Woody Allen: "Tenemos que engañarnos para sobrevivir"
- El cineasta compone uno de sus mejores dramas en Wonder Wheel
- Una tragedia poética sobre el destino ambientada en Brooklyn en los años 50
- RTVE.es entrevista al director neoyorquino
Wonder Wheel es la película de Woody Allen que le gustaría ver a Woody Allen. El director neoyorquino nunca ha ocultado su preferencia como espectador: el drama metafórico, poético y extraño. Todo eso es su película número 45, una mezcla de fatalismo griego con melodrama de Eugene O’Neill sobre unos personajes heridos que se cruzan en el parque de atracciones de Coney Island bajo la gran noria que simboliza la fatal rueda de la fortuna.
En París, muy cerca de la noria de la Plaza de la Concordia, la promoción de Wonder Wheel solo tiene una prohibición: nada de preguntas sobre el acoso sexual en Hollywood. Allen puede ser engullido por el vórtice de una revolución social: su hija adoptiva le acusó en 2014 de abusar de ella cuando tenía 7 años y su hijo, Ronan Farrow, destapó el escándalo Weinstein. Ahora, voces como el productor Judd Apatow o la actriz Ellen Page han señalado a Allen como una presencia incómoda de la industria.
Amazon, productora del filme, apoya silenciosamente a Allen (le ha producido otra cinta que está en postproducción). En Wonder Wheel, ambientada en los años 50, Kate Winslet es Ginny, una camarera con sueños de actriz frustrados atrapada en un matrimonio con el rudo Humty (un rescatado Jim Belushi). El socorrista de la playa (Justin Timberlake), narrador y corifeo de la historia, tiene una romance de verano con Ginny hasta que la aparición de Caroline (Juno Temple), la joven hija de Humty, conduce el precario equilibrio hacia la fatalidad.
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Allen no desprecia la comedia, sencillamente, prefiere el drama. “Prefiero las películas de Ingmar Bergman que las de Charlie Chaplin, pero soy más Charlie Chaplin que Bergman y no hay nada que pueda hacer: mi don es cómico”, dice resignado. “Siempre he querido ser Chéjov o Sófocles, pero bueno, ya seas escritor de comedia o drama, es un buen trabajo. Te levantas y no tienes que ir a la oficina ni trabajar para alguien más”.
A punto de los 82 años, estrenando una película por año desde casi hace medio siglo, está claro que Allen trabaja y mucho. Y aunque en los 70, 80 y 90 triunfaba con sus comedias, o con sus mezclas de drama y humor, su mayor éxito de este siglo es un dramón puro (Match Point) y Wonder Wheel supera por mucho a sus anteriores intentos trágicos (Interiores, Septiembre, Otra mujer). Quizá, (a la vejez, tragedia) su talento haya virado 180 grados.
“"Preferiría ser Ingmar Bergman pero soy más Charlie Chaplin"“
Al contrario que Match Point o Delitos y faltas, donde especulaba con acciones terribles que no dejaban huella en la conciencia de sus personajes, en Wonder Wheel aparece el peso moral y la culpabilidad. Juega con la idea de destino para refutarla en parte: somos responsables de nuestras propias tragedias, controlamos nuestro destino más de lo que nos gusta admitir, y el autoengaño es parte de nuestra condición.
“Engañarnos es algo que hacemos todos. Y es muy importante mentirnos a nosotros mismos para sobrevivir porque si dices la verdad es duro estar en el mundo. Tenemos que engañarnos y decirnos que hay una razón para estar vivos, algún tipo de placer, algún tipo de significado. Que haya algo detrás, más grande que las actividades del día a día y los sufrimientos. Pero es una dura venta”, argumenta Allen con su nihilismo sosegado.
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En Annie Hall, la infancia del protagonista sucedía en una casa incrustada en la montaña rusa de Coney Island. Y en Wonder Wheel el hijo pelirrojo de Ginny escapa de la realidad acudiendo al cine. Detalles biográficos a los que añade, en el personaje, la piromanía compulsiva.
“"Solo hay unas pocas actrices profundas y Kate Winslet es una de ellas"“
“Cualquier cosa que te saque de la realidad es buena. Cuando era joven, no lo tenía mal del todo, pero la vida podía ser terrible. Y, entonces, ibas a la oscuridad del cine y en la pantalla hay gente guapa: Bogart, Cary Grant, Rita Hayworth, Fred Astaire. Era como un baño de agua fría en un día caluroso: te hacía sentir mejor por dos horas, o quizá más porque echaban dos películas. Y después, la realidad te hería otra vez y necesitabas volver al cine. Tienes que escapar en cierta medida de la realidad”, recuerda.
Sostiene Allen que la comedia exige una dirección espartana y que sus dramas son también un escape para experimentar con el lenguaje cinematográfico. El espectáculo de Wonder Wheel lo firma el director de fotografía Vittorio Storaro, cubriendo Coney Island con un baño saturadísimo de luz que además ilustra las emociones de Ginny.
La larga lista de grandes interpretaciones en películas de Woody Allen solo tiene una explicación para el director: contratar grandes actores y dejarles hacer su trabajo. Sin embargo, admite que algunos personajes complejos solo son para elegidas. “Hay muchas grandes actrices, maravillosas, que no dejan de hacer películas y siempre hacen un trabajo fabuloso. Pero solo hay unas pocas que son muy profundas, como grandes damas de la escena. Meryl Streep es una de ellas, Cate Blanchett es otra. Y Kate Winslet también. Si tienes que hacer una historia profunda, seria y realista, Kate puede hacerlo”.
Como su idolatrado Luis Buñuel, no tiene noción de legado y no le importaría que toda su obra desapareciera. En su cabeza, pese al peaje de la promoción, Wonder Wheel ya es agua pasada. “Ya he acabado otra así que, para mí, es una película vieja”. En España eso sí, no se estrena hasta el 22 de diciembre.