Las incógnitas que quedan por resolver del crimen de Gabriel
- La principal hipótesis es que se movió por celos y no descartan un móvil económico
- Se desconoce en qué momento y dónde se produce el asesinato
- El cadáver pudo haber sido movido más de una vez antes de que fuera hallado
Ana Julia Quezada confesó el martes que mató a Gabriel Cruz. La autopsia había determinado el lunes por la tarde que el menor, desaparecido el 27 de febrero en Las Hortichuelas, en Níjar (Almería), murió asfixiado. Su cadáver había aparecido un día antes, en el maletero del coche de la asesina confesa, la pareja del padre del menor, que fue detenida. El juez paralizó el martes la incineración del cuerpo de Gabriel por si aún fuera necesario realizarle más pruebas. Y es que todavía quedan algunas incógnitas por resolver en el caso de este asesinato.
El móvil del crimen
La investigación baraja varias hipótesis respecto a los motivos por los que Ana Julia Quezada mató presuntamente al niño. Según fuentes de la investigación, citadas por Efe, la principal hasta el momento, es que la mujer pudo actuar movida por los celos, ya que ella querría mudarse a su país, República Dominicana, con el padre del niño, Ángel, y éste sin embargo prefería mantenerse cerca de su hijo.
Pero los agentes no descartan tampoco que hubiera una motivación económica. Según ha podido saber TVE, fuentes próximas al caso aseguran que Quezada aconsejó a su pareja que ofreciera una recompensa para quien diera información sobre el paradero del niño.
Este martes, en una entrevista para una cadena de televisión, una mujer aseguraba que Ana Julia mantuvo una relación con su padre en 2012, que falleció más tarde, y que “vació sus cuentas” estando el hombre ingresado, y “se compró un piso en República Dominicana a su costa”. Este testimonio, sin embargo, no ha sido contrastado y no guarda una relación directa con el caso del niño Gabriel.
¿En qué momento accedió a Gabriel?
La cronología del caso deja otra incógnita en la investigación. El 27 de febrero, día en que se reporta la desaparición, Ana Julia Quezada se encontraba con Gabriel en la casa de la abuela paterna, en Las Hortichuelas. El niño pidió permiso para irse a jugar a casa de sus primos, que estaba a tan sólo 100 metros de allí.
Entorno a las 15:30 de ese día, salen los tres de la casa: Ana Julia, Gabriel y la abuela del niño, y toman caminos diferentes. El pequeño gira a la izquierda para ir a casa de sus primos, la abuela se queda frente a la casa dando de comer a unos perros, y Quezada toma el camino de la derecha.
Aquella fue la última vez que el pequeño fue visto, ya que nunca llegó a su destino. La principal hipótesis de los investigadores es que Ana Julia Quezada actuó sola, tal y como ella ha declarado durante su confesión, y que, cuando salió de la casa, cogió el coche y dio un pequeño rodeo para volver al pueblo y buscar a Gabriel para meterlo en el coche.
La confesión de Quezada este martes detalla que, tras una discusión con el menor, le golpeó con un hacha y luego lo asfixió. La mujer ha confesado, también, que lo hizo en la finca de Rodalquilar, donde lo habría llevado después de recogerlo.
Los agentes recuperaron el martes la ropa que llevaba el menor el día de su desaparición en unos contenedores de Retamar, una urbanización costera situada entre Hortichuelas y Puebla de Vícar, dos de los escenarios del crimen. Este miércoles, también han encontrado el hacha con el que ella afirma haberlo golpeado.
Un día antes, el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería, Rafael Soriano, paralizaba la incineración del cadáver por si fuera necesario practicarle más pruebas, lo que hace sospechar que aún faltan por conocer más detalles de su muerte. Y este miércoles, el juez ha decidido prorrogar la detención de Quezada después de tomarle, de nuevo, declaración.
¿Cuántas veces movió el cadáver?
El cadáver fue encontrado en el maletero del coche de Ana Julia Quezada el domingo, cuando ésta llegaba a la localidad almeriense de Vícar, a 70 kilómetros de Las Hortichuelas. Los agentes llevaban tiempo sospechando de ella por tres motivos. El primero, porque fue la mujer quien encontró el 3 de marzo una camiseta del niño en una depuradora que ya había sido registrada por voluntarios. La camiseta, además, estaba seca y sin signos de deterioro, a pesar de que el terreno estaba mojado porque había llovido.
El segundo motivo es que la mujer se negó a entregar su teléfono móvil, alegando hasta en dos ocasiones que lo había perdido. Por último, la sobreactuación de Quezada ante los medios, cuando ella quitaba importancia al hecho de la camiseta o dando besos a su pareja delante de las cámaras, aumentaba las sospechas entre los investigadores.
Por esos motivos, con la colaboración de Ángel, el padre del niño, decidieron tenderle una encerrona. Le dijeron que la cámara de un hotel había grabado la matrícula del coche en el que habían metido al niño, y que iban a registrar la finca de Rodalquilar, con la esperanza de que ella cometiera un error.
Y lo hizo. La mujer fue hasta la finca, donde había escondido el cadáver, y lo sacó para transportarlo a otro lugar y que no lo encontraran los agentes. Éstos la habían seguido hasta la finca, donde vieron cómo sacaba el cuerpo, aunque no lograron vislumbrar de dónde lo hizo exactamente. Después, la siguieron hasta Vícar, la residencia familiar de ella y el padre del niño, y la detuvieron antes de entrar en el garaje, cuando encontraron el cadáver de Gabriel en el maletero.
La principal duda está en si la mujer había escondido el cadáver en la finca desde el principio o lo había movido allí desde otro lugar, ya que los agentes habían batido la localidad de Rodalquilar desde su desaparición y no habían encontrado el cuerpo. Además, cuando encontraron a Gabriel, tenía restos de tierra, por lo que no se sabe si Ana Julia Quezada lo había enterrado previamente.