'Budapest', un viaje emocional en busca de las respuestas de la vida
- Chema Peral narra el periplo físico y psíquico del superviviente de una guerra
- “Siempre hay que volver a levantarse”, asegura el dibujante
Chema Peral es uno de los jóvenes artistas más interesantes del cómic actual, con un estilo tan original como reconocible y una profundidad gracias a la que consigue que, al leer su obra, nos preguntemos cosas sobre la vida y sobre nosotros mismos. Su último cómic, Budapest (La Cúpula), es el viaje físico y emocional del superviviente de una guerra, en busca de venganza. Aunque por el camino encontrará otras cosas.
“Budapest -asegura Chema- nos cuenta como Roúl, un trotamundos, se dirige a una ciudad de la que muy bien le han hablado, donde podrá empezar una vida nueva, porque hasta ahora se había quedado sin nada. La vida en sí, busca constantemente su propio significado. Lo hacemos a diario, quien más quien menos, lo de buscar el porqué de todo. Era inevitable que el protagonista de Budapest tuviera que buscar algo con lo que saciar sus inquietudes, sobre todo después de haber perdido a su familia y amigos en una devastadora guerra. Parecía sencillo, solo tenía que llegar a un lugar y quedarse ahí, pero por muchas ganas que uno le ponga, siempre aparecen contratiempos con los que lidiar”.
Un viaje que también es una búsqueda de respuestas a las grandes cuestiones de la vida. “En el fondo –asegura Chema-, la vida tiene pocas respuestas, o solo una, y tiene que ver con la resiliencia. Aceptar los cambios que se nos presentan, adaptarnos a cómo va pasando nuestra vida, con una sonrisa. De esta manera seremos más felices. Roúl no se cansa de levantarse después de caerse, y lo hace muchas veces, pero nunca es suficiente, siempre aparece algo que hace que todo cambie, entonces, de nuevo, una vez más hay que ponerse en pie. Esa es para mí la gran respuesta de la vida. Claro está que hay muchos niveles, pero la esencia la tendríamos que poner en práctica siempre”.
Perdonar para seguir adelante
Chema describe así al protagonista del cómic: “Roúl Nada es un chico de unos veintitantos, no muy alto, pero al que le gusta cocinar. Tanto le gusta que cuando estalla la guerra en el continente de Azul, se alista como cocinero en el bando de la casi-resistencia. Poco sabemos de su vida antes del conflicto, lo que sí sabemos es que no duda en ponerse en marcha para poder frenarlo. Es un tipo con agallas, muy sensible y con esperanzas”.
“La guerra acaba –continúa-, su familia muere, su ciudad está devastada, pero él, en lugar de ahogarse en la pena, decide seguir adelante y empezar de nuevo. Pero no todo es tan fácil, aunque su intención de seguir adelante es muy noble, muy dentro de su ser alberga mucho odio. Odio a los Keekamis, el movimiento religioso extremista armado que causó la guerra que se llevó a sus seres queridos. Por mucho que intente seguir adelante, antes tendrá que cerrar esa herida, y la vida le pondrá este asunto delante hasta que le dé carpetazo. La búsqueda de la felicidad, de la tranquilidad, por hacer realidad sus sueños será real solo si se perdona a él por odiar, no escondiendo ese odio. Como dice un proverbio chino, "si vas a buscar venganza, será mejor que cabes dos tumbas, porque una de ellas será para ti".
Un cómic autobiográfico
Chema confiesa que es un cómic autobiográfico: “No puedo negar que haya una autobiografía detrás de Roúl. En concreto mía, pero en general puede ser aplicada a la mayor parte de seres humanos contemporáneos. Cuesta mucho tirar hacia delante. Es una vergüenza como nos tratan los gobernantes. Es una vergüenza lo difícil que es tener un trabajo digno. Es una vergüenza como se castiga la libertad de expresión”.
