Mario Casas: "Nos llenan de miedos desde que nacemos"
- Interpreta a un cazador solitario en Bajo la piel del lobo
- El actor preparó su personaje engordando y viviendo en la montaña
- Con la participación de RTVE, se estrena en salas el 9 de marzo
Dice Mario Casas que un actor, para crecer, tiene que arriesgar. Mucho. Por eso protagoniza Bajo la piel del lobo, donde interpreta a un solitario alimañero que vive apartado de la sociedad. Un papel con muy pocos diálogos y mucho esfuerzo físico que llega a las pantallas el 9 de marzo.
Dirigida por Samu Fuentes, Bajo la piel del lobo cuenta la historia de Martinon (Mario Casas), un hombre que vive en soledad en lo alto de una cordillera. Únicamente tiene contacto humano cuando llega el verano y baja a un pequeño pueblo donde le recompensan por los lobos que cazar. La presencia allí de dos hermanas (Ruth Díaz e Irene Escolar) le llevará a replantearse sus principios.
“Es alguien que no quiere compartir nada con el ser humano, que quiere vivir con sus animales. Alguien crudo, tosco y frío. Alguien que no se abre en ningún momento, pero que al fondo intuyes que hay una puertecita que puede abrirse”, dice el actor en una entrevista para RTVE.es.
El actor dice que la experiencia le ha permitido profundizar en su amor a la naturaleza. “Vivo fuera de Madrid, en la montaña. Me gusta vivir en el campo. Pero en la película aprendía el poder que tiene la naturaleza. Para los seres humanos todo son problemas, es como si la mochila nos pesara mucho”.
“Al final, somos animales educados, pero el animal es puro”, dice Casas. “Si a un animal no le educas el animal es libre, hace lo que le da la gana. No tiene una serie de miedos que nos meten desde que nacemos. Nos llenan de esos miedos".
Para preparar su personaje, convivió en los Picos de Europa con un antiguo cazador, ahora pastor, que habita en completa soledad. “Ahí arriba no tiene más preocupación que cuidar de sus cabras y sus perro. Ojalá tuviese la oportunidad de vivir como él porque ese hombre era puro”, recuerda.
Pasó algunos días durmiendo en un pajar, cortando leña, poniendo cepos y tratando las pieles. “No he inventado nada, todo lo que se muestra lo he vivido en mi propia carne”, dice. “Es impresionante cómo respetan la naturaleza. Para ellos es su alter ego. Viven para la naturaleza”.
Además, Casas propuso algunas modificaciones: eliminar todavía más los pocos diálogos de su personaje y engordar para parecer más adulto. “Cuando leí el guion me enamoró el personaje, pero me daba miedo porque imaginaba a alguien más maduro, de más de 40 años, tipo Bardem o Tosar. Por eso engordar y la barba cero que me daban años. Y también me parecía que el personaje era pura caracterización y más interesante cuando no hablaba. Así era más protagonista la naturaleza, los animales y el entorno del personaje”.
Casas encadenó rodaje de Bajo la piel del lobo con El fotógrafo de Mauthausen, en la que interpreta a Francesc Boix, el preso del nazismo que arriesgó su vida para salvar unos negativos que demostrarán las atrocidades del campo de concentración. Un papel para el que tuvo que adelgazar salvajemente. “Prefiero el proceso de engordar”, dice sin dudar.
Dice que esos cambios le ayudan a “cambiar la imagen” que con la que se le suele asociar. No reniega ni muchos menos de sus papeles de galán, pero busca el riesgo. “Es un proceso que hay que seguir. Tienes que hacer cosas distintas. A veces te salen y a veces no, pero en ese proceso te conviertes en un gran actor. Me interesa el tipo de actor como arriesga, como Marlon Brando. Un tipo de actuación visceral, que lo tiran todo para fuera”, concluye.