Hernán Migoya: "El sexo no vende nada"
- El escritor y guionista de cómics publica Hazañas eróticas del cuarentón hijoputa
- Una recopilación de relatos erótico-festivos ilustrados por Santiago Sequeiros
Actualmente el escritor y guionista de cómic y cine Hernán Migoya (Ponferrada, 1971) compagina la serie de cómics dedicada a Carvalho (Norma), que dibuja Bartolomé Seguí, con la publicación de una serie de relatos eróticos ilustrados por el genial Santiago Sequerios (Buenos Aires, 1971), que ahora recopilan en el volumen Hazañas eróticas del cuarentón Hijoputa (Dib>buks).
“El Cuarentón Hijoputa –asegura Migoya- es una serie de cuentos que inicié en la revista barcelonesa Primera línea en 2013 y que se sigue publicando. Yo no lo llamaría erotismo sino cuentos sobre sexo. Mucho sexo, pero con un tono muy exagerado, satírico, esperpéntico y espero que muy divertido. La idea es hacer reír sin tener ningún sentido del pudor”.
Es –asegura Migoya- una colaboración con mi amigo y fabuloso ilustrador Santiago Sequeiros. Los dos pensábamos que iba a ser una serie breve pero ya vamos por la entrega 54”. Aprovechando un final de ciclo, en el relato 41, se nos ocurrió que podría ser un buen momento para recopilarlos en un libro. Ricardo Esteban, de Dib>buks, saltó encima con gran entusiasmo y nos ha hecho una edición de lujo”.
“Alguien tiene que hacer el trabajo sucio”
En una época en la que la pornografía gratuita reina en internet, parece que el erotismo en el cómic, el cine comercial y la literatura casi ha desaparecido. “El sexo no vende nada hoy día -confiesa Migoya- Y menos libros titulados como el nuestro: Cuarentón hijoputa. Casi nadie se atreve a comprarlos. Yo celebro que haya valientes “y valientas” que se animen a llevarse este libro”.
“Yo sé que el sexo no vende –continúa- pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio, y cómo estamos en una época en la que todo el mundo quiere que seamos limpios, creo que es bonito mantener esta trinchera. Por eso voy a seguir publicando libro sucios, guarros, cerdos e incómodos. Porque creo que hay gente que lo agradece y me está sorprendiendo la reacción tan positiva de la prensa, porque creo que estamos todos un poco hartos de unos tiempos tan higiénicos y tan autocensores. Hace falta un poco de aire fresco y creo que este libro es un pequeño oasis en un mundo de constante vigilancia”.
Han pasado 15 años desde que Hernán Migoya publicó Todas putas (2003), una recopilación de relatos eróticos que estuvo a punto de ser prohibida en España después de que varios partidos políticos lo acusaran de misógino, e incluso de ser una “apología de la violación”.
“Actualmente –asegura- creo que no tendría problemas tan serios porque ya tengo una trayectoria en el mundo literario. En esa época era un desconocido, a pesar de mi larga carrera en los cómics. Además, creo que estos libros actualmente se ven como una resistencia de la libertad de creación. Por eso está sucediendo lo contario, en vez de culpabilizar el título, se está defendiendo como un soplo de aire fresco”.
“Personalmente, a la hora de escribir nunca he tenido en cuenta los climas de censura o de acción moral y no lo voy a hacer ahora. Nunca me he autocensurado ni lo voy a hacer. Puedo mentir en los medios pero en mi obra no miento nunca” –concluye-.
“No es autobiográfico”
La duda que nos surge tras leer el libro y ver el parecido de Migoya con las ilustraciones de Santiago es, hasta qué punto es autobiográfico. “No hay nada autobiográfico -asegura Hernán- Son fantasías de las que cojo el tono más extremo, satírico, exagerado… más “hijoputa” de mi humor y lo transformo en una especie de visión de la vida”.
“El protagonista –añade- es un personaje que solo vive para el hedonismo y la gula sexual. Una actitud muy demonizada en España, en donde tenemos gran peso católico y tienes que fingir que estás comprometido con causas benéficas comprometidas. Y el cuarentón es todo lo contrario: un señor que le gusta vivir por vivir, reivindica disfrutar los sentidos y la intrascendencia de la vida, por lo que no busca casusas dignas, sino solo divertirse”.
“Creo que no hay tradición literaria de un personaje como este en España: de cantos a la vida per se, del gusto de vivir por vivir… Por lo menos en los últimos tiempos. En la literatura francesa si hay una serie de personajes libertinos y me hacía mucha gracia mezclar esa visión de la tradición erótica francesa con la literatura picara española. Porque somos un pueblo, básicamente pícaro, del que nadie se fía”.
“Ese punto satírico sobre la realidad actual que estamos viviendo –concluye Migoya-, es el mayor valor que tienen estos cuentos. Porque, a través del sexo, miro la vida y la sociedad actuales”.
