'Coco', el homenaje de Disney-Pixar a México en tiempos de Trump
- Está ambientada en el colorido Día de los Muertos mexicano
- Es la gran apuesta de la factoría de animación para los Oscar
- RTVE.es entrevista a su director Lee Unkrich y productora Darla Anderson
- "Somos conscientes de que se estrena en un momento curioso", dicen
La colorida atmósfera del Día de los Muertos mexicano ha inspirado Coco, la gran apuesta de Disney-Pixar para 2017 y los Oscar de 2018. La nueva creación de la factoría es una carta de amor a la cultura mexicana, a la memoria de los seres queridos y a la conciliación entre la vocación y la familia, que llega a las pantallas durante la agresiva era Trump contra la inmigración mexicana.
Coco es la historia de Miguel, un muchacho mexicano que ansía ser cantante y compositor dentro de una familia que tiene prohibida la música. ¿El motivo? Un tatarabuelo que abandonó a la familia por su carrera musical. Pero en el Día de los Muertos, Miguel accede por accidente al mundo de los muertos del que regresan los ancestros que todavía son recordados por sus descendientes vivos. Y comienza una cuenta atrás para conocer a su tatarabuelo y lograr su bendición para regresar.
Lee Unkrich (codirector de Toy Story 2, Monstruos S.A. y Buscando a Nemo, y director en solitario de Toy Story 3) es el cineasta encargado de una narración con mucho mensaje apoyada en un barroco despliegue visual que atrapa la idiosincrasia de la colorida cultura mexicana: mariachis, ofrendas multicromáticas, Frida Kahlo, alebrijes y abuelas protectoras. Unkrich, junto a la productora Darla Anderson, ha presentado en Madrid la película que se estrena en España el 1 de diciembre.
Coco es la película más antropocéntrica de Pixar en el sentido de que hay más personajes con formas humanas realistas que en cualquiera de sus producciones. La mitad más o menos, porque el otro 50% por ciento son esqueletos andantes que viven en un fantasioso mundo de los muertos. Una recreación visualmente apabullante que es el gran punto fuerte de la producción.
“La muerte forma parte de la historia, pero desde el principio sabíamos que en realidad giraba en torno a la vida y la celebración de la familia. Tratamos de hacer películas para nosotros, pero sobre todo para una audiencia amplia que incluye niños”, dice Unkrich sobre las intenciones.
Aunque la idea surgió en 2010 y el proyecto tuvo luz verde en 2013, el estreno coincide con la era Trump. La oposición entre el homenaje de la la película a México y la dura retórica del presidente estadounidense es sobrevenida y sus creadores se andan con pies de plomo al analizar la coincidencia.
“Comenzamos en un ambiente muy distinto y nuestro presidente era diferente. Somos muy conscientes de que es un momento muy curioso para contar y estrenar esta película”, dice el director. “Pero, en un mundo en el que hay tantos aspectos negativos, nos sentimos honrados de estrenar una película que celebra lo maravillo de la cultura de la gente mexicana”.
La precaución de los creadores sigue la lógica de Disney: evitar cualquier polémica. Gael García-Bernal, que pone voz al personaje de Héctor en la versión estadounidense, sí afirmó hace unos días que la película iba dedicada “a los hijos de los inmigrantes insultados por Trump”.
Pero, en definitiva, el corazón de Coco es la esencia de Disney: familia, familia, familia. Sobre esa base, la película añade ingredientes modernos como la necesidad de redefinir el concepto ‘éxito’.
“La vida es confusa y no queríamos contar una historia que fuese en blanco y negro, Miguel está en una posición difícil porque le apasiona la música y su familia no le apoya. Pero no queríamos retratarles como una familia mala: le quieren y le protegen”, explica. “No hay respuesta fácil para nadie en esta historia. Llega ese extraño viaje a este mundo fantástico de los muertos para aprender de sí mismo y su familia”.
Para el segundo nivel de cada película Pixar, el espectador adulto, la película es, en el buen sentido, un artefacto lacrimógeno. “Es verdad que lo hemos enseñado en todo el mundo y es una buena sensación que toque en lo más íntimo del espectador. Significa que es una película que la gente va a recordar y eso es un regalo para nosotros”.