Reem Acra: "Hablamos la lengua de todas las novias"
- La diseñadora libanesa eleva el nivel de la pasarela con una bellísima colección
- Sus vestidos, encantadores y perfectamente confeccionados, causan sensación
- Es una habitual de las alfombras rojas y ha vestido a todas las estrellas
- Sophie et Voilà, firma una potente colección de arquitectura emocioanal
La escenografía, la música, el maquillaje, la peluquería, el estilismo… todo ha sido perfecto en el desfile de Reem Acra, la diseñadora libanesa que es la estrella invitada de esta edición de la Barcelona Bridal Fashion Week. Pero no nos olvidemos de los vestidos. Cada salida era poesía, mimo, costura, perfección, ensueño, fantasía… moda.
La colección es un ejercicio de contención estética y a la vez un alarde de sofisticación elegante. Todo es impecable, los cortes, las transparencias, los bordados vegetales, las aplicaciones de perla y cristal, las siluetas. Acra hace vestidos de novia pero también materializa las ilusiones, los sueños, el amor.
Acra, una de las diseñadoras más valoradas de la moda internacional y la séptima mujer árabe más influyente según la revista Forbes, ha querido expresar el sentimiento de poder femenino que recorre el planeta en su desfile. "Les he dicho a todas estas chicas que se sientan empoderadas, que piensen que están marcando una diferencia. Que son reinas, y que son ellas mismas".
Las primeras salidas muestran vestidos frágiles, que apenas velan el cuerpo de la mujer. Pero poco a poco aumenta la intensidad estética y los bordados, estratégicamente situados con estilo ornamental, tapan y destapan al gusto de la clienta. Los escotes son generosos pero siempre con decencia y pudor.
"Nuestros vestidos son para todos los tipos de mujer, porque hablamos la lengua de todas las novias", dice la libanesa y dice que su trabajo está pensado para una mujer "cultivada, sofisticada, y moderna".
Los volúmenes, al principio muy controlados, van cogiendo aire y crecen a medida que avanza el desfile hasta llegar a formar faldas abullonadas al más puro estilo Sissi. Hay algunos detalles lenceros y destacan los lazos en hilo de plata que cuelgan de vestidos de cuello redondo o delicadas capas que parecen hechas con cristal de gotas de rocío. Tonos muy suaves, casi siempre empolvados, contrastan con un azul tranquilo que se presenta majestuoso y romántico, el traje perfecto para la nueva Cenicienta. Las hay, aunque ahora el cuento ha cambiado considerablemente.
Reem Acra nació en Líbano pero vive en Nueva York. Creó su empresa en 1997 y tras 20 años de trabajo es una de las grandes de la moda norteamericana, tanto que sus diseños los han lucido mujeres tan importantes como Angelina Jolie, Taylor Swift, Jennifer Lopez, Beyoncé o Halle Berry. En la gala de los Oscar de 2018
Antes fue el turno de Inmaculada García. La diseñadora confiesa su amor por las culturas del mundo y ahora hace guiños, al menos escenográficos, a la mitología Maya. La colección, sin embargo, va por otro lado. García divide su propuesta en dos partes.
La primera es la más interesante porque mezcla códigos que comparten, a su vez, muchos códigos. Destacan, por diferentes, los vestidos que inspirados en el country, el movimiento hippy y la estética folk.
Diseños setenteros pero en su lado más romántico, ensoñador y nostálgico. Muchos tienen aspecto de usados, de vintage, y otros parecen vestidos de segunda mano, joyas o reliquias rescatadas de un armario apolillado o un desván decorado por la arañas.
Los bordados, vegetales, son frescos y juveniles, como las sobrefaldas con cola que se atan y desatan para cambiar por completo el aire del vestido. Este aire retro se potencia con las aplicaciones de plumas, los flecos que acarician el hombro y los brochazos descoloridos en las faldas de tul. La segunda parte es más sofisticada y festiva, con diseños de alfombra roja que parecen tener los días contados.
Isabel Sanchís, como en la colección anterior, revisa la obra de grandes de la moda como Yves Saint Laurent y Elsa Schiaparelli, dos agujas que mantuvieron un intenso romance con el arte que se tradujo que vestidos que hoy son iconos de la moda y que temporada tras temporada se resucitan en diferentes pasarelas.
Ahora Sanchís reinterpreta los minivestidos asimétricos del francés utilizando texturas en plástico y sobredimensionando los volantes o los lazos. También vemos mariposas, que inspiran capas, lazadas e incluso estampados. Es otro homenaje a la gran Schiaparelli que lanzó su traje bordado con cabeza de mujer en 1937, el mismo año que Picasso pintó el Guernika. Quizá por eso traslada las imágenes más famosas de este cuadro a los bajos de un vestido, aunque también borda el skyline de una gran urbe a los bajos de un pantalón elefante. Grandes, y es