de “producto de su tiempo”,·por el interés hacia los descubrimientos del Nuevo Mundo recogidos en los tratados de Historia Natural. Como ejemplo, aparecen la berenjena o el maíz de América que Arcimboldo introdujo en sus vistosos retratos vegetales.
El pintor y su interés por la botánica
La pinacoteca bilbaína se adentra en el universo del pintor milanés, poniendo el acento en la perspectiva más científica de uno de los autores más misteriosos del siglo XVI. Un periodo de gran efervescencia cultural en el que el manierismo italiano alumbró grandes genios individuales bajo la estela de Leonardo.
El Museo de Bellas Artes le rinde homenaje través de la pequeña muestra Arcimboldo. Las Floras y la Primavera (hasta el 5 de febrero de 2018), que reúne por primera vez las tres únicas obras originales que se conservan en colecciones españolas de un artista que “no fue muy prolífico”.
Son La Primavera de la serie Las Estaciones, pintada en 1563, y pieza estelar de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y que se cree pudo pertenecer a la colección de Felipe II, y las "floras", Flora meretrix, de 1590, y Flora, de 1589, propiedad de un coleccionista particular español.
A estas creaciones con elementos naturales que se extienden a las vestimentas de los retratados, se suman una decena de obras relacionadas con su arte.
La muestra patrocinada por la Banca March se completa con dos copias contemporáneas de sus originales Otoño e Invierno y un novedoso estudio botánico de Flora meretrix en el que han contabilizado “hasta 50 especies vegetales diferentes y algunos insectos como orugas y mariposas”.
Un autor poco prolífico
Son muy pocas las obras del Arcimboldo que se conservan en nuestro país, y apenas una treintena en todo el mundo, a pesar de que el rey Felipe II atesoró once de sus pinturas, y de que el artista, que trabajó al servicio de los Habsburgo, obtuvo gran popularidad entre la nobleza que pugnaba por adquirir sus fascinantes creaciones y gozó de reconocimiento en vida.
En Las Estaciones, Giuseppe Arcimboldo quiso inmortalizar el poder absoluto del emperador del Imperio Germánico, Maximiliano II, para el que creó varias pinturas, siendo su retrato floreado muy similar a la efigie original del monarca como se puede observar en una pintura en la exposición de Bilbao.
“Estas dobles lecturas también están reflejadas en el retrato que realizó a Rodolfo II en el que aparece como Vertumno (divinidad romana que personifica el cambio vegetal entre las estaciones) y simboliza su poder sobre la naturaleza”, apunta el comisario.
Procedente de una familia de pintores, maestro del juego de volúmenes y creador en sus inicios de escenografías para espectáculos, tras disfrutar del éxito, la figura del milanés cayó en un prolongado olvido hasta su redescubrimiento a principios del siglo XX al ser elevado a los altares del surrealismo por el mismísimo Dalí.
El ascenso al primer plano arrancó en 1936, cuando el primer director del Moma neoyorquino le incluyó como precursor de esta corriente en la mítica exposición Fantastic Art. Dada surealism, que popularizó el magnético encanto de las "cabezas botánicas" de Giuseppe Arcimboldo.