Jennifer Lawrence: "Los movimientos a favor de la mujer no tienen vuelta atrás"
- RTVE.es entrevista en Londres a la actriz y a parte del equipo de Gorrión rojo
- Un thriller de espionaje que se estrena en los cines este viernes 2 de marzo
- Lawrence concluirá sus proyectos pendientes antes de tomarse un año sabático
A Jennifer Lawrence se le acumulan los proyectos. A su implicación en movimientos feministas como Time’s up al filo de unos Oscar que prometen reivindicar la igualdad, se suma el horizonte de un año sabático en el que cambiará el cine por la política. La actriz, de 27 años, frenará de forma gradual su meteórica carrera.
“Todavía voy a estar desarrollando proyectos que tengo pendientes pero no tengo rodajes para el año que viene, y lo pasaré viajando y hablando con jóvenes para involucrarles en política local”, detallaba la intérprete en una entrevista para RTVE.es en Londres.
La actriz ha presentado en la capital británica su última película, Gorrión rojo, un thriller de espionaje de estilo clásico en el que vuelve a situarse bajo las órdenes de Francis Lawrence, que le dirigió en las tres últimas entregas de los Juegos del hambre. Una saga que catapultó a la actriz de Kentucky al estrellato mundial.
La cinta, en la que también participan Joel Edgerton, Matthias Schoenaerts, Charlotte Rampling y Jeremy Irons, se estrena en las pantallas españolas este viernes 2 de marzo.
Jennifer Lawrence sostiene sobre sus hombros una intrincada trama, que remite en estética y fondo a la Guerra Fría aunque se mueve en un contexto globalizado, en la que encarna a una ambiciosa bailarina moscovita, Dominika Egorova, convertida en agente de los servicios secretos rusos. Un papel “diferente” y “difícil” además de muy exigente físicamente, para el que la actriz se entrenó durante meses para adaptar su cuerpo a la danza, explica con detalle.
Egorova es reclutada en la Escuela de gorriones, pilotada con mano de hierro por Rampling, donde se forman con perversos métodos a espías que manipulan a través de la seducción, y en la que Lawrence encara impactantes escenas en las que nunca antes la habíamos visto.
“Ella ha crecido sin ningún control sobre su vida, primero como bailarina para el Estado, ellos controlan su cuerpo y su vida entera y después de que su carrera acaba por una lesión tiene menos control porque es obligada a escoger entre cuidar de su madre y servir a su país. Es forzada a entrar en este programa deshumanizador y allí aprende a encontrar el camino para tener una vida y volver a tener libertad”, defiende la ganadora de un Oscar por El lado bueno de las cosas (2012).
“En la Escuela de gorriones aprende a seducir con su cuerpo para sacar información pero en realidad lo hace con su mente. No es solo sexappeal y maquillaje, es una especie de manipulación y eso es lo que me interesaba mostrar”, señala el director de la cinta, Francis Lawrence.
El lado humano de los espías
La actriz se mete en la piel de una superviviente que pondrá en peligro su misión de desenmascarar a un topo, al entablar una relación con el agente de la CIA Nate Nash al que debe manipular, y que interpreta el australiano Joel Edgerton.
“En la relación entre Dominika y Nate hay un juego de engaños, envuelto en sospechas, decepción y muchas mentiras. Nate tiene que escoger cuánto quiere confiar o cuánto dolor puede soportar. Esto ocurre en las relaciones en general y en la diplomacia internacional. Si haces un movimiento equivocado puede ser peligroso”, apunta Edgerton (Black mass, El regalo); el actor y director define al agente Nash como “idealista porque quiere que el mundo sea un lugar mejor”.
“Es interesante porque esta película explora a los seres humanos que hay detrás de la forma de vida de los espías. Ellos viven una doble vida y nadie sabe la verdad”, añade Jennifer Lawrence acerca de la vulnerabilidad de su personaje, en una trayectoria en la que la actriz alterna películas de corte más indie con superproducciones.
Gorrión rojo está basada en el bestseller homónimo de Jason Matthews, publicado en España por Los libros del lince. Matthews es un exagente de la CIA que ha aportado su experiencia como fuente al director Francis Lawrence (Soy leyenda, Agua para elefantes).
