La Justicia brasileña ratifica la condena a Lula por corrupción y le aboca al fin de su carrera política
- El tribunal de segunda instancia ha confirmado y ampliado a doce años la pena
- "Fue beneficiario personal y directo de los sobornos", argumentan los magistrados
- Las encuestas daban a Lula como favorito de cara a las presidenciales de octubre
- Aunque puede recurrir, la condena prácticamente le inhabilita para las elecciones
Final de trayecto para Lula da Silva: el carísmático expresidente de Brasil, que a sus 72 años seguía siendo la gran esperanza de la izquierda para recuperar el poder en las presidenciales de octubre, ha quedado prácticamente apartado de las elecciones al ratificar la Justicia brasileña en segunda instancia la sentencia por corrupción en una de las causas derivadas del caso Petrobras, lo que, en última instancia, le aboca al fin de su carrera política.
Aunque Lula, al que todas las encuestas dan como favorito en las elecciones con cerca del 30 % de los votos, aún puede recurrir, la decisión adoptada por la octava sala del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región, con sede en Porto Alegre, abre la puerta a su inhabilitación política y deja en manos del Tribunal Superior Electoral su posible candidatura presidencial.
Del mismo modo, la ratificación de su condena le coloca en el umbral de la prisión: los tres jueces que han revisado su caso han dictaminado que Lula tendrá que cumplir la pena en régimen cerrado y que podrán ordenar su detención cuando la defensa no pueda presentar más recursos, ya que la legislación brasileña no permite que un condenado en segunda instancia esté en libertad condicional.
En cualquier caso, la sentencia supone el mayor revés en la carrera de este antiguo sindicalista, que conquistó para la izquierda la presidencia de Brasil en 2003 y dejó el cargo en 2010 convertido en una figura mítica. Más aún cuando el tribunal de segunda instancia no solo ha confirmado su condena, sino que ha aumentado la pena desde los nueve años y medio iniciales hasta los doce años y un mes, subrayando que las "violaciones" fueron "gravísimas".
Unanimidad en el tribunal
De hecho, los tres magistrados que han revisado su caso -Joao Pedro Gebran Neto, instructor de la causa, Leandro Paulsen, presidente de la sala, y Víctor Luiz dos Santos Laus- han votado unanimemente en favor de ratificar y elevar su condena. Además, el tribunal ha dejado claro que juzgaba "hechos" y no "personajes", echando por tierra los argumentos del abogado de Lula, Cristiano Zanin Martins, que ha vuelto a insistir en la "motivación política" del proceso judicial.
“Lula fue beneficiario personal y directo de los sobornos puestos a disposición del Partido de los Trabajadores“
"Hay prueba, encima de lo razonable, de que Lula fue uno de los articuladores, si no el principal, de la trama de corrupción", ha esgrimido el instructor durante su alegato, el primero que se ha escuchado durante la vista. "Lula fue beneficiario personal y directo de los sobornos puestos a disposición del Partido de los Trabajadores", ha asegurado, por su parte, Leandro Paulsen.
Al igual que Sergio Moro, el juez que pronunció la sentencia en primera instancia, los tres jueces que han examinado su recurso consideran probado que el expresidente incurrió durante su mandato en los delitos de corrupción pasiva y blanqueo de dinero, al recibir de la constructora OAS un apartamento de lujo en el balneario de Guarujá a cambio de favorecer a la compañía en los contratos de la petrolera estatal Petrobras.
La causa es solo una de las siete abiertas contra Lula por la Justicia brasileña, la mayoría por corrupción y en el marco del caso Petrobras. "Estamos ante pruebas que resistieron a la crítica, al contrapunto. Si las pruebas fuesen débiles no habrían resistido. Si resistieron es que está demostrada la culpabilidad", ha explicado el último en pronunciarse, el magistrado Víctor Luiz dos Santos Laus.
Un apartamento de lujo a cambio de contratos
El juez instructor, que ha leído un alegato de cerca de 430 páginas durante más de tres horas, ha querido hacer constar que el cargo que ocupaba Lula da Silva ha sido un agravante de su condena: "Considero que la culpabilidad es extremadamente elevada tratándose del expresidente", ha recalcado Joao Pedro Gebran, que ha remarcado que la "gravedad" de los delitos cometidos exigía una "pena mayor".
El magistrado ha indicado que el inmueble, pese a estar formalmente a nombre de OAS, estaba "designado" para Lula en concepto de "ventaja indebida" y ha citado varios testimonios para respaldar su tesis, así como las visitas al piso tanto del exmandatario como de su fallecida esposa, Marisa Letícia.
El magistrado ha explicado que los argumentos, tomados de manera aislada, "pueden parecer frágiles", pero en conjunto, con otras pruebas, hacen "posible confirmar" los delitos: "El conjunto probatorio permite un juicio seguro y afirmativo sobre la existencia de pruebas", ha reiterado el juez.
"No solo había un enriquecimiento personal, también servía para financiar campañas y el proyecto político de un Gobierno", ha añadido, antes de defender la "cristalina comprobación" de la influencia del expresidente para nombrar a cargos en Petrobras y la conciencia de este de la "sofisticada" trama corrupta. "Infelizmente está siendo condenado un expresidente, pero que pactó y cometió crimen", ha apostillado Gebran.
Brasil, sacudido por la corrupción
La ratificación de la condena a Lula da Silva, el primer expresidente brasileño condenado penalmente desde el restablecimiento de la democracia en 1985, ahonda en la polarización de un país constantemente sacudido por los escándalos de corrupción que salpican a toda la clase política y a casi todos los partidos.
Así, miles de personas se han manifestado durante la jornada en Porto Alegre y en otras ciudades de Brasil, como Río y Sao Paulo, tanto a favor como en contra del expresidente, en un reflejo de la profunda división política del país.
El propio Lula ha participado en la concentración organizada en Sao Bernardo do Campo, en la la sede del Sindicato de los Metalúrgicos de la región metropolitana de Sao Paulo, justo donde él mismo fraguó el Partido de los Trabajadores durante los años 80.
“Solo el día en el que muera voy a parar de luchar“
Allí, ante cientos de simpatizantes que han coreado una y otra vez "Lula, presidente", el viejo sindicalista ha prometido dar batalla hasta el final: "Solo el día en el que muera voy a parar de luchar".