Tierra de nadie, infierno de todos: Siria cumple su séptimo año de guerra sin acuerdo de paz
- Según ONG, la guerra podría haberse cobrado más de 500.000 muertos
- El estatus legal de Siria deja estos crímenes en un limbo jurídico y de impunidad
- El conflicto ha provocado la mayor crisis de de refugiados desde la II GM
- Bandos fragmentados, yihadistas y potencias foráneas dibujan un mapa caótico
Siete años seguidos de guerra dejan en Siria más de 350.000 muertos desde que estallara el conflicto en 2011. Son datos documentados por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), y la ONG no descarta que la cifra pueda rebasar ampliamente el medio millón de fallecidos, entre los que se cuentan más de 100.000 civiles y casi 20.000 niños.
La cifra se hace pública en el séptimo aniversario del comienzo del conflicto. Han sido años de masacres indiscriminadas, perpetradas en un caos de facciones y actores externos en los que la paz nunca ha sido el objetivo final. Años en los que Siria se ha desintegrado a cámara lenta en la crisis de refugiados más grave desde la Segunda Guerra Mundial con 11,7 millones de sirios forzados a abandonar sus hogares.
El amargo colofón es que gran parte de este sufrimiento podría quedar impune. La persecución penal a "los crímenes de guerra y de lesa humanidad" cometidos en Siria, "es imposible" asegura a RTVE.es Jordi Quero Arias, investigador del CIDOB y profesor en la Universidad Pompeu Fabra.
"Hay un conjunto de mecanismos del sistema internacional que deberían activarse, todos pensamos en la Corte Penal Internacional de la Haya (CPI)", explica el experto. "Pero hay un problema de jurisdicción: Siria no ha firmado el Tratado de Roma, (base fundacional de la CPI), y sus individuos no pueden ser juzgados por ninguno de estos crímenes ante la Corte".
El caos de Siria: arquetipo de las "proxy wars"
Desatado tras una protesta popular contra el represivo régimen de Al Asad, al calor de las primaveras árabes, el conflicto ha sido un devorador caballo de batalla al que se han subido toda clase de actores, con toda clase de propósitos.
La guerra ha convertido a Siria en una "tierra de nadie", admite Queró. Una zona de sombra que han aprovechado para sus intereses particulares potencias como Rusia, Irán o Turquía, organizaciones terroristas como el Estado Islámico, incluso pueblos apátridas, como los kurdos. "Es un claro ejemplo de 'conflicto penetrado' o guerra por interposición, conocidas como 'proxy wars' en inglés", detalla Quero. "Algo recurrente en Oriente Medio", añade, y cita "como ejemplo" a "Yemen", o "Líbano".
El investigador traza el retrato de un caos: "Hemos visto una línea de confrontación entre los países del Golfo e Irán -guerra sectaria religiosa-, por un lado. Entre fuerzas yihadistas y países del Golfo, así como contra todos los que rechazan a los yihadistas. Hemos visto una agenda de confrontación que sitúa a un lado a los EE.UU. fundamentalmente y al otro a Rusia. Otra que enfrenta a Turquía contra los kurdos. Y la fundamental, la que existe entre la oposición y el régimen de al Asad".
El caso de Turquía y los kurdos ilustra bien esta indefinición, o variabilidad según el momento político y los objetivos particulares.
Turquía: del asilo a refugiados (2012) a la matanza de Afrin (2018)
Colindante con la frontera norte de Siria, Turquía ha dado refugio a más de tres millones de desplazados por el conflicto. Una bolsa cuya espita ha esgrimido el presidente turco Recep Tayyip Erdogán en sus negociaciones con Bruselas, desestabilizada por la presión migratoria de los refugiados. Pero para Ankara, Siria se ha convertido en estos años en un patio trasero en el que resolver asuntos domésticos.