¿Un personaje de Disney hipersexualizado?
En cuanto a su parecido con el protagonista, Migoya nos comenta que: “Santiago y yo somos amigos desde hace 20 años y al principio le pareció divertido hacer una especie de parodia de mis rasgos. Pero, en cada cuento, cada vez se va alejando más y más de la realidad porque, además, el libro empieza en un tomo más realista de cuentos eróticos pero acaba convirtiéndose en una especie de aventuras surrealistas de un personaje de dibujos animados”.
“El cuarentón –continúa- podría ser un personaje de Tex Avery (El Coyote) o de Disney, si estuvieran hipersexualizados. El Cuarentón es un personaje de los dibujos animados que solo se mueve por el sexo. Y cada vez se parece menos a mí, entre otras cosas, porque tiene un pene muy grande”.
"La base moral de los jóvenes se fundamenta en Star Wars"
El libro está lleno de divertidísimas referencias a la cultura popular y a lo friki. “Yo -asegura Migoya- siempre he sido muy fan de la cultura popular y lo cañí, como la copla, el folklore, las españoladas… y me abruma la colonización cultural estadounidense. En el fondo ya somos una cultura global y, aunque la gente se crea que es de izquierdas o derechas, todos ven Netflix. La base moral de las nuevas generaciones es común a todos y se fundamenta en los argumentos de Star Wars y las películas más pacatas de Hollywood”.
“Por eso –añade- en mis obras me gusta reivindicar nuestra cultura popular, que se va perdiendo. Me gusta más la cultura popular mediterránea que la anglosajona, porque es mucho más natural en temas como el erotismo, el desnudo o el sexo. Acabo de venir de EE.UU. y allí la gente habla a distancia, incluso en las familias, casi no se tocan”.
“También hay muchas referencias a los 80 -afirma- porque es la época de mi juventud. Pero intento que las referencias abarquen todas las posibles. Me sirve para tender un puente de complicidad con los lectores y que se diviertan. Y para hacer menos clasista nuestra cultura”.
¿Sexo sin comedia?
Hace un par de años, Migoya publicó Deshacer las Américas (Hermenaute), un libro sobre: “La parte amarga de la promiscuidad y el sexo libre. Del vacío que también hay detrás de una compulsión social desbocada” -asegura-.
Pero no tiene nada que ver con el carácter festivo del cuarentón hijoputa: “Se ve desde el título –comenta-, que es ridículo: Hablar de hazañas eróticas en unos tiempos en los que el sexo debería usarse como herramienta de comunicación. Yo tenía claro que este libro tenía que celebrar el sexo. Es mejor usar el sexo como medio de diversión que de autoflagelación, creo yo”.
“A mí me parece bonito ofrecer un libro donde el sexo es un medio de diversión, risa, celebración y de optimismo. Son cuentos para que la gente se lo pase bien y deje de culpabilizar el sexo. Porque hay una nueva ola muy bestia en los últimos años en los que, para acostarte con alguien casi tienes que pedir perdón”.
Un ilustrador espectacular
Lo que más llama la atención del libro son las espectaculares ilustraciones de Santiago Sequeiros. “Santiago –asegura Migoya- es uno de los artistas visuales más impresionantes de España. Lleva muchos años siendo el ilustrador principal del diario El Mundo y, aparte, tiene sus cómics que no acaba nunca”.
He tenido la suerte de que se ha entusiasmado con el cuarentón hijoputa, porque es lo único que logra terminar. Es maravilloso ver a Santiago tan involucrado con este libro porque es el primero que saca casi en 20 años”.
“Creo que compartimos la autoría del libro al 50 por ciento. Y su visión del cuarenton es para morirse de risa, porque descuajaringa al personaje, lo destroza y lo pone al límite del ridículo. Su visión y la mía se retroalimentan y los lectores salen ganando. De hecho, pienso que lo poco que venda el libro va a ser por las ilustraciones de Santiago, más que por mis textos”.
Sus proyectos
En cuanto a sus proyectos, Hernán Migoya nos comenta que: “Bartolomé Seguí y yo estamos embarcados en la saga de Pepe Carvalho (Norma), que ha tenido una estupenda recepción. Después de Tatuaje, que va por la segunda edición y se va a publicar en Italia, Francia y Portugal, Bartolomé ya está dibujando La soledad del mánager”.
“Además –continúa- he firmado una novela para enero y tengo dos novelas gráficas con dos dibujantes: Perro (Carlos García), que lleva cuatro años dibujando y espero que acabe algún día porque es un excepcional artista; y otra de terror con la editorial Sapristi, que dibuja la estupenda dibujante argentina Patricia Breccia. Mi idea es seguir alternando literatura y cómic, porque me funciona muy bien. Así no me canso de ninguna de las dos cosas”.