La logomanía vuelve a la pasarela de Milán
- Las firmas apuesta por el logotipo como elemento diferenciador
- Los 90 marcan tendencia y muchos diseñadores recuperan la riñonera
- El vaquero desaparece completamente de las pasarelas
- Milán cede el testigo a París, epicentro de la moda hasta el día 21
La casa Gucci ha sido la última en anunciar que no utilizará pieles animales en sus colecciones, una decisión que antes anunciaron Hugo Boss y Stella McCartney, una de las impulsoras de este movimiento. Esta tendencia choca con la propuesta de la casa Fendi, que ha cerrado los desfiles de la Semana de la Moda Masculina de Milán.
Su pasarela, convertida en la sala de cintas de recogida de equipajes de un aeropuerto, acogió una colección irregular, inspirada en el espíritu viajero lo que provoca combinaciones de prendas de aire improvisado y un look un tanto relajado. Todo tipo de pieles sirven para todo tipo de prendas, casi siempre con un estilo setentero que ya cansa y llaman la atención, por feos, el sombrero-paraguas y la riñonera, esa pieza que quizá puede llegar a ser práctica en un viaje.
Silvia Venturini, la directora creativa, apuesta por la corbata, casi siempre en el mismo tejido que la camisa, y por los cuadros, que lo decoran todo en los mismos tonos que el logo de la casa, un logo que se rehace, reinterpreta, customiza, reinventa y manipula para que parezca atractivo pero no lo logra y el logo, independientemente de su trazo, es un logo.
Cuando nada resulta tan vulgar como llegar la marca expuesta de una forma tan clara son muchas las firmas que juegan a ensalzar su logo, sobre todo en Milán donde ha resucitado la pasión por los logotipos y etiquetas como símbolo de prestigio, como ocurrió a mediados de los 80. Y luego, llegan los dolores de cabeza ya que de la pasarela al top manta solo hay un paso.
Giorgio Armani es quizá el diseñador que menos ha utilizado su marca para decorar sus prendas. Su propuesta se divide en dos. Una parte que parece un bucle de textura y color con prendas vistas hasta el aburrimiento en sus colecciones anteriores( como las chaquetas de terciopelo sin cuello) y una segunda parte en la que destaca el punto, a veces mezclado elegantemente con terciopelo.
Su línea Emporio Armani, en cambio, sigue esta tendencia y vemos cierto aire de atemporalidad en prendas oscuras y una fuerte apuesta por separar los armarios. La ropa de mujer y la ropa de hombre, para Armani, no son intercambiables. De nuevo, el punto merece un aplauso, sobre todo los jerséis que parecen cuadros de paisajes.
Marni es esa firma de culto para amantes de la moda que ahora intenta cambiar su estilo arty para adentrarse en una vuelta a grunge noventero, tan denostado y odiado. Sus prendas, de lujo, se disfrazan de mercadillo aunque toda la bandera de tejidos es muy rica en texturas y aplicaciones, elementos que sustituyen a los bordados y estampados.
Destaca el uso del tweed para trajes y también la pasión por los cuadros que vemos estampados o formados por costuras o caprichos del patrón.
Muchos de los desfiles han sido mixtos, otra de las tendencias del momento. Versace juega con los mismos códigos para vestir a mujeres y hombres. El oro, en todos sus matices, lo inunda todo junto a los estampados salvajes y el uso del terciopelo. Una suma de elementos que provoca un estilo barroco en el que destaca el tigre, dibujo que se estampa con ganas y parce querer sustituir a la mítica medusa.
Minifaldas y toreras se dirigen a un público joven que adora épocas pasadas y destaca el estilo colegial, con prendas que pierden todo su recato una vez que pasan por las manos de la osada Donatella.
Osado ha sido el desfile de Moschino, con referencias muy explícitas a la estética sadomasoquista y al bondage. La colección es un catálogo de lencería con corsés, bustiers, bodies y tops para mujeres pero que la casa invita a llevar también a los chicos. El negro y el blanco marcan la propuesta en la que destacan vestidos en terciopelo rojo y otros con flecos de metal que parecen agujas. También los estampados de imperdibles, guiños a un erotismo que, de nuevo, nos recuerda a épocas pasadas, como el libro 'Sex' de Madonna o los impactantes desfiles para hombre de Jean Paul Gaultier. En moda, muchas veces, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Maluma puso voz al desfile de Dolce&Gabbana otra de las firmas que no pueden vivir sin su logo. Sus fans, tampoco. Las prendas se decoran con angelitos barrocos, cupidos con flechas y bordados de lentejuelas y cristal que forman corazones o coronas de estilo religioso. Las prendas inspiradas en los pijamas y batines siguen presentes, y siguen aburriendo, tanto como los rosarios que se llevan como collar.
