Ana Penyas: "No cuidamos a nuestras abuelas como ellas nos cuidaron a nosotros"
- La joven dibujante homenajea a sus abuelas en el cómic Estamos todas bien
- Un libro con el que consiguió el X Premio de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic
A pesar del éxito de Arrugas, de Paco Roca, las historias sobre la tercera edad, sobre nuestros abuelos, no proliferan en el cómic. Por eso, y por su calidad, es tan destacable Estamos todas bien (Salamandra Graphic), de Ana Penyas. En la que la joven ilustradora rinde homenaje a sus dos abuelas, y que consiguió el X Premio de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic.
“El cómic –asegura Ana- habla de la tercera edad, de mis abuelas, pero también de muchas otras cosas, como la memoria histórica, la represión, la mirada feminista de una época…”.
“De hecho –continúa Ana- elegí a mis abuelas porque no habían hecho nada supuestamente reseñable en sus vidas. Han sido madres, amas de casa, esposas... y se han dedicado a cuidar de los demás, como la mayoría de las mujeres de su generación que casi no tuvieron acceso a los estudios ni al trabajo fuera de casa. Hay pocos referentes intelectuales femeninos de esa generación porque o se exiliaron o se murieron o algo pasó en sus vidas”.
“Creo -añade- que en la generación de mis padres sí que hay mujeres que ya han podido narrarse a sí mismas; pero en la generación de mis abuelas hay un vacío, porque está la figura de ese hombre que fue a la cárcel, o esa mujer política exiliada pero la mayoría de las mujeres estuvieron aquí sin más”.
“Condenadas a coser, a callar y a esperar a que apareciera un novio caído del cielo”, como dice la frase de Carmen Martín Gaite con la que se abre el cómic.
En cuanto al si este libro es feminista, Ana asegura que: “Creo que es feminista por mi mirada. El feminismo puede ser muchas cosas. Yo planteo al lector hacer un ejercicio de reflexión poniéndonos en el lugar de esas mujeres y vivir sus vidas a partir de una óptica feminista”.
Maruja y Herminia
Las abuelas de Ana son Maruja y Herminia. “Son muy diferentes de carácter –asegura Ana-. Maruja es más amarga y Herminia es más alegre pero lo que me interesaba es que eran dos mujeres muy normales que no habían hecho nada destacado en sus vidas”.
“Maruja –continúa- fue niña en la guerra, de la que no recordaba casi nada salvo los bombarderos. Se la dieron a una tía porque tenía un problema de salud y para alimentar una boca menos. Enseguida empezó a despachar en la barra de un bar en Navas del Marqués, en Ávila, y luego el médico del pueblo se interesó por ella y se casó con él, lo que le solucionó económicamente la vida pero no la hizo feliz. Fue infeliz porque no amaba a ese hombre, como les pasó a tantas mujeres de su época que no se podían separar”.
“En esa época –añade la autora- mi abuela y otras mujeres como ella no pudieron decidir lo que querían hacer, sino que tenían que aceptar lo que les tocó vivir. Se tuvo que adaptar a lo que le vino”
“El caso de Herminia es diferente –asegura-. Su madre los abandonó cuando eran pequeños porque se fue con otro hombre. Pero se crió rodeada de gente en el pueblo. Fue una mujer mucho más alegre y se casó por amor con un camionero con el que fue feliz y tuvieron seis hijos. Trabajó en casa, desbordada por las tareas pero sin la amargura de mi abuela Maruja”.
“Actualmente –continúa- mi abuela Herminia está muy bien cuidada porque tuvo muchos hijos y, sobre todo, varias hijas. Eso influye mucho, porque las hijas suelen ser más atentas con estas cosas. Mientras que Maruja tuvo tres hijos y cuidarla ha sido más conflictivao”.
“Pero creo que en general, como sociedad, hay un desfase en cómo se portaron las mujeres de esa generación y cómo se las trata ahora”.
