Robert Mugabe, de libertador de Zimbabue a férreo represor
- El dirigente más longevo del mundo cede las riendas tras 37 años en el poder
- Durante los 70 fue el líder de la guerrilla contra los británicos
- En 1980 se convirtió en primer ministro y, en 1987, en presidente
- Las ambiciones de su familia por sucederle han provocado su derrocamiento
Robert Gabriel Mugabe (Kutama, Rhodesia, 1924) era hasta este martes el mandatario más viejo del mundo (93 años) y el que más tiempo llevaba en el poder, pero el Ejército y su propio partido han consumado un golpe de Estado incruento motivado por las maniobras de su entorno familiar por garantizarse la sucesión que han forzado al líder africano a presentar su dimisión.
En una carta, Mugabe asegura que dimite por voluntad propia, un adiós que pone fin a 37 años de liderazgo forjado en la lucha independentista y racial, que llevó a su país a la emancipación de los británicos en 1980. Pero la dimisión no era la salida esperada por un dirigente que encarnaba como pocos los hábitos viciados de esa tradición dictatorial africana que creció dentro del caldo de cultivo poscolonial. Sin el apoyo de su partido, del ejército y de su pueblo, el nonagenario ha optado únicamente por escoger el mal menor, evitando así la afrenta inevitable de su destitución.
Lucha contra los británicos e independencia
Mugabe es un héroe para muchos de sus compatriotas, sobre todo los más longevos, y para muchos africanos, que le recuerdan como el líder de la lucha por la independencia (1964-1979) contra la minoría blanca terrateniente y la metrópoli británica. Pero en realidad, el feroz anticolonialista que fuera padre espiritual de la revolución pasó a convertirse en un dictador enmascarado que trajo a su país corrupción, desigualdad social, un hundimiento generalizado de la economía y la mayor inflación vista nunca la historia.
Mugabe ejerció como profesor antes de involucrarse en política como un joven nacionalista africano y socialista. Tras una década en prisión, en 1974 se puso al frente de la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU, en sus siglas en inglés), apoyada por China. Joshua Nkomo encabezaba la otra facción guerrillera, la Unión Popular Africana de Zimbabue (ZAPU), con el respaldo de la URSS y Cuba, entre otros. Posteriormente, ambas organizaciones acabarían fusionándose para formar la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF).
El país se independizó definitivamente en 1980 y cambió su nombre, Rhodesia, por el de Zimbabue. Mugabe fue elegido primer ministro y en 1987 se convirtió en presidente, con Nkomo como su segundo.
Cada vez que su liderazgo se ha visto comprometido, sus seguidores, muchos de ellos veteranos de guerra, han desencadenado la violencia.
En 2008, el ZANU-PF se vio obligado a compartir el poder con el Movimiento por el Cambio Democrático (MCD) de Morgan Tsvangirai, quien se convirtió en primer ministro.
La difícil cohabitación acabó en 2013. La primera vuelta de las elecciones presidenciales otorgó la ventaja al MCD. Tras semanas de violencia, en las que Mugabe se aferró al poder, Tsvangirai se retiró y abandonó el país, el MCD boicoteó la segunda vuelta y Mugabe fue reelegido entre acusaciones de fraude.
En los últimos años, Mugabe ha pasado largas temporadas fuera de Zimbabue para ser atendido de distintas dolencias debido a su avanzada edad.
Acusaciones criminales
Mugabe ha sido acusado en numerosas ocasiones de corrupción y de ejercer la violencia política contra sus adversarios. Sus sucesivos gobiernos no han logrado levantar la economía local, aquejada por la deuda y la baja productividad agrícola (desde el año 2000, Mugabe inició la expropiación forzosa de las tierras de la minoría blanca para repartirla entre los pequeños productores negros). En cambio, han extendido la educación y la atención sanitaria.
Dentro de Zimbabue, las acusaciones de corrupción se han dirigido en especial contra su segunda mujer, Grace Mugabe, 40 años menor que él. Grace, que se ha labrado su propia carrera política con el apoyo de los jóvenes y las mujeres del ZANU, aspiraba a suceder a su marido y para ello no ha dudado en enfrentarse a la vieja guardia.
La purga de los veteranos y en especial el cese del vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, han sido las líneas rojas que han llevado a los militares y los dirigentes tradicionales del ZANU a deponer a quien durante casi 40 años ha sido su líder indiscutible.