“Y esto –añade- son solo algunos ejemplos de los problemas que tenemos la mayoría de habitantes. Tenemos que lidiar con el amor, con el odio, con la muerte, con la tristeza, con la depresión... Pero lo fabuloso es que tiramos hacia delante. Nos cuesta una barbaridad pero ahí estamos, ¡y con una sonrisa!”
“Como dato curioso –concluye-, Roúl sale representado como un personaje bajito, que es como yo me siento a veces ante el mundo, como poca cosa, como un ser miedoso en el fondo, como baja autoestima. La protagonista femenina, Una, es un ser muy alto, y en contraste con la estatura de Roúl, queda reflejado el "miedo" y el respeto que desde adolescente me han causado las chicas”.
Un mundo en guerra
Chema se dio a conocer en el mundo del cómic, en 2013, con el interesante Esperando a Jean Michel (Apa-Apa, 2013). Luego se ha dedicado a formarse para este segundo cuya idea le vino enAngoulème: “ La primera vez que fui a Angoulême para llevar a cabo una residencia en La Maison des Auteurs, fue en 2014. Estuve durante seis meses dibujando, pero no conseguí finalizar el proyecto por el cual estaba allí. Sin embargo, paralelamente ya estaba imaginando otro nuevo cómic (si, antes de acabar el que tenía entre manos). Tenía una idea muy básica, y quería hablar sobre el camino, sobre una aventura. Quería hacer un cómic con movimiento, una especie de epopeya, un viaje. Empecé a dibujar al protagonista con aspecto de peregrino, solo me faltaba saber a dónde se dirigía. Dos años más tarde volví de nuevo como residente a Angoulême y pude desarrollar todo el álbum”.
La historia está ambientada en el continente de Azul, que tiene muchas cosas en común con el mundo real: “El continente de Azul es un lugar tranquilo –asegura Chema-, muy parecido a la época medieval de nuestra historia, pero con un rollo más mediterráneo. Hay seres mágicos, trompetas de madera, árboles que hablan y monstruos. La tranquilidad desaparece cuando los Keekamis, el movimiento armado que quiere imponer sus dogmas, entran en acción. A base de bombas y disparos arrasan varias ciudades y pueblos, pero gracias a la Casi-resisténcia (se llama así porque es una mezcla de habitantes de Azul y de Keekamis que están en contra de la guerra) los planes de esta gente se ven mermados. La Guerra de Paz resulta ser el final del conflicto, pero las heridas serán costosas de cicatrizar”.
“No cabe duda –añade Chema- de que los Keekamis son una metáfora muy ligera de todo el dolor que está causando a nuestro mundo el estado islámico. Esto solo lo he usado para hacer de colchón a la historia, pero me apetecía dejarlo caer a modo de protesta. En el cómic hago más de una vez referencia a esto con frases como "las guerras son una basura, lo de imponer ideales y dogmas es lo peor..." para dejarlo claro”.
Budapest, ¿la ciudad ideal?
El protagonista del cómic busca una ciudad idílica en la que sus habitantes han dejado atrás, el miedo, el hambre y las guerras. Preguntamos a Chema por qué eligió Budapest: “Por suerte, la mayor parte del tiempo, me rodeo de música cuando trabajo, y haciendo los bocetos iniciales escuché por primera vez una canción llamada Budapest by blimp, del señor Thomas Dolby. Me llegó tan adentro que me puso muy a tono para imaginarme el escenario de este nuevo tebeo. Casi para homenajear a dicha canción, decidí que el lugar de destino sería Budapest. Y así llamé al nuevo proyecto, y años más tarde ese fue su nombre, porque me cuesta mucho renombrar mis cómics, siempre se quedan con el primer título que les doy”.
“No he estado nunca en Budapest, el real, el de Hungría –añade-, pero me gustó imaginarme que en otro mundo diferente al nuestro, existía una ciudad también llamada así, y que era un lugar perfecto para vivir. O quizás toda esta historia ocurrirá en nuestro planeta dentro de miles de años y Budapest seguirá en pie. Quién sabe. Lo cierto es que siempre que escucho la canción de Thomas Dolby algo me remueve las entrañas, el tono del tema, de lo que habla... Aunque no se sabe muy bien de lo que habla”.
