'Las distancias', el desencanto de una generación que triunfa en Málaga
- Elena Trapé retrata la descomposición de un grupo de amigos en Berlín
- Mi querida cofradía, de María Díaz de Lope, completa una jornada de directoras
Un grupo de amigos de treintañeros viajan a Berlín para celebrar por sorpresa el cumpleaños de otro compañero de la universidad. Solo que el homenajeado no tiene gana alguna de celebrar. Ni de ver a sus viejos amigos. Es solo el comienzo de Las distancias, la película de Elena Trapé que encabeza las apuestas para la Biznaga de Oro del Festival de Málaga.
El cine femenino protagoniza la jornada del certamen. En concreto, la corriente originada por la ESCAC (Escuela superior de cine y audiovisual de Cataluña) de la que tanto Trapé como María Díaz de Lope, ha presentado su ópera prima Mi querida cofradía, han sido alumnas.
La segunda película de Trapé ya tiene adherida la etiqueta de ‘el Verano 1993 de este año’. Y es cierto que no tiene sino virtudes. Con Alexandra Jiménez y Miki Esparbé encabezan el reparto de una historia enclaustrada en 48 horas y un Berlín que parece una cárcel. “Quería hablar de la decepción y de un grupo de amigos. Y Berlín era el único lugar donde podían existir esos personajes porque te permite vivir con poco dinero”.
Las rupturas amorosas intermitentes recorren a unos personajes con cierto estancamiento vital. “Es una película que habla de etapas. Cuando hay un cambio y un proceso de maduración siempre hay algo doloroso, porque lo que dejas atrás siempre desprende cierta nostalgia. Al pasar a la edad adulta tendrán que empezar a gestionar la distancia entre lo que esperaban y lo que es”, añade.
Las distancias retrata a una generación desubicada entre las expectativas creadas y las quebradas. “Sí, está el contexto de esa generación que va a vivir peor que sus padres, como de ruptura del paradigma del estado del bienestar. A mis personajes en concreto la crisis económica les ha cogido en el momento en el que tenían dar el salto. En mi entorno, salvo casos excepcionales, la mayoría hacemos lo que podemos”.
Trapé persigue a sus personajes como si fuera los hermanos Dardenne o Cristian Mungiu para hacer la narración cada vez más absorbente. La historia de Las distancias no está en sus diálogos, sino en los tiempos muertos que rastrean los pensamientos de sus personajes.
“El reto era explicar lo que pasaba por su cabeza cuando se quedaban solos con miradas, acciones y gestos. Todos ese subtexto da profundidad y dibuja las capas”, define.
Las distancias se suma a esa explosión de cine catalán y femenino en primera persona. Una corriente en la que se puede encuadrar Verano 1993, Julia Ist, Las amigas de Ágata, y del que la propia Trapé (Blog) y Mar Coll (Tres días con la familia) son precursoras.
“Es cierto que desde la ESCAC y Pompeu Fabra se ha hecho una apuesta desde un criterio creativo más que de producción. Como espectadora me gusta además que sea en catalán y se pueda ver en toda España. Enriquece la industria y hace que tenga una voz más personal”, concluye.