La frialdad del gobierno y los errores policiales marcan el primer aniversario del atentado de Berlín
- Berlín conmemora el aniversario del atropello que acabó con la vida de doce personas
- El Gobierno alemán ha recibido críticas por la frialdad que han recibido las víctimas
Este 19 de diciembre es un primer aniversario doblemente triste. No sólo porque murieron doce personas y setenta resultaron heridas, algunas realmente traumatizadas. También porque, a la vista de tantos errores policiales, tal vez podría haberse evitado. A esto se añade la reacción distante de las autoridades y, muy especialmente, de la canciller, Angela Merkel, que ha tardado exactamente un año en reunirse con los familiares de las víctimas.
Merkel ha sido acusada de frialdad sentimental y casi de indiferencia ante la acumulación de fallos y la mala gestión burocrática en el apoyo a las víctimas del atentado. Cierto, era la primera vez que se producía un atentado islamista en Alemania. Eran, además, víctimas procedentes de diferentes países, y se improvisó sobre la marcha. Pero que algunos familiares recibieran la factura de la autopsia de su ser querido con el ruego de ser pagada en menos de un mes parece difícil de entender, y que nadie les haya pedido todavía perdón por lo ocurrido es incomprensible.
Más doloroso y vergonzoso aún resulta la acumulación de informaciones que demuestran que el autor del atentado, el tunecino Anis Amri, de 24 años, tenía ficha policial dos años antes de llevar a cabo su atentado; primero, en Renania del Norte, y luego a nivel federal. Se ha llegado a especular, incluso, con que fue informador de los servicios secretos alemanes.
También ha trascendido que un espía alemán denunció 13 meses antes del ataque que este refugiado -que había recorrido el país con diferentes identidades como supuesto demandante de asilo- llevaba dos años preparando "algo grande en nombre del islam". Para mayor inri, es sabido que Amri visitaba una mezquita islamista extremista en Berlín y que incluso intentó irse a Africa del Norte, cosa que no le autorizó la propia burocracia alemana.
Un acto sobrio
El acto en memoria de esta jornada trágica va a ser muy sobrio. Solo pronunciará unas palabras de manera oficial el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y luego se inaugurará un pequeño memorial en el lugar del atentado, en un rincón del mercadillo de Navidad en la plaza Breitscheid. Toda la zona estará cerrada, por motivos de seguridad, hasta las dos de la tarde. Tal vez pronuncie Merkel unas palabras al margen, aunque sus próximos subrayan que quiere cederle todo el protagonismo al jefe del Estado.
En todo caso, el Estado alemán ha fracasado de manera estrepitosa en estos últimos doce meses, al no transmitir, como han denunciado las propias víctimas, el más mínimo sentimiento de apoyo, comprensión y empatía. Tenían un buen ejemplo a seguir en la vecina Francia, y en esos tremendos atentados en los que toda la clase política gala, y varios presidentes y expresidentes, expresaron de manera también sobria, pero decidida, su acompañamiento, su respeto y su conmiseración con esos seres rotos por la tragedia.
A las 20:02 de la tarde, justo en el momento en el que el camión dirigido por Anis Amri se estrelló un año antes contra los visitantes del mercadillo de Navidad, sonarán las campanas de la Iglesia del Recuerdo, situada en la misma plaza, durante doce minutos. Uno por cada una de las doce víctimas. A esa hora, muy cerca, el partido neonazi NPD ha obtenido autorización para manifestarse. También otras dos iniciativas apartidistas, "Berlin contra el extremismo" y "Solidaridad contra difamación", podrán concentrarse en las proximidades. Parece que ni siquiera en el día del aniversario los muertos pueden ser dejados en paz.