Lula, el "hombre de Brasil" cuya corrupción ensombrece el futuro de la izquierda brasileña
- El expresidente acusa a la Justicia de "evitar que sea candidato"
- El Partido de los Trabajadores insiste en que Lula es el "único candidato"
- Facciones de la formación abogan por buscar alternativas para salvar a la izquierda
- "Dueño" de los votos del PT, dejó la presidencia en 2010 con un 87% de popularidad
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se mostraba tranquilo en la víspera sobre el análisis de su sentencia a prisión. "Estoy con la tranquilidad de los justos, de los inocentes", afirmaba. Sin embargo, con el aumento a doce años de su condena por corrupción, el futuro político del que fuera el presidente más popular de Brasil y favorito en las encuestas para las elecciones de octubre, está en el aire.
Atrás quedaron los años gloriosos para su partido, pues la sentencia ha dejado a la izquierda brasileña frente a una auténtica "alternativa del diablo": o escoge un nuevo candidato a la Presidencia o insiste en postular a un condenado a prisión. Y ese parece ser el camino que quiere seguir Lula, que el miércoles gritaba, ante miles de seguidores en Sao Paulo, que "todo lo hacen para evitar que yo pueda se candidato, ni ganar, solo ser candidato. Pero la provocación es tan grande que ahora quiero ser candidato a presidente de la República", ha dicho.
Aunque el Partido de los Trabajadores (PT) ha repetido una y otra vez que su "único" candidato es Lula, la ley electoral brasileña dice que una persona con una condena ratificada en segunda instancia por un tribunal colegiado, como es el caso, no puede postular a un cargo de elección popular por un polazo mínimo de ocho años. Además, pesa el riesgo de que la Justicia decida que la condena se ejecute una vez agotadas las apelaciones en segunda instancia y el exmandatario acabe en prisión, una posiblidad remota, pues todavía tendría derecho a algún recurso en tribunales superiores.
El partido no desiste y ya ha acuñado el lema "elección sin Lula es un fraude". Sin embargo, otras facciones dentro de la formación abogan por evaluar otras posibilidades y construir una alianza con el resto de la centroizquierda y parte de la izquierda para intentar volver al poder y cerrarle el paso a las fuerzas más conservadoras. Según han contado a Efe fuentes de esas corrientes, se baraja la posibilidad de "preparar desde ahora" una fórmula alternativa en caso de impugnación, y hasta un político ajeno al PT, herido tras la destitución de Dilma Rousseff, podría encabezar la lista política.
Gomes, Haddad o Boulos, posibles sustitutos en la izquieda
En caso de que Lula responda en libertad mientras apela y que el PT porfíe e inscriba su candidatura, el asunto será analizado por el Tribunal Superior Electoral, en el que muchos analistas, tanto políticos como jurídicos, prevén que sería impugnado. Así, el conflicto para el partido radica en que el tribunal electoral solo podrá prounciarse a partir del 15 de agosto, cuando vence el plazo para la inscripción de las candidaturas, y hasta ese momento Lula podría incluso volcarse a una campaña electoral aún sabiendo del alto riesgo de que sea frustrada.
Entre las posibilidades, toma fuerza el nombre de Ciro Gomes, ministro de Hacienda con el Gobierno de Itamar Franco (1992-1995) y ocupó la cartera de Integración Nacional en el primer mandato de Lula. Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), una de las fuerzas de centroizzquierda cuadradas en la defensa del expresidente, fue candidato presidencial en 2002, pero quedó en cuarto lugar con el 12% de los votos. De hecho, Gomes ya ha anunciado su intención de postularse "con o sin Lula" en la campaña, y se ha ofrecido como alternativa para "unificar" al centroizquierda.
En cambio, la propuesta de los sectores más resignados a la inhabilitación de Lula sería que Fernando Haddad, un emergente líder del PT que ya fue alcalde de Sao Paulo y ministro de Educación, integre la fórmula de Gomes como candidato a vicepresidente. Haddad es uno de los dirigentes del PT más cercano a Lula e integra un informal comité de campaña del exmandatario, quien le ha encomendado la coordinación del programa que presentaría para un eventual Gobierno.
En esa discusión interna, que se realiza a puertas cerradas y en voz baja, hay otros sectores que defienden una "salida por la izquierda" más radical y proponen la candidatura del activista Guilherme Boulos, líder del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), el colectivo social más combativo del país.
Lula, "dueño" de los votos del PT pese a la corrupción
En cualquier caso, todo movimiento deberá contar con el aval de Lula, el único "dueño" de los votos del PT, al que controló con mano de hierro y en el que desde su fundación, en 1980, no se ha dado un paso sin su consentimiento.
La corrupción, llegó a decir cuando era presidente, "está en todos los sectores de la sociedad", incluidos la política y "el poder judicial", pero Lula se declaraba entonces -en 2007-, inmune a ella.
Lula, el mandatario pragmático con dotes de "animal político" y un indudable don de gentes, tiene siete causas abiertas, aunque no se rinde. La sombra del delito le persiguió durante su mandato (2003-2010) y ha amargado sus últimos años por los vínculos que la Justicia le imputa con la Lava Jato, la mayor red de desvíos de la historia de Brasil.
Siete años para impulsar la economía y la imagen de Brasil
El "hijo de Brasil", como fue bautizado en una película sobre su vida, logró salir de la miseria, estudiar, liderar un sindicato y cumplir el sueño de millones de brasileños en un país con una profunda brecha social.
La muerte de su primera mujer, María Lourdes, por falta de atención médica durante su embarazo, le impulsó a entrar en política y, a comienzos de los 80, en los estertores de la dictadura, participó en la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) con políticos e intelectuales de izquierda. Con una carrera meteórica, se convirtió en el diputado más votado y comenzó a acariciar el sueño presidencial, aunque le costó cuatro intentos: 1990, 1994, 1998 y 2002.
Para conseguirlo, cambió su imagen de barbudo sindicalista por un discurso depurado y una marca, "Lula, paz y amor", que poco tenía que ver con la lucha obrera. "Si al final de mi mandato cada brasileño puede comer tres veces al día, habré cumplido la misión de mi vida", prometió. Pero su historia de novela comenzó a truncarse con el Mensalao, un escándalo de sobornos parlamentarios que acabó con parte de la cúpula del PT en 2005, durante su primer mandato.
Con un partido desgastado, su pragmatismo le acercó a sus adversarios en busca de alianzas para la reelección, en 2006. En ocho años de gestión, sacó de la pobreza a 28 millones de personas y lideró una "revolución" pacífica que situó a Brasil entre los protagonistas de la agenda mundial. Dejó el poder con una popularidad del 87%, lo que le permitió elegir para su sucesión sin resistencia a su ahijada política, Dilma Rousseff.
Sin embargo, Rousseff no tenía ni el carisma ni las tablas de su padrino y, aunque logró una reelección, su aislamiento y la crisis económica animaron a los antiguos aliados de Lula a promover su destitución y terminar con la "era PT", el 31 de agosto de 2016. Un zarpazo que aceleró la caída de Lula, cercado por la Justicia en un pacto "casi diabólico".