Cristina Piña, Emilio Salinas y Alicia Rueda arrasan en Atelier Couture
- Alicia Rueda firma una colección ecléctica y excentrica para distintas mujeres
- El glamour del Orient Express inspira el estreno de Emilio Salinas
- Cristina Piña bucea en el mar de la elegancia con su exquisita propuesta
- Atelier Couture se impregna del movimiento feminista
Con el desfile de Alicia Rueda se pone fin a la IV edición de Atelier Couture, un espacio dedicado a la costura, a la moda hecha en taller, moda exclusiva realizada a medida. La diseñadora se estrena en esta pasarela con una colección eclécctica en la que mezcla muchos estilos. “Es un poco como yo, que soy muy caótica”, dice. Destaca la intensidad de los tejidos, muy trabajados e intervenidos, “porque llevamos unas temporadas con mucho liso y he querido romper esa tendencia y he buscado texturas muy elaboradas para realzarlas todavía más”.
Las formas son generosas, a veces maximalistas, y la colección presume de cierto aire barroco con volúmenes generosos. Rueda arriesga y añade, además, su toque de excentricidad “He querido rizar el rizo y disparar en muchas direcciones. Mis clientas son de extremos, desde las clásicas que busca un toque chic renovado hasta las más locas que lleva vestidos transparentes a una iglesia. Tengo muchos contrastes y eso me enriquece”, dice.
Destacan las mallas bordadas, tan complicadas de trabajar, y los vestidos con encaje que previamente se ha desmontado para bordarlo después. “No puedo decir que sea Alta Costura, son palabras grandes y ni las nombro. Yo hago costura, que también es una palabra grande. Me gusta decir que soy una aprendiz de Alta Costura”. Una aprendiz que domina todas las técnicas, conoce el oficio y siente pasión por la moda.
En la pasarela vemos versiones de vestidos de alfombra roja que han lucido en la gala de los Goya actrices tan conocidas como Paula Echevarría o Toni Acosta. Son muchas las estrellas que adoran el trabajo de la diseñadora bilbaína. “¡Estoy como loca! Me parece maravilloso que me seleccionen para los eventos, sobre todo porque estoy en Bilbao, estoy aislada, y no hago desfiles. Todo es gracias a mi agencia de prensa de Madrid, la compenetración es muy bonita. Las actrices ven mis colecciones allí y dicen ¿quién es esta Alicia?, ¿pero dónde tiene el taller?. Yo no estoy presente en la pasarela pero luego resulta estoy muy presente”.
Su moda es un imán para las famosas pero también para muchas mujeres de toda España que acuden en peregrinaje a su taller. El 60% de nuestras clientas vienen de ciudades como Mallorca, Barcelona, Sevilla y por supuesto de Madrid, de aquí es el 30% de nuestras clientas”. Mujeres de todas las edades que buscan prendas-joya, diseños especiales con los que destacar. Mujeres seguras de sí mismas, capaces de defender uno de los vestidos.
No hay dos agujas iguales, ni dos clientas con los mismos gustos.
Emilio Salinas lleva 25 años ligado a la moda. Ha trabajado con dos grandes agujas, Petro Valverde y Lorenzo Caprile, y desde 2013 tiene su propio taller. “Los dos me han marcado mucho”, dice. “De Petro destacaría la sastrería, el traje bien acabado, perfecto, y el gusto por el detalle. De Lorenzo destaco el buen gusto, la proporción, la mezcla de colores, tonos que a veces parecen extraños pero que siempre le funcionan”.
Ahora emprende una nueva aventura y ha escogido la pasarela Atelier Couture para hacer su primer desfile. “He querido trasmitir todo lo que me han enseñados mis maestros y contar ese viaje personal a través de un viaje imaginario en el Orient Express, el tren más lujoso del mundo”, dice emocionado y algo nervioso. Tiene oficio y experiencia pero se enfrenta a un gran reto.
Su mujer comienza el trayecto con grandes maletas repletas de trajes al gusto europeo, como los sastres con capa y los vestidos de coctel que a medida que avanza el desfile (el viaje) se hacen con brocados que recuerdan a Venecia y con lujosos bordados hechos a mano, e incluso plumas. Los tejidos clásicos y nobles se codean con el neopreno, textura que Salinas utiliza por primera vez y lo borda con flores. Dejamos atrás la vieja Europa y aparecen trajes de aire oriental y chaquetas con patrón de levita o casaca, a veces con botonaduras de estilo chino.
