Duarte eclipsa el regreso de Pedro del Hierro
- Carlos Duarte y Kiko Font actualizan la sastrería y estrenan línea de mujer
- Pedro del Hierro no arriesga, apuesta por lo seguro y firma una colección atemporal
- Oteyza, Pilar Dalbat, Juan Brea, Encinar y Peñalver ponen en marcha Cibeles
El segundo desfile de Duarte en Cibeles se salda con un lleno absoluto y una fuerte ovación para el equipo formado por Carlos Duarte y Kiko Font. Su firma, nacida para un hombre urbano que busca calidad y prendas de largo recorrido, se lanza ahora al universo femenino pero con criterio, buen gusto y elegancia.
La obra de Francis Bacon es el punto de partida pero Font se queda con la paleta del pintor, especialmente con los inquietantes morados y violetas que mezcla con naranja, beige, toffe y verdes para enriquecer la colección.
Se aprecia un excelente trabajo de sastrería pero actualizando las prendas con distintas técnicas. Vemos patrones oversized en chaquetas que se despegan del cuerpo y en otras de doble botonadura que se llevan sueltas. También a la hora de combinarlos con pantalones que llevan galones en el lateral y con el uso de zapatillas blancas.
Destacan las prendas de abrigo, de invierno y de entretiempo. Las gabardinas se estampan con tejidos de cuadros de colores y los abrigos se tiñen de vibrantes naranjas y cálidos camel. Llaman la atención los detalles, cuidados con cariño. Las cinturillas de los abrigos se quedan en un lateral en una graciosa asimetría y las trabillas se agrandan para reinventar los pantalones. Esta prenda es una de las más cuidadas de la colección y vemos que se juega con los largos y los bajos, a veces en tamaño grande.
Hay looks muy trabajados, como la combinación de chaqueta en príncipe de Gales, con camisa de rayas, jersey marino y pantalón oscuro. Perfecto, como la gabardina en el mismo tono que la camisa y a juego con el pantalón. Hablamos de prendas básicas y clásicas que Duarte presenta renovadas con tejidos técnicos y sobre todo con un patrón moderno pero sin estridencias.
La línea de mujer bebe del armario del hombre e incluso comparte algunas prendas, como los pantalones y los jerséis, que son unisex. Tonos tierra, naranjas y morado saltan de las prendas más masculinas a los vestidos y faldas. Destaca un vestido asimétrico que se ciñe al cuerpo. Va en tono empolvado y las costuras se resaltan como si fueran estampados.
Los sastres, cómodos, resultan fascinantes por su apabullante sencillez. El color tiene una clara intencionalidad, está al servicio de las prendas para que pase desapercibido y deje todo el protagonismo al patrón, siempre exquisito, que logra siluetas limpias y sencillas pero muy atractivas.
Duarte firma un trabajo excelente que no tiene complejos a la hora de medirse con las firmas internaciones. La firma abrirá tienda próximamente pero esto no ha marcado el trabajo del equipo. “Al contrario, porque queremos tener un público diferente, más moderno y contemporáneo”, remata Font.
Pocas veces hemos visto en Madrid una pasarela tan impresionante como el que ha montado la casa Pedro del Hierro en el Museo del Ferrocarril. Aunque es necesario decir que más que un desfile se trataba de un evento social, con carísimos personajes de la revistas del corazón en la primera fila. Entre vagones, y a toda máquina, han desfilado estrellas de la pasarela como las top models españolas Marina Pérez y Mayka Merino, que se estrenaba en Madrid.
Y todo para el esperadísimo regreso de la firma, ausente de Cibeles desde septiembre de 2002. Pedro del Hierro es un histórico de la moda española, el último modisto, y el más joven, en entrar en la Cámara de la Alta Costura. Corría 1976, tenía tan solo 28 años y ya se le llamaba ‘maestro’.
Su padre era pintor y de él heredó el dominio del color y el amor por el arte, algo que trasladó a los tejidos y patrones en la incesante búsqueda temporal y constante de la elegancia. Del Hierro murió en 2015, alejado ya de los focos y los aplausos pero pudo trasladar su filosofía de vida y trabajo a los que le sucedieron en su firma, primero Carmen March y ahora Nacho Aguayo.
El joven modisto se estrena ahora con una colección de contrastes, en la que se mezcla prendas de prêt-à-porter con otras que ya se pueden reservar para realizar a medida. Además hay una línea de alfombra roja que se venderá en tiendas cuando llegue la primavera.
Aguayo no arriesga, quizá por miedo a perder a la clienta de toda la vida porque a ella va dedicada la colección. "He querido tener una colección que no sea moderna pero sí actual", dice Aguayo. Por eso casi todo es fácil de llevar y guardar y tiene un aire atemporal, una bonita serie de trajes y vestidos que nacen con vocación de fondo de armario; desde los sastres con chaqueta de un botón, como los de Giorgio Armani, hasta los vestidos diosa que vuelven a las pasarelas temporada tras temporada.
Lo más interesante es el uso del color. Granates, burdeos, ciruela y verde pato, más propios de las colecciones otoñales, se utilizan en piezas de verano, como los vestidos años 50 que marcan la cintura, las faldas midi, los pantalones palazzo y los monos. Pero también vemos tonos cálidos, de la naturaleza, más primaverales, que contrastan con naranjas y lilas suaves. “He jugado con los polos opuestos, hacer verano con colores de invierno y utilizar crêpe de lino en looks nocturnos. Se trata de jugar rompiendo los esquemas buscando una colección que no sea moderna pero sí contemporánea, actual”.
Destacan las prendas más minimalistas de claro aire noventero, algunas al más puro estilo Narciso Rodríguez, siempre en tonos claros. Estas piezas contrastan con las estampadas con un motivo tropical dark que destaca entre los fucsias, naranjas y azules que se usan ahora, con osadñia, para diseños de noche.
“He querido limpiar el producto, hacerlo más tranquilo, con menos volúmenes. Muchas prendas recuerdan a Pedro pero hemos bajado la intensidad y tienden a ese minimalismo americano de silueta muy limpia”, añade.
Los tejidos mate y los brillantes se mezclan de forma forzada y las asimetrías marcan tops anudados en el lateral y vestidos de escotes arquitectónicos. Las aplicaciones tridimensionales, las texturas brillantes del triacetato de efecto raso, las osadas transparencias y los minivestidos ochenteros no encajan con ese estilo depurado que han buscado.
La línea de hombre está a cargo de Álex Miralles que en tan solo dos meses ha tenido que sacar adelante la colección, trabajando “a partir de la idea de Nacho”, dice. Su trabajo de ha dividido en dos bloques. Una parte es casual, con prendas ‘útiles’ que llevan bolsillos, como las saharianas y los trench. La otra parte es festiva y desarrolla el esmoquin “desde lo más tradicional hasta nuevas propuestas con nuevos detalles y tejidos, buscando una nueva manera de llevar el esmoquin”, dice Miralles.
Pero poca novedad también y la competencia hoy es grande. Los trajes lucidos por Juan Betancourt y José Lamuno parecen antiguos si los comparamos con los que en Cibeles presentan Modesto Lomba, Ana Locking, Oteyza y García Madrid, firma que sí ha demostrado, en la pasarela y en las alfombras rojas, que hay otras maneras de llevar un esmoquin.