"En un primer momento Turquía tuvo una tolerancia máxima ante la infiltración de elementos yihadistas, y su mayor prioridad era acabar con el régimen de Bachar al Asad. En los últimos años, a medida que ha ido cambiando la situación, Ankara ha ido modificando sus objetivos, que son: no acabar con Al Asad, sino evitar que los kurdos consagren una amplia autonomía", explica a RTVE.es Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de estudios árabes de la UA y coordinador de Oriente medio en la Fundación Alternativas.
Apoyadas por EE.UU. , las milicias kurdas del YPG han sido una pieza clave en la derrota del Estado Islámico en Siria, otro actor en su guerra particular. Una guerra dentro de otra, en la que los kurdos han acumulado crédito con vistas a posicionarse en un hipotético estado federal.
El Ejecutivo de Erdogán "no quiere permitir" a los kurdos una posible autonomía, aunque tenga que "concertarse con Rusia y Damasco para poner fin a esa aventura kurda, porque interpretan que las YPG y su facción política son aliados del PKK -Partido de los Trabajadores Kurdos, considerado organización terrorista-", apunta Álvarez-Ossorio.
Con este propósito, el ejército turco lanzó en enero de este año una campaña militar de limpieza sobre el territorio sirio de Afrin, área de asentamiento kurdosirio, que se ha cobrado más de 200 muertos civiles. "El hecho de que Turquía sea capaz de violar la soberanía siria y cruzar con tanques su frontera, es un elemento muy simbólico", afirma Quero.
Esta misma circunstancia, lleva a que la propia milicia kurda, aliada de Estados Unidos, críticos con al Asad, pueda alinearse ahora con el presidente sirio.
El final será por fuerza militar, no por la negociación
"La oposición a Al Asad empieza absolutamente fragmentada (...) en un momento en el tiempo convergen un conjunto de personas de ideologías muy diferentes, y lo único que tienen en común es el objetivo de acabar con el régimen. Pero esto no implica que entre ellos compartan un proyecto político sobre el futuro de Siria", explica el investigador de CIDOB. La descoordinación llega hasta el punto en que "parte de los episodios de la guerra en Siria han consistido en diferentes grupúsculos de la oposición siria luchando entre ellos", añade Quero.
Este panorama lleva a los expertos a admitir que el fin de la guerra no será el resultado de una negociación, sino de una victoria militar del ejército gubernamental frente a una oposición dividida. "Estos conflictos civiles son así, el más fuerte acaba imponiéndose, y es el que ocupa la tierra de nadie", subraya Quero, quien ve un final "próximo en el tiempo". Por su parte, Álvarez-Ossorio comparte la predicción de un Al Asad vencedor pero considera este final aún "lejano", dada la "existencia de importantes posiciones rebeldes en el país".
Siete años y muchas horas de reuniones después, la realidad es que, como mucho, se han conseguido establecer treguas temporales destinadas al abastecimiento y evacuación humanitaria. Mediadas y tuteladas por instituciones y potencias internacionales, las rondas celebradas en Ginebra o Astaná (Kazajstán) solo han aliviado los extenuantes cercos militares a varias poblaciones (Homs, Alepo, Madaya) y confirmado el desacuerdo crónico.
El fracaso de Europa
"Siria es un país mediterráneo. Desde un primer momento, Europa se debería haber volcado para evitar el estallido de violencia y este conflicto que ha tenido consecuencias muy nocivas para la Unión Europea (UE)", afirma el profesor Álvarez-Ossorio.
La guerra en el país árabe ha desencadenado una "crisis política" sin precedentes, "con la llegada de refugiados sirios y con los atentados yihadistas que se han perpetrado en suelo europeo", explica.
"Si la UE hubiera intervenido desde un primer momento de un modo más activo, marcando unas líneas rojas que el régimen hubiese respetado, no hubiéramos llegado a este nivel de destrucción, pero Europa ha optado por el mutis por el foro y, políticamente, esto le convierte en un actor irrelevante en Oriente Medio y el mundo árabe", argumenta el investigador.
Y concluye: "Europa sale debilitada. Ha perdido una excelente ocasión de intervenir activamente en un conflicto que le afectaba directamente".