La fiesta, tras la cena en el vagón restaurante, se viste de ricos tejidos cuajados de pedrería, En este sentido, Salinas apuesta por el 'Más es Más' estético. “Son muy bestias", dice. "¡Yo soy el rey del brillo!”. No faltan sus apreciados drapeados, “pequeñitos y minuciosos, como nos gusta hacerlos” y el modisto destaca las piezas de pedrería hechas con la técnica del entolado. “Es una colección de alfombra roja que, te confieso, hemos hecho mi oficiala Estefi y yo en tan solo tres meses”, dice satisfecho.
La colección está muy trabajada, también en la línea nupcial que viaja en este mismo tren. “Empezamos con un esmoquin masculino, porque los hacemos muy bien, aunque esté mal que yo lo diga, y cambiamos la capa española por una capa de novia y añadimos chistera”, revela. Luego vemos vestidos sofisticados, con plumas y aplicaciones llamativas, diseños en neopreno troquelado y trajes de novia con color e incluso con texturas doradas, incluso de lúrex. “Están más pensados para bodas civiles pero luego tenemos otros más clásicos con pedrería y cola catedral de tres metros. Y no falta el vestido camisero, pero de lujo. ¡Un camisero no puede faltar en el armario de una mujer!”.
Cristina Piña nos cuenta la historia de Mauren, una mujer que vive en una isla desierta, sin vegetación, una isla en la que están instalados el invierno y el frío, una mujer que vive en la arena y en el mar. Esta historia tiñe la colección pero también la borda y estampa. Vemos vestidos en tonos claro y arena, a veces con bordados que representan el “chisporroteo del mar que forman el agua y la luz”, luego entran vestidos en georgette de seda con estampados de caracolas, corales, medusas y caballitos y estrellas de mar. Los tonos se oscurecen a media que avanza el desfile hacia el fondo marino, con azules profundos y negros abismales.
Piña propone abrigos en rojo intenso con el cuello desmontable, detalle que utiliza en otras piezas. “Mi novia es una mujer actual, no una princesita”, dice sobre una propuesta joven, actual, hecha con maestría y buen gusto. Destacan los vestidos blancos de organza con decentes transparencias –algunos llevan hasta cuatro capas de tejido superpuestas que logran un resultado muy interesante- y bordados de algas en el mismo tono.
La línea que separa los diseños de novia de los de fiesta está muy difuminada y todas sus propuestas encajan en distintos escenario. “Este vestido en terciopelo blanco bordado de estrellas es de novia pero me encantaría que luego se lo pusiera para un fiestón”.
Los trajes sastre llevan botones perla. Una falda de plumas hace un guiño a la primera prenda que hizo en su vida y ahora la reinterpreta con el talle alto y la combina con una blusa muy estructurada que juega con las superposiciones geométricas. Las geometrías son una de sus constantes pero siempre con un estilo tranquilo, elegante, a veces casi invisibles. Lo mismo pasa con el corsé. Piña juega con este elemento y lo coloca en el interior de un vestido de novia o en el exterior de un diseño negro más nocturno.
La modista adora los dorados años 30, tan elegantes y glamurosos, en los que las estrellas se vestían de Dedeney, Stiebel, Vionnet, Schiaparelli… Por eso vemos vestidos de silueta lánguida que llevan mangas abiertas y faldas sirena, escotes en la espalda, volantes delicados y capas, a veces bordadas con motivos del mar. Un trabajo exquisito. Una lección de estilo. Un regalo para la vista y el tacto.
Para esta colección Piña ha trabajado algunos volúmenes. “No suelo hacerlo pero ahora los hemos confeccionado con organza negra y bordados de algas pero no son pesados porque dejan pasar la luz”. Una de sus faldas, ligera y etérea, la lleva Amaia en el videoclip de ‘Tu Canción’. “Quería una falda de volumen ligero que flotara en el aire y solo se podía hacer con un tul muy ligero”, dice y añade que estaría encantada de vestir a la representante española en el festival. “A ver, a ver, ¡podría ir brutal”.
Las colecciones de Inma Linares, Amarca y Antonia Serana completaron el calendario de la segunda jornada de esta pasarela que apuesta por la artesanía, lo hecho a mano y la tradición de la costura española.