La mirada de Cartier-Bresson sobre España
- El fotógrafo francés filmó un documental propagandístico sobre la Guerra Civil
- Su biógrafo revela los secretos de Cartier-Bresson en una velada en Madrid
Henri Cartier-Bresson recorrió con su mirada todo el siglo XX, aunque ante una reflexión parecida el fotógrafo francés huía del peso de la historia confesando que “los siglos son estúpidos, para mí solo hay primavera, verano, otoño, invierno, equinoccios, y luego el resto...”.
Hijo de burgueses, abandonó el instituto antes de terminar el bachillerato y cursó estudios de pintura, lo que le sirvió para cultivar un ojo de fotógrafo con un extraordinario sentido de la composición. Sus imágenes siguen la máxima de la academia platónica y tienen un dinamismo interno marcado por la geometría.
Amante de Bach y de Proust, la perfección de las fotos de Cartier-Bresson reside en “no buscar la gran foto”, según sus propias palabras sino estar allí cuando sucede y ser sensible al palpitar de la vida.
El artista francés hace suyas las palabras del general De Gaulle “un fotógrafo debe ser como un artillero, apuntar, disparar rápido, dar en el blanco y ya estás tardando en irte”. Henri Cartier-Bresson añade que siempre que haces un retrato “le arrancas algo a esa persona”, defiende que el fotógrafo debe hacerse transparente y olvidar su ego para poder llegar al corazón de la realidad.
Anarquista libertario en su juventud y budista convencido en su vejez, Cartier-Bresson dejó la cámara en sus últimos años y se dedicó al dibujo. Lo hizo para no competir con su esposa, la también fotógrafa Martine Frank. Sus dibujos llegaron a exponerse en el Moma, pero reconocía que "carecía de la gracia de Giacometti" y en sus esbozos "se percibe demasiado el esfuerzo en cada trazo".
Lágrimas ante un goya
En uno de sus últimos viajes con su biógrafo, Pierre Assouline, pidió estar a solas en la sala de pintura española de un museo de Budapest. Allí se sentó frente a una reproducción del Duelo a garrotazos de Goya y le dijo a Assouline que para entrar dentro de una pintura hay que copiarla, sacó sus lápices para dibujar y al cabo de un rato tenía lágrimas en los ojos. Su acompañante intentó captar la escena con su cámara, pero luego descubrió que no tenía carrete. Cartier-Bresson le consoló con socarronería: “No te preocupes, la fotografía es una cosa mentale”.
Esta y otras anécdotas sobre la vida de uno de los fundadores de la agencia Magnum fueron desgranadas anoche por Pierre Assouline en una velada en el Institut français de Madrid. Los asistentes pudieron disfrutar de la proyección de L’Espagne vivra (España vivirá), un filme propagandístico filmado por Cartier-Bresson en la Guerra Civil, seguida por un coloquio.
Cartier-Bresson probó suerte en el cine y fue ayudante de dirección de Jean Renoir en películas míticas como La regla del juego, pero su talento como realizador está muy lejos de su pericia como fotógrafo. El documental es un ejercicio de propaganda hijo de su tiempo con ciertas dosis de ingenuidad.
Financiado por el Secours Populaire, una asociación que hoy en día sigue luchando contra la pobreza y la exclusión social, el documental intenta agitar las conciencias para que se movilicen a favor de la República española. Refleja un documento de 1934 en el que los fascistas recaban el apoyo de Mussolini y es muy crítico con la política de no intervención de Francia y el Reino Unido.
Cartier-Bresson incide en el despliegue de tropas italianas en España e incluso incluye el interrogatorio a un soldado italiano capturado. Carga las tintas con la presencia de mercenarios moros en territorio español y llega a recordar su expulsión por los Reyes Católicos y las batallas del Cid.
Toca la fibra sensible del espectador con los envíos de leche condensada para que los niños de España "no mueran de hambre" y con la solidaridad de los campesinos franceses que donan sacos de patatas para que puedan comer sus vecinos del sur.
Exposición en el Ateneo de Madrid
España fue decisiva en su carrera como fotógrafo, ya que una de sus primeras exposiciones tuvo lugar en el Ateneo de Madrid. Sus imágenes de la vida cotidiana reflejan muy bien la realidad de la España republicana antes de que estallara la contienda en 1936.
La experiencia como director de documentales le dejó un regusto amargo. Su militancia en la causa republicana no le permitió tomar fotos de la Guerra Civil, un lugar que dejó a Robert Capa. Un error que no repitió a la hora de filmar la liberación de los campos de concentración nazis donde llevó un operador de cámara y él pudo seguir haciendo fotos.
Prisionero de guerra en Alemania, protagonizó varias fugas, y siempre recordó con agradecimiento la fraternidad entre los prisioneros que guardaban sobras de comida para los compañeros capturados después de intentar huir.
Testigo privilegiado de la historia del siglo XX, mostró en la India sus fotografías a Gandhi que justo reparó en una imagen de un coche funerario y repitió varias veces: “la muerte, la muerte, la muerte”. Horas después el líder espiritual fue asesinado.
Henri Cartier-Bresson falleció el 1 de agosto de 2004 en su casa de L’Isle-sur-la-Sorgue, en el Sur de Francia, a los 95 años de edad. Pierre Assouline recoge su trayectoria vital en un libro El ojo del siglo y en un documental El siglo de Cartier-Bresson.