Rusia vota para perpetuar a Putin
- Su reelección está descontada, pero aspira a un amplio respaldo que le dé legitimidad
- Así, alcanzará casi un cuarto de siglo en el poder, algo sin parangón desde Stalin
- Su defensa del orgullo nacional le ha convertido en un padre patriótico para los rusos
Rusia ha votado este domingo en unas elecciones presidenciales que no deciden tanto el ganador como su legitimidad, toda vez que está descontada la victoria de Vladímir Putin, que casi con toda seguridad logrará revalidar su mandato hasta 2024 y, de esa forma, rozará el cuarto de siglo al frente del país, algo sin parangón desde el gobierno de Josef Stalin en la Unión Soviética.
Los comicios arrancaron a las 20.00 GMT de este sábado con la apertura en los colegios en Kamchatka, Chukotka y Magadán, las regiones más orientales. La jornada de votación ha durado 21 horas y ha concluido con el cierre de los colegios en el enclave de Kaliningrado, la parte más occidental del país, a las 18.00 GMT de este domingo (19:00 hora peninsular española).
La participación a mediodía (9.00 GMT) en Moscú era del 34,72% en todo el país, más elevado que hace seis años, cuando a las 13.00 horas de Moscú (10.00 GMT) habían ejercido su derecho a voto poco más del 30% de los votantes.
Los ocho candidatos a la Presidencia rusa acudieron a votar en las primeras horas. El más madrugador ha sido el actual líder del país, Vladímir Putin. Ha ejercido su derecho al voto en Moscú. Preguntado por los periodistas por el resultado que le gustaría obtener de las urnas, Putin respondió se conformará con "cualquiera que otorgue el derecho a ser presidente".
Rusia, cohesionada en torno a Putin
Desde la península de Kamchatka, en el Extremo Oriente, hasta el enclave de Kaliningrado, incrustado en la Unión Europea, 107 millones de rusos a lo largo de once husos horarios están llamados a depositar su voto para elegir al presidente de la Federación de Rusia, sin que para muchos de ellos haya otra opción razonable que la reelección de Putin.
A sus 65 años, el antiguo coronel del KGB -el servicio secreto soviético- se ha aupado en el imaginario colectivo como el padre de la patria rusa al hacer frente a las potencias occidentales en lugares como Ucrania y Siria, reanimando el orgullo nacional herido tras la derrota de la URSS en la Guerra Fría.
Así, pese a las dificultades económicas, Rusia acude a las urnas cohesionada en torno a su líder: según el último sondeo publicado por el Centro Ruso para la Investigación de la Opinión Pública (VTsIOM, en sus siglas rusas) el pasado 9 de marzo, Putin obtendrá el 69 % de los votos en los comicios de este domingo.
Los rivales, a enorme distancia
Su principal rival, según esa encuesta, es Pavel Grudinin, el candidato de 58 años que el Partido Comunista presentó por sorpresa en lugar de su veterano líder, Guenadi Ziugánov, que solo alcanza el 7 %, mientras que el polémico ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, de 71 años, supera el 6 %.
Ksenia Sobchak, una popular presentadora de televisión de 36 años -hija del que fuera alcalde de San Petersburgo durante la Perestroika y mentor político de Putin, Anatoli Sobchak- apenas traduce su fama en votos, ya que no llega al 2 %. En cuanto al resto de aspirantes -el liberal Yábloko Grigori Yavlinski, el estalinista Maxim Suraikin, el empresario Borís Titov y el nacionalista Serguéi Baburin-, sus porcentajes son insignificantes.
En ese predominio de Putin ayuda, desde luego, el arrinconamiento de la oposición: el único que podía haberle hecho algo de sombra era el abogado y bloguero Alexei Navalny, pero fue inhabilitado por la justicia por sus antecedentes penales, derivados de un caso de corrupción que él asegura que fue un montaje del Kremlin.
Con todo, Navalny ha seguido haciendo campaña en internet y con algunos multitudinarios mítines en varias ciudades, para denunciar la corrupción en los círculos gubernamentales de Rusia y llamar al boicot de las elecciones.