“Hay varios rincones en internet –concluye- dónde se especula sobre la letra de Budapest by blimp, e incluso el mismo autor dejó caer alguna explicación, pero se confunde todo entre sueño y realidad. Budapest, una ciudad idealizada por los estadounidenses, ya que es un ejemplo de ciudad europea con historia. Estados Unidos exhala a veces esa envidia por no tener un background histórico como el que tenemos aquí en el viejo continente. Algo así quiso explicar Thomas”.
Sus influencias
Preguntamos a Chema por sus influencias en este cómic: “Muchas cosas fueron las que me influenciaron durante la creación del tebeo, pero os destacaré las más significativas. Desde el punto de vista estilístico tuve muy presente a diversos artistas, como Max, Arnal Ballester, Toño Benavides, Isidro Ferrer, Mar Hernández, Ana Galvañ, Lea Heinrich... pero aquel que estuvo presente durante toda la creación fue el que es para mí un pilar dentro del dibujo moderno y que ha influenciado a tantos otros, Ever Meulen. Tuve la suerte de que una editorial de Angoulême había editado una retrospectiva sobre él, y me absorbió tanto su tratamiento de los espacios y de los personajes que de eso se quedó impregnada mi mano. Y se ve claramente en muchas viñetas de Budapest, sobretodo en las que hay planos con muchos edificios, o en los pájaros, algunas piernas etc”.
“Por otro lado –continúa- hay guiños a películas como They Live (John Carpenter, 1988). El protagonista de Budapest, Roúl Nada es un homenaje a John Nada, también viajero que camina buscando con mochila a la espalda. Más caprichos o licencias que me he tomado han sido la aparición de The Dreadful Flying Glove, el guante volador que aparece en el film The Yellow Submarine (George Dunning, 1968) de The Beatles, en este caso tomando más forma de mano que de guante. Y en cuanto al arte precolombino, el personaje al que te refieres, el AIAPAEC está basado en el AI-APAEC un dios de la cultura Moche (o Mochica) del norte del Perú prehispánico. Tuve la suerte de poder viajar durante tres meses por Perú y al tropezarme con la iconografía Moche no pude evitar absorber su estilo de crear personajes”.
Pablo Picasso y Osamu Tezuka
En cuanto a su estilo de dibujo se nota una importante evolución entre su primer cómic y este. “En el estilo he intentado liberarme de formalismos en muchos casos, deformando y estirando los personajes a mi antojo. Otro maestro de maestros del que es inevitable hablar es Pablo Picasso. Su obra se refleja en Budapest por que al cabo de los años, mi estilo ha ido mutando más y más hasta ser un reflejo del cubismo sintético y de los personajes que creaba él. Desde hace muchos años me fascina toda su obra, pero no ha sido hasta hace poco que he ido ahondando más en sus piezas para que mi estilo de dibujo se viera afectado. De esta manera puedo hacer personajes más agresivos o angulosos cuando de una situación más tensa se trata, o dibujarlos con formas más amables si lo que ocurre en la historia así lo demanda”.
“Lo mismo pasa con la composición de las páginas –añade-, pero de un modo más aleatorio. Quizás había momentos en que la misma historia me pedía una serie de viñetas distribuidas de cierta forma, pero al margen de estas, muchas veces dibujaba y dividía la página a mi antojo, casi como un juego, y luego allí encajaba los dibujos. Esto me dio como resultado composiciones que, pensadas de una manera más racional, jamás hubiera podido concebir. Y volviendo al terreno de los caprichos, hay páginas que son un homenaje a Osamu Tezuka, entre otros autores japoneses que me gustan”.