En el cómic también queda patente cómo cambiaron la vida a esa generación pequeñas cosas que nosotros damos por sentado, como la lavadora o el automóvil. “Son cosas que para nosotros son circunstanciales pero que a ellas les cambió sus ritmos vitales y su cotidianeidad, por lo que me pareció importante destacar lo que fueron esas cosas para ellas. Por ejemplo, el coche que a mi abuela le dio un poco de libertad, aunque fuera para ir al Corte Inglés a comprar”.
La génesis del cómic
Ana nos comenta cómo se le ocurrió la idea para esta novela gráfica: "Yo estaba terminando Bellas Artes y mi profesor de ilustración nos puso un ejercicio de cómic. Justo venía de pasar un fin de semana en Alcorcón con mi abuela Maruja, que vivía sola y estaba empezando a perder facultades. Entonces decidí narrar un día de su vida en ese ejercicio de cómic".
“Aquello gustó mucho a la gente y para presentarme a un festival de autoedición de fanzines completé esas cuatro páginas con otras tantas sobre mi otra abuela, Herminia. Y presentando mi portafolio a editoriales, un editor me dijo que le gustaban mucho esas páginas sobre mis abuelas y que hiciera algo más largo”.
“Esta persona desapareció en el proceso pero yo tenía la historia muy avanzada y decidí presentarme al concurso de novela FNAC-Salamandra Graphic y lo gané”.
Lo importante es que este cómic, este homenaje, es una forma de devolverles algo de todo lo que nos dieron y lo que sacrificaron esas mujeres. “Mis abuelas están muy contentas con el cómic –asegura Ana-. Herminia está feliz porque se está haciendo famosa, que es algo que siempre le ha gustado. Mientras que Maruja no entiende muy bien la reflexión que hay detrás de sus historias pero se ve ahí con sus objetos y sus anécdotas…. Ambas están felices”.
Un estilo muy original
Con una simple mirada salta a la vista la originalidad del estilo de Ana Penyas, que casi podríamos calificar como ilustración. “No sabría definir mi estilo –confiesa-. Intento jugar a la estética de lo feo, de lo crudo, intentando que no quede todo perfecto porque para mí lo que hay que destacar son otras cosas”.
“Juego mucho con el collage –continúa-, con la transferencia de la imagen fotográfica, con los detalles reales de esa época, de los objetos… Intento que na da esté ahí porque sí, sino que cada cosa que dibujo simbolice algo destacable para la historia”.
‘En transición’
Además de Estamos todas bien, Ana acaba de publicar el libro ilustrado En transición (Barlin libros), junto al escritor Alberto Haller, en el que, con un estilo costumbrista, narran la transición española mediante ilustraciones y alejándose de la mirada oficial.
“Es un libro -afirma- que narra de una forma muy sintética la transición, desde la IIª República hasta la actualidad. Todo de una forma muy visual. También está dirigido a otro tipo de público”
“Nos hemos saltado muchas cosas porque casi va a una imagen por década -ríe-. Pero hemos intentado narrar lo máximo posible con las imágenes y con un texto mínimo”.
“Es la historia de la gente normal –añade Ana-. Hay lucha social pero sobre todo hay mucha cotidianeidad. Intentamos ver cómo ha ido cambiando la sociedad tanto a nivel social como político. Están las luchas sociales pero no aparece Franco en primer plano. Por ejemplo”.
En cuanto a sus proyectos, Ana nos avanza que: “Haré lo que me vaya saliendo. Ahora estoy con un cuento mucho más amable sobre una señora que pasea por un barrio. Una excusa para retratar un barrio popular”.
“También estoy haciendo –continúa- un fanzine sobre un conflicto que hubo en la Huerta Valenciana con la Junta en el año 2000. Una zona de huerta que se cargó el gobierno de Rita Barberá. Y luego vamos a ver que me surge”.
Mientras, disfrutemos de este homenaje a las abuelas que nos lo dieron todo sin esperar nada a cambio.