El realizador explica que ha retratado con cierta verosimilitud el trabajo de los agentes secretos y los dilemas morales que encaran en su labor en la sombra, en una cinta que no ahorra violencia en las escenas de tortura.
“No quería sacar solo el mundo glamuroso de los espías ni glorificarlos. Lo que me interesaba era que ella tiene que sobrevivir y por eso el mundo que le rodea es brutal”, relata a este medio el director, que añade que el personaje de Dominika comparte con Jennifer Lawrence su intuición para “leer a las personas”.
La narración, que bebe del cine de género con referentes como El espía que vino del frío, de Martin Ritt, juega a través de varios giros con la ideas de venganza y traición. Un tira y afloja de sospechas que incide en el aspecto psicológico más que en la acción del espionaje y el contraespionaje, y que no sitúa en primer plano la tensión política entre EE.UU. y Rusia.
En el bloque soviético, dibujado como un Estado omnipresente y asfixiante para sus ciudadanos, el belga Matthias Schoenaerts (La chica danesa) es el intrigante Vanya Egorov, uno de los cabecillas del KGB y tío de Dominika que mantiene una insana relación con su sobrina.
“Vanya está muy condicionado por su profesión en los servicios secretos. Cree sus propias mentiras y esos son los mejores mentirosos porque piensa que está haciendo lo correcto y justifica sus acciones”, asegura esta estrella emergente que se encuentra en plena vorágine promocional con cinco películas pendientes de estreno.
Bajo estos mimbres, Gorrión rojo se sumerge en el mundo secreto del espionaje al que Jennifer Lawrence califica de “asombroso” y “apasionante”, en uno de sus últimos roles antes de volcarse el próximo año con la organización Represent Us donde impulsará un vivero de ideas que apuntalen la democracia estadounidense.
“Mi pasión política comenzó educándome a mí misma, leyendo y comprendiendo que la raíz del problema en los gobiernos es la corrupción. Puedes comprar votos, pero afortunadamente podemos educar a los jóvenes e iniciar una conversación con el fin de conseguir votaciones en cada estado para que sea más difícil que los lobbies controlen los gobiernos”, asegura la actriz, que suele mantener la distancia con sus seguidores y la prensa pero que rompe el hielo al hablar con determinación sobre su activismo.
Compromiso feminista con Time's up
A las puertas de los Oscar, Lawrence también profundiza en su compromiso público con el feminismo. Una ola social que recorre el mundo y que emergió en Hollywood con movimientos como Time´s up y Me Too contra el acoso sexual y la desigualdad, a raíz del caso Weinstein.
La actriz de Mother, una de las mejor pagadas de la industria, ha participado activamente en varias campañas contra el machismo, ha denunciado la discriminación salarial o el trato “humillante” que sufrió al comienzo de su carrera.
“Creo que va a ser imposible volver atrás después de esto. Es más grande que una simple conversación. Estoy muy orgullosa de mi género y de las mujeres con las que he trabajado en Time´s up. Es una forma de cambiar las cosas acerca de cómo hemos sido tratadas y que lo que ha sido normal hasta ahora no lo sea nunca más”, sentencia Lawrence, que atesora fama de no tener pelos en la lengua, y que tampoco se ha arredrado a la hora de desmontar tópicos sobre el físico de las actrices.
En este sentido, una polémica sexista le ha salpicado la pasada semana al criticarse en redes sociales que posara con un escotado vestido de Versace, mientras sus compañeros lo hacían muy abrigados durante la promoción de Gorrión rojo en la fría capital británica.
“This is such a quietly depressing (and revealing) image. Not least because I've been outside today and it's bloody FREEZING. pic.twitter.com/BRnmgKJ5wY“
“— Helen Lewis (@helenlewis) 20 de febrero de 2018“
Lawrence ha devuelto la bola con contundencia en su página de Facebook reivindicando su libertad a la hora de vestir:
“Esto es sexista, esto es ridículo, esto no es feminismo. (...) Crear controversia sobre estas cosas, tontas e inofensivas, como lo que yo elijo ponerme o no ponerme, no nos hace avanzar. Está creando distracciones tontas de los problemas reales. (...) Y si yo quiero pasar frío es mi elección también”.