Su barroco no tiene límites, tanto en los estampados, como en las prendas de tipo tapicería o de estilo rapero como en las aplicaciones de las solapas-joya que llevan algunos de sus esmóquines. Ropa para futbolistas amantes del lujo evidente y para cantantes que adoran el 'Más es Más'. Gente capaz de llevar con la misma dignidad un esmoquin y un chándal. ¡Unos fenómenos!
Dsquared2 , en cambio, se salen de la zona de confort y reinterpretan la estética cowboy con una colección ambientada en un rodeo de Texas. Todas las prendas tienen ese estilo tan marcado y reconocible gracias al cine de vaqueros, como las camisas que llevan cuadros, canesú, bordados o flecos.
Destacan los vestidos cómodos en algodón que recuerdan a los de las alegres chicas del ‘saloon’, esos antros en los que la música del piano se mezclaba con los ruidos de los puñetazos y, a veces, de las balas. La casa los mezcla con acierto con leggins de lentejuelas, un contraste atractivo y divertido golpe de efecto. El chaleco es la prenda estrella, ¿volverá a nuestros armarios?
El desfile de Prada deja un amargo sabor de boca. La casa parece estar perdida en ese feo laberinto en el que se adentró hace años y del que parece que no sabe salir. Ahora, en vez de proponer ropa propone logo o logos, ya que utiliza el suyo para decorar todo tipo de prendas y en todas las versiones posibles. Tanto que anula la colección.
Destaca, por destacar algo, el estilo neo-lady para ellas con conjuntos de chaqueta y falda en tejidos técnicos que parecen uniformes. Para ellos vemos estampados historicistas y hollywoodienses, como los dibujos de Cleopatra besando a Marco Antonio, motivos que se mezclan con otros de aire hawaiano que a su vez se mezclan con otros de tipo motero. Tanto se mezcla que la vista se cansa.
Alessandro Dell´Acqua, director creativo de Nº 21, propone un estilo elegantemente lánguido, con prendas arrugadas de aire retro. Otra mirada a los 90 que tanto están marcando las colecciones. Una década de la que muchos quieren rescatar la riñonera pero… parece que al consumidor le cuesta.
El punto es quizá lo mejor de la colección, en la que vemos muchos cuadros (el motivo estrella de este invierno y del que vendrá) y una paleta de colores vitamina, con rojos muy vivos, naranjas potentes y azules intensos. Los parches, otro de los elementos que marcan tendencia, sirven para decorar las prendas y para aportar un aire retro que, a veces, parece seguir la senda marcada por la exitosa casa Gucci, una de las más influyentes del momento.
Diesel Black Gold cambia de estilo y se abraza la estética tribal y bohemia. Sus prendas no tienen edad ni fecha de caducidad pero lo mejor es que entre sus costuras se esconde un mensaje de inclusión y un homenaje a la artesanía y las tradiciones de diferentes culturas, desde los indios navajos a los pueblos de Mongolia o desde las tribus esquimales a los campesinos rumanos.
Gris, blanco y negro acaparan casi toda la paleta de color en la que destacan pinceladas en rojo que potencian los contrastes. Contrastes de color y texturas, como los acolchados militares o los abrigos de diferentes lanas hechos con la técnica del patchwork.
Antes se pudo ver la propuesta de Ermenegildo Zegna firmada por Alessandro Sartori que crea un “armario modular que fusiona a la perfección del deporte y la sastrería, en el interior y el aire libre, manteniendo la búsqueda de la excelencia”. Los escotes geométricos y las solapas curvas destacan en una colección que mezcla tejidos nobles con otros de laboratorio para reinventar las prendas, como el anorak que nace de un edredón o la cazadora que sustituye a la chaqueta. Milán ya ha recogido su pasarela y deja el testigo a París. Allí, por suerte, la moda es distinta. El público, también.