El color
También destacamos su original tratamiento del color. “El color –nos comenta- siempre es un reto, tiene que ser algo que acompañe de la mano al tebeo, que aporte algo más o, que al menos, no altere de manera negativa lo que estamos explicando. En este caso, la experiencia es un grado, y me dejé aconsejar muy bien por los editores de La Cúpula, Emilio y Natalia. Fueron ellos los que me aconsejaron usar un azul para el color final de Budapest”
“Solo por dar un punto de rebeldía -añade-, probé otras combinaciones con rojos, lilas, rosas... pero ninguno casaba tan bien con la historia de Roúl como el Azul Pantone 2945 C, que fue el finalmente elegido para dar vida al cómic. El azul crea esa atmósfera que es una mezcla entre quietud, tristeza, esperanza, que es por la que navega la historia. Lo mismo pasó con la portada, para la cual pensé varias opciones, siendo la ganadora la roja, que en un principio era la que menos me gustaba a mí (había hecho pruebas en azul, verde y rojo). Una vez más, las sabias palabras de mis editores hicieron que la portada que todos ahora conocéis viera la luz y sea tan icónica" (la tenéis al finla de la entrevista).
Un dibujante aficionado a la radio
Además de trabajar como ilustrador y dibujante, Chema tiene una pasión: la Radio. “Hace muchos años que estoy relacionado con las radios locales, de hecho uno de mis primeros trabajos fue como técnico de sonido y reportero por allá el año 2003. De esta manera he tenido la oportunidad de tener programas musicales dónde compartir mi pasión”.
“De esta experiencia delante del micro –añade- nació a finales del verano de 2017 la idea de hacer un programa de radio on-line: Yo dibujo, un podcast sobre el mundo de la ilustración, de los cómics y de la vida de los que nos dedicamos a ello. Lo concebí como una manera de poder expresar mi opinión, mi experiencia, mis penas y mis alegrías con demás gente del gremio. También lo hice para reivindicar una forma de comunicación como es la palabra en la radio, para poder hacer un poco de comunidad entre todos nosotros más allá de las pantallas y de las redes sociales”.
“Lo cierto –continúa- es que no esperaba nada a cambio, pero fue mucha gente la que escuchó el programa (de momento solo hay 10 episodios, estoy ahora enfocando la que será la segunda temporada cuando llegue el verano). Recibí muchos correos de oyentes agradeciéndome el haber creado este espacio donde conectar todos. Muchos se sentían identificados, nos apoyamos entre todos para que de esta manera no parezca tan pesada a veces la profesión de artista”.
“Una de las cosas más bonitas –concluye- fue tener como invitados a amigos como Álvaro Ortíz, Maria Rodilla, Cristina Daura, Giulia Sagramola, Arnau Sanz, Conxita Herrero o Magoz entre otros. La primera temporada de Yo Dibujo se puede escuchar en la plataforma de podcasts online mixcloud.com/yodibujo”.
Sus proyectos
En cuanto a sus proyectos Chema nos comenta que: “Al margen de la música, de actuar en sesiones dónde comparto los discos que me encantan y de coleccionar maxi singles de música disco (preferiblemente de entre 1979 y 1984) me dedico a trabajar como ilustrador y cartelista”.
“Y en cuanto a cómic –añade-, estoy retomando la primera historia que dibujé cuando estuve como residente en Angoulême en 2014. No quiero contar mucho porque es bastante mutante, pero es algo en la línea de Budapest, surrealista en cierto modo y dibujado con la premisa de pasármelo bien y hacer lo que me apetezca”.
“También -concluye- tengo una micro editorial llamada Lupa y sombrero dónde edito fanzines de gente que me gusta y dónde también publico cómics cortos míos. Hasta la fecha hemos publicado cosas de gente como Joaquín Aldeguer, Miguel B. Nuñez, Tino Carosia, Inma Lorente, Gema Terol, Rocio Ledesma o una de las autoras contemporáneas que más me alucinan, Nadia Hafid. Sacamos ediciones muy limitadas por que nos interesa más ir a festivales de auto edición como Graf o Gutter Fest y vender allí”.