Sophie et Voilà firma una potente colección de arquitectura emocional
- La bilbaína Sofía Arribas firma una colección de aire arquitectónico
- Mies van der Rohe, Le Corbusier y Balenciaga son sus referentes
- Cuadros Vichy, girasoles y paillettes visten diseños de fiesta
Hay niñas que sueñan con ser princesas y casarse con un vestido al más puro estilo Cenicienta. Pero hay otras, que rondan la treintena, que huyen de esa cursilería y prefieren un estilo diferente. A ellas se dirige la propuesta de Sophie et Voilà. “Es una colección muy mininal para una novia que le gusta la moda, la arquitectura, la escultura.Una novia con una sensibilidad diferente, cultivada, viajada. Es otro concepto”, dice Sofía Arribas, la directora creativa. “Sabemos que no es el gran público pero existe. Probablemente serán un 10% de las novias pero es un porcentaje abandonado y nos hemos centrado en este tipo de novia”.
Esta bilbaína hizo arquitectura pero se pasó a la moda, como Antonio Miró o Josep Font, y por eso sus referentes estéticos son Mies van der Rohe y Le Corbusier. “Por eso hago vestidos de líneas rectas y puras”, dice.
Destacan los conjuntos de dos piezas y también los vestidos mini con palabra de honor y bolsillos que llevan una falda debajo que se puede ‘despiezar’ tras la ceremonia. Los tejidos tienen mucha fuerza y peso, lo que acentúa la carga arquitectónica y escultural de la colección. Entre ellos estaá el elastán grueso “que con nada conseguimos que los vestidos inflen”.
El patrón va cuidado al máximo, buscando siempre la armonía de las proporciones y el color. Se controla casa detalle y cada corte para que el vestido gane en movimiento. “En un drapedado metes la pata y no se nota nada, aquí metes la pata y canta la Traviata. Siempre estamos buscando la perfección”.
Hay piezas muy coquetas, de sensualidad contenida, como los bodies, que vemos bajo un abrigo o acompañados por una falda de tul. Todos los hombros llaman la atención, bien porque van desnudos o bien porque llevan mangas con pliegues que tienen mucho arte.
Los lazos rompen con la sobriedad que desprenden algunos vestidos y los vemos en vertical, buscando el suelo, aunque a veces cambian de lugar y tamaño. Esa idea de atar también se desarrolla en cuerpos de vestidos, con patrones tridimensionales que abrazan a la mujer. Arrribas hace a veces variaciones del mismo vestido, cambiando detalles del patrón o mezclando tejidos.
En la misma línea van las mangas ranglán que trazan una curva perfecta. “No hacemos manguitas de ‘encajito’, apostamos por crear mucho volumen y mucha onda”. La parte de fiesta tiene una presencia importante. “Es más real que la del año pasado que era una fiesta de boda a la española”, dice. Y para romper su minimalismo propone generosos, y preciosos, estampados de girasoles (sobre fondo blanco o negro), elegantísimos cuadros Vichy, detalles de plumas y paillettes. Azules para vestidos de noche con el cuerpo de estilo escultórico y el cuerpo de tul. En verde para en un potente abrigo que recuerda a Balenciaga, y no es el único guiño al modista de Getaria. “Balenciaga para mí es la pera, ¡no hay nada más que Balenciaga!
Es el tercer año consecutivo que está presente en la feria y el segundo que hace desfile. “Es la mejor feria porque los grandes están aquí y es aquí donde tientes que estar. Y no hay que parar, tras este desfile haremos otro el 5 de mayo en Museo San Telmo, en San Sebastián. ¡Esta vez acercamos la colección a casa!, dice la bilbaína que viste a mujeres tan relevantes como Elsa Pataki, Isabel Preysler, Ana Boyer, Nieves Álvarez o Sandra Escacena.