El objetivo, un "70-70"
Porque lo único que puede empañar la victoria de Putin es la apatía del electorado y una baja participación que reste legitimidad a su reelección. De ahí las insistentes campañas, siempre neutrales, para animar a votar a los rusos y alcanzar así el objetivo del Kremlin, simbolizado en la cifra "70-70": un 70 % de participación con un 70 % de los votos en favor del líder.
Las proyecciones previas se acercan, pero no alcanzan ese umbral: según el sondeo de VTsIOM, la participación estará entre el 63 % y el 67 %, mientras que el instituto de opinión independiente Levada abre la horquilla del organismo público y la sitúa entre el 57-58 % y el 67-68 %.
En este sentido, el contexto internacional se ha vuelto propicio para relanzar el entusiasmo de los votantes, ya que el conflicto abierto con Reino Unido y el resto de potencias occidentales a raíz del envenenamiento del antiguo expía Sergei Skripal incide en el punto fuerte de Putin, la defensa del orgullo nacional y la fortaleza de Rusia ante las agresiones externas.
El propio Putin ya había soplado esas velas en el reciente discurso sobre el estado de la nación, donde presentó a bombo y platillo una nueva generación de armas nucleares y se dirigió en tono amenazante a Estados Unidos y la OTAN.
Atraso económico
Para subrayar no se trata de un farol, a solo una semana de las elecciones, Rusia informó del ensayo del nuevo misil hipersónico Kinzhal, capaz de burlar el escudo antimisiles estadounidense. Y a nadie se le escapa que la fecha de las elecciones se ha colocado en el cuarto aniversario de la anexión de Crimea, el gran hito nacionalista del último mandato de Putin.
Con todo, lo que de verdad preocupa a los rusos es la economía, que el año pasado logró crecer un magro 1,5 % tras dos años de recesión, golpeada por la caída de los precios del petróleo y por las sanciones internacionales, lo que ha deteriorado notablemente el nivel de vida de una población que veía mejorar su situación en años anteriores.
El propio Putin admitía, en el mismo discurso sobre el estado de la nación, que Rusia es un país "atrasado", que sufre un "rezago tecnológico" que puede resultar "fatal" para su futuro. Y que la crisis económica ha provocado que el 20 % de los rusos, más de 29 millones de personas, vivan actualmente por debajo del nivel de la pobreza.
Aunque apenas ha hecho campaña, el jefe del Kremlin se ha marcado como objetivo reducir esa tasa a la mitad en el próximo sexenio, pero no ha concretado cómo. A fin de cuentas, Putin no tiene ningún incentivo para presentar medidas de verdadera reforma, dado su incontestable liderazgo, que este domingo se verá refrendado una vez más.
El incierto horizonte de 2024
La previsible victoria de Putin en las elecciones presidenciales abre, pese a todo, un elemento de incertidumbre, ya que en 2024 no podrá presentarse a un tercer mandato, además de que ya tendrá 71 años, sin que se perciba relevo alguno entre la élite política rusa.
Putin ya cumplió dos mandatos consecutivos de cuatro años como presidente entre 2000 y 2008. Entonces, impedido de optar a un tercer mandato, colocó en la presidencia a uno de sus fieles, Dimitri Medvedev, mientras él manejaba los hilos desde el cargo de primer ministro, y en 2012 volvió a ser elegido presidente.
Así que la cuestión es si el mandato que con toda probabilidad ganará este domingo será el último. "Nunca he reformado la Constitución, y menos aún en mi propio beneficio. Y, a día de hoy, sigo sin tener esos planes", reiteraba el pasado fin de semana en una entrevista.
Hay quien cree que las elites política y económica le presionarán para que siga al timón después de 2024, a fin de garantizar la supervivencia del sistema que ha creado: podría desdecirse, y reformar la Constitución, o volver a colocarse en segundo plano. La última palabra, como en todo lo que va de siglo en Rusia, será la del propio Vladímir Putin.