Pessoa, punta de lanza múltiple de la vanguardia portuguesa
- El poeta fue el motor intelectual de la desconocida vanguardia portuguesa
- Una corrriente con señas de identidad propias unida a los heterónimos de Pessoa
- El Reina Sofía consagra una muestra al escritor y su influencia en el arte luso
“El arte es una interpretación de la vida. Todo arte que no sea misterioso errará el sentido de la vida”. Son palabras del gran pensador y poeta de las letras portuguesas Fernando Pessoa (1888-1935). Y ya apuntan a los vientos de cambio que agitaban su espíritu creativo marcado por sus múltiples caras literarias.
Estas ansias rompedoras cristalizaron en una faceta menos popular del literato. Pessoa fue el motor intelectual indispensable de las vanguardias portuguesas que eclosionaron a principios del siglo XX.
Le dieron forma un grupo de autores-esencialmente pintores y escenógrafos- que orbitaron en torno a las ideas, escritos y propuestas expresivas del poeta
Un movimiento fugaz, con señas de identidad propias y poco conocido para el gran público, que emergió en un especial caldo de cultivo histórico y social. Portugal dejaba atrás un pasado colonial, arrastrando su propia versión del desastre español del 98 con el llamado ultimátum luso de 1890.
Un país empobrecido, falto de prestigio y desmoralizado que Fernando Pessoa se empecinó en abrir a la modernidad mirándose en el espejo de las vanguardias parisinas que recorrían Europa, encarnadas en el cubismo, el futurismo o el orsismo.
Sin embargo, los vanguardistas lusos siguieron sendas propias y evitaron mimetizarse con sus precursores en esta búsqueda del renacer de la cultura de Portugal. El joven escritor fue un paso más allá. Creó sus propias corrientes en la teoría poética con el objetivo de bucear en nuevos lenguajes: son el paulismo, el interseccionismo y el sensacionismo que inspiraron a la intelectualidad portuguesa.
“Pessoa no es exactamente un vanguardista. Entiende que hay nuevos lenguajes pero crea sus propios modelos que se alejan de las vanguardias de su tiempo. Defiende los suyos como más amplios y señala que sirven mejor para entender la vida contemporánea”, señala Joao Fernandez, comisario de la exposición Pessoa.Todo arte es una forma de literatura que el Museo Reina Sofía consagra a las vanguardias portuguesas espoleadas por el escritor lisboeta (Del 6 de febrero al 7 de mayo de 2018).
Las múltiples personalidades de Pessoa
El poeta hizo protagonistas a sus más de 130 heterónimos: personalidades inventadas con vida propia-tenían hasta sus propias cartas astrales- y particular forma de escribir. Estas fragmentaciones, que Pessoa achacaba a su desorientación existencial, eran capaces de mostrar las contradicciones intrínsecas que deben guiar el arte, según defendía el autor, que señalaba que “un hombre para ser respetable tenía que contradecirse varias veces al día”.
De hecho, la máxima que da título a la muestra, Todo arte es una forma de literatura, la pone en boca de Álvaro do Campo, uno de sus heterónimos más transgresores. "Me siento múltiple", escribía Pessoa, "soy como un cuarto con innumerables espejos fantásticos que distorsionan en reflejos falsos una única realidad que no está en ninguno y está en todos".
La exposición, presidida por el gran retrato de Pessoa de José Almada de Negreiros [ver imagen que encabeza la noticia], se adentra en las claves del movimiento a través de 160 obras, entre ellas se encuentran algunos tesoros nacionales que nunca habían salido de Portugal, y recorren a autores como el citado Negreiros, Amadeo de Souza Cardoso, Eduardo Viana o Sonia y Robert Delaunay, a través de pinturas, dibujos, fotografías y documentos originales.
Entre las características específicas de la vanguardia lusa se encontraba el interés por lo local –aquí descollan las obras del matrimonio Delaunay en su etapa portuguesa, fascinados por los mercados de artesanía del Miño- conjugado con la aspiración internacional de las propuestas.
También es exclusivo el interés por las artes escénicas, el propio Pessoa fue autor de libretos de teatro, y que exhibe en la exposición una conexión española. El público puede contemplar los bajorrelieves diseñados por Almada Negreiros para el Cine San Carlos de Madrid (actual sala Kapital), en 1919, en un intento de confluencia de las artes escénicas y plásticas inspirado por los ballets rusos.
El escándalo de la revista Orpheu
Otra de las salas está consagrada a las corrientes de vanguardia impulsadas por el poeta. Como el paulismo, que se define como “la confusión entre lo subjetivo y lo objetivo y por la asociación inconexa de ideas”.
Esta suerte de “intoxicación de la artificialidad”, en palabras de Pessoa, está encarnada en las obras sobre papel o lienzo de Amadeo de Souza Carnoso, figura primordial del movimiento, y de Guilherme de Santa Rita. La comisaria Ana Ara ha explicado este martes en la presentación que el origen del paulismo reside en el poema Pauis (Humedales), publicado en 1914 en la revista A Renascença y que evoca "imágenes repletas de contradicciones y decadentismo".
Otro espacio aborda el interseccionismo, que bebe del futurismo y se caracteriza por la superposición de planos de los que emergen collages en los que las figuras se difuminan.
El núcleo de la muestra está dedicado al sensacionismo, el proyecto estrella del corpus estético-filosófico de Fernando Pessoa, que invita a “sentir todo en todos los sentidos”, pero que paradójicamente tuvo escasa difusión pública. Esta reverencia a la sensación entronca con la sinestesia característica de los textos del escritor.
El altavoz de todas estas nuevas formas de expresión fueron las revistas en las que Pessoa volcaba sus ideas. Un panorama efervescente donde emergieron publicaciones como A Águia, K4 o Quadrado Azul, Portugal Futurista o presença.
Entre este magma, sobresale Orpheu, una revista que simbolizó el “escándalo”, de la que salieron a la luz solo dos números, y que jugaba a agitar la monotonía de una sociedad conservadora a través de contradicciones, según explica el comisario y subdirector del Museo Reina Sofía, Joao Fernández.
Con respecto a esta creación, Fernando Pessoa llego a afirmar que en Portugal solo había dos cosas interesantes “el paisaje y Orpheu”. Fueron años de agitación que finalizaron de forma abrupta. La muerte prematura de tres figuras emblemáticas de la modernidad portuguesa-Sá-Carneiro, De Souza Cardoso y Santa Rita entre 1916 y 1918, diluyó y sumió en el olvido las peculiares vanguardias capitaneadas por los múltiples alter egos del lisboeta.