Trump nombra a Gina Haspel como nueva directora de la CIA, la primera mujer en ese puesto
- La número dos de la agencia sustituye a Mike Pompeo, que pasa a Exteriores
- La exespía, en la CIA desde 1985, dirigió las prisiones secretas tras el 11S
- Trump: "Una persona excepcional"; Pompeo: "Una espía ejemplar y una patriota"
- La próxima jefa de la CIA trabajará "por brindar el excelente apoyo de la agencia"
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha nombrado a Gina Haspel, la hasta ahora subdirectora de la CIA, como nueva directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en reemplazo de su actual director, Mike Pompeo, que ha sido nombrado secretario de Estado estadounidense. Con Haspel, la CIA pasa ahora a tener primera mujer al frente del organismo en sus 70 años de historia.
"Gina Haspel será la nueva directora de la CIA, y la primera mujer escogida para ello", ha afirmado Trump en su cuenta de Twitter, tras anunciar que el secretario de Estado, Rex Tillerson, dejará el cargo.
El presidente ha subrayado, en declaraciones a la prensa en la Casa Blanca, que es "una persona extraordinaria a quien he llegado a conocer muy bien".
Más de 30 años de premiada trayectoria
Haspel, que cuenta con un perfil más técnico y menos político que Pompeo, ha mostrado su agradecimiento en un comunicado divulgado por la Casa Blanca: "Estoy agradecida al presidente Trump por la oportunidad y humilde por la confianza que ha depositado en mí al ser nombrada la próxima directora de la Agencia Central de Inteligencia".
La próxima jefa del espionaje estadounidense, cuyo nombramiento deberá ser confirmado por el Senado, ha añadido que, como directora de la CIA, espera "poder brindar al presidente el excelente apoyo de inteligencia al que se ha acostumbrado durante su primer año de mandato".
“Espero poder brindar al presidente el excelente apoyo de inteligencia“
La máxima responsable de la CIA se unió a la agencia en 1985, como funcionaria de inteligencia y ha trabajado como espía en varios lugares del mundo, incluido Londres en la década de 2000."Tiene una amplia experiencia en servicios y ha sido jefa de misión en varios de sus destinos", según la biografía oficial que la CIA distribuyó hace un año.
Su predecesor en el cargo, Mike Pompeo, ha destacado que es "una espía ejemplar y una patriota dedicada, [...] una líder experimentada con una capacidad fantástica de inspirar a otras personas a su alrededor".
En Washington ha ocupado numerosos puestos directivos, incluido el de directora adjunta del Servicio Nacional Clandestino de Inteligencia Extranjera y Acción Secreta, jefa de gabinete del director de ese mismo servicio, y cargos en el Centro Contraterrorista. Además, según la nota biográfica, Haspel ha recibido premios como el George H. W. Bush a la excelencia en contraterrorismo; el Premio Donovan; la Medalla de Inteligencia al Mérito; y el Premio de rango presidencial, el galardón más prestigioso en el servicio civil federal.
"Ha demostrado ser una líder con una extraña habilidad para conseguir que las cosas sean hechas y para inspirar a aquellos que la rodean", dijo de ella el propio Pompeo cuando la nombró subdirectora de la CIA, en febrero del año pasado. Sin embargo, es precisamente esa "habilidad" a la hora de conseguir resultados la que preocupa a los sectores más humanitarios del país.
Vinculada a casos de torturas cuando dirigía las prisión secreta de Tailandia
Su rol como antigua jefa de operaciones encubiertas en prisiones secretas donde los detenidos fueron torturados podría dificultar su ratificación en el Congreso. No obstante, Haspel cuenta con el apoyo de tres exdirectores de la CIA, incluido James Clapper; aunque dos senadores demócratas han expresado sus reservas en una carta remitida al mandatario. "Su carrera la hace no apta para este trabajo", según Ron Wyden y Martin Heinrich.
En 2013, Haspel fue designada para dirigir el Servicio Nacional Clandestino de la CIA, aunque fue reemplazada a las pocas semanas por las dudas sobre su responsabilidad en las prisiones secretas creadas tras el 11S, donde se emplearon, entre otros, métodos de tortura como la simulación de ahogamientos para interrogar a sospechosos.
Según The Washington Post, en aquel entonces ella habría "dirigido una prisión secreta en Tailandia donde los detenidos fueron sometidos a ahogamiento simulado y otros malos tratos" en 2002. El rotativo estadounidense asegura también que Haspel participó en la destrucción en 2005 de vídeos comprometedores sobre estas técnicas de "interrogatorio intensivo", que los abogados de varios detenidos de Al Qaeda supuestamente torturados querían presentar en el juicio.
La cadena CNN va más allá y apunta a que Haspel no solo dirigió las torturas, sino que habría participado en ellas. Además, está acusada de haber eliminado todas las pruebas. Sin embargo, son estas acusaciones las que podrían explicar el salto de su carrera, puesto que Trump se ha mostrado en numerosas ocasiones a favor de emplear cualquier recurso en nombre de la seguridad nacional. De hecho, en su primer discurso sobre el Estado de la Unión, Trump anunció que mantendría abierta Guantánamo, en contra de la orden de cerrar la prisión por parte del expresidente Barack Obama.
“Su carrera la hace no apta para este trabajo“
Entre los prisioneros interrogados bajo las órdenes de Gina Haspel había dos saudíes: Abd-al Rahim, considerado el cerebro del ataque al petrolero Limburg en 2002 y el ataque al buque USS Cole en 2000, y Abu Zoubaydah, el primer presunto miembro influyente de la red islamista capturado tras el 11 de septiembre de 2001. Con el paso del tiempo, los supuestos yihadistas fueron traslados a Guantánamo, donde aguardan a un juicio que, según algunos expertos, no llegará por las graves torturas sufridas en Tailandia y que impiden que EE.UU. se plantee siquiera hacerlos comparecer ante un tribunal.
En 2014, el Comité de Inteligencia del Senado recopiló un informe secreto sobre el programa de tortura de la CIA. Sin embargo, el actual presidente de la comisión, el republicano Richard Burr, que también ha expresado su apoyo a Gina Haspel, ha intentado también detener las filtraciones. Según los demócratas, el funcionario quiere destruir todas las copias del informe para que nunca se sepa la verdad del documento, clasificado hasta 2029, de 6.700 páginas y donde se detallan los métodos de interrogatorio y las condiciones de detención controvertidas de los sospechosos.