Guillermo del Toro: "El arte solo no cambia el mundo pero empuja el péndulo de la ideología"
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El niño Guillermo del Toro selló un pacto con los monstruos que le aterraban y fascinaban: les dedicaría su vida si prometían no tocarle. El acuerdo funcionó y tras 25 años de carrera su último monstruo le ha dado el Oscar. Con 52 años, dice que La forma del aguaes la película en la que ha condesado su carrera y también su primera película nacida de preocupaciones adultas. Afirma que solo gasta dinero en muñequitos y que cada día, ante de rodar, madruga y ve una película para renovar la comunión con su vocación.
PREGUNTA.: Amar es celebrar la diferencia dice de algún modo La forma del agua y la diversidad es un tema central de la sociedad ahora mismo. ¿Ese mensaje es parte de su éxito?
RESPUESTA.: Puede ser que sea parte de eso. Sin duda. Pero hay una sinceridad y belleza en la película que va más allá del asunto político. Se conjuga con el asunto político, pero la pureza emocional y la depuración visual de la película tiene mucho peso.
P.: Pero hablabas de le película como un antídoto anti-Trump y el discurso de nosotros y ellos. ¿El arte puede ser antídoto?
R.: Si, absolutamente. No creo que el arte solo pueda cambiar el mundo de manera permanente porque somos un péndulo ideológico. Vamos de izquierda a derecha y volvemos. La humanidad tiene entre sus múltiples directivas genéticas estar permanentemente insatisfechas. Es difícil que algo sea permanente, pero el arte sí que ayuda a empujar esos vaivenes del péndulo ideológico.
P.: Cuarón, Iñárritu, pero también autores como Reygadas, Escalante. ¿Por qué tanto mexicano tiene tanto universal? ¿Es una coincidencia o una tendencia?
R.: Creo que las películas son tan difícil de hacer, que los narradores que lo logran son gente de muchísima voluntad y una pureza y personalidad narrativa muy fuerte. Escalante, Reygadas, Naranjo, Alfonso… todos tenemos la necesidad de contar una película. No hay una estructura que lo haga fácil realmente. Y creo que la dificultad viene de la mano con la presión. Y hay mucha pasión por contar películas en México.
P.: Entre las polémicas pos supuesto plagio, ¿te molesto particularmente la de Jean Pierre Jeunet por ser un creador tan original como tú? (Jeunet, director de Amelie, le acusó de copiar una breve escena de Delicatessen)
R.: Realmente no declaré nada al respecto y sigo en la misma posición. Me parece absurdo.
P.: También vas a dar una masterclass en Málaga. ¿Qué consejos sueles ofrecer a aspirantes a directores?
R.: Depende de la pregunta específica, pero creo que la coherencia es importante y la pasión es importante.
P.: Dices que La forma del agua es tu primera película ‘adulta’
R.: Sí, lo que decía es las preocupaciones de las otras películas venían de la adolescencia, aunque qui´za La cumbre escarlata es una película muy adulta, pero es la primera vez que artículo conscientemente como persona adulta.
P.: En Málaga coincides con amigos como Ron Perlman (protagonista de Hell Boy) o J.A. Bayona (al que produjo El orfanato). ¿Buscas también inspiración para cerrar tu esperada ‘trilogía española’ tras El espinazo del diablo y El laberinto del fauno?
R.: Lo importante para mí era regresar. Ayer cené y hoy he desayunado con Ron Perlman: definitivamente es una reunión afectiva. Y me gustaría esa tercera película, que se titula 3996, pero no he logrado la manera de cerrarla satisfactoriamente. Todavía.
P: ¿Quieres dar continuidad a esas preocupaciones adultas?
R.: Vas a donde te lleva el momento, la emoción y necesidad creativa. No respondes a pulsiones de fuera. Ahorita me apetece un reto. ¿Qué voy a hacer que sea diferente? Puede ser contestado de mil maneras. No lo he hallado.
P.: ¿Cómo se digiere la borrachera de premios, Oscar incluido?
R.: Es que no hubo borrachera realmente: fue muy bonito. Habría borrachera si me llega a los 35 y no a los 53. Ya te llega a una edad diferente. Es como ir a tomar habiendo cenado. Yo ya cené vida un poquito más y no llegué a la borrachera.