'100 días de soledad': las lecciones de la naturaleza, el silencio y el frío
- Se estrena el documental de José Díaz sobre su retiro en el Parque Natural de Redes
- Con la participación de RTVE, se estrena el 16 de marzo en salas
- “En la vida que llevamos es prácticamente imposible pararte a pensar”, dice.
Para Aristóteles, el hombre que vivía fuera de la sociedad o era una bestia, o era un dios. Ni una cosa ni la otra, el fotógrafo José Díaz profundiza en la vieja relación entre el hombre y la soledad en 100 días de soledad, un documental en el que ha registrado su experiencia aislado en una cabaña de la Cordillera Cantábrica. Con la participación de RTVE en la producción, se estrena en salas el 16 de marzo.
“La soledad te da una perspectiva diferente: te ayuda a pensar. En el proceso de vida que llevamos es prácticamente imposible pararte a pensar”, explica Díaz. “O estás estresado, o entretenido, o tienes ruidos de fondo que no te dejan concentrarte. Y la soledad te permite la introspección y descansar la mente, que es absolutamente básico para disfrutar de la vida”.
José Díaz, fotógrafo de la naturaleza , hace años que soñaba con la idea de pasar una larga temporada en su remota cabaña del Parque natural de Redes, en Asturias. Su amigo, el productor José María Morales, le convenció para que lo hiciera acompañado de varias cámaras digitales y hasta un dron. Todo lo filmado (planos generales, primeros planos y planos aéreos) fue realizado únicamente por Díaz.
Dice que durante la experiencia fue feliz, pese al principal peaje: separarse temporalmente de su mujer y sus hijos. Dos precedentes literarios de la vida eremita le impulsaron. El clásico Walden (1854), de Henry David Thoreau, y el más reciente La vida simple (2010), de Sylvain Tesson. Se queda con una cita de este último: En al futuro, la soledad, el silencio y el frío serán un bien más preciado que el oro. “Sí, porque es un privilegio estar en un lugar en absoluto silencio”, explica.
Su película es una defensa de la naturaleza y un lamento por una sociedad que no solo le ha dado la espalda, sino la destruye. ¿Qué estamos perdiendo en el proceso? “Te diría que todo: a saber vivir. En la naturaleza hay equilibrio, hay armonía, hay silencio, paz, belleza. La naturaleza te devuelve lo que le das y con el cambio climático estamos viendo los castigos que inflige la naturaleza. En el rodaje no pasé ningún problema importante, incluso en situaciones duras, era una situación controlada".
Seis gallinas, un pequeño huerto y un caballo para transportar a larga distancia los equipos de rodaje le proporcionaron una autosuficiencia que llegó a sorprenderle. “Incluso siendo austero, sentía que me sobraban cosas”.
Lo más apabullante del documental es el sonido crudo de la naturaleza. “Quería transmitir lo que se siente escuchando el bosque, que es algo que se echa de menos en los documentales tradicionales, en los que hay mucha locución y sonido de relleno”, afirma. “Siempre digo que si te vinculas mucho a la naturaleza estimulas los sentidos: oyes, ves y hueles mejor”.
Pese a la bocanada de aire fresco que supone el documental, Díaz es un pesimista convencido en la relación del ser humano con la naturaleza. “El planeta tiene una capacidad de regeneración brutal, pero tiene un límite. No tienes más que pensar en los millones de personas que somos y los residuos que generemos. En el Pacífico ya hay una gran isla de basura y hemos contaminado hasta el espacio. Quien nos pondrá en nuestro sitio será la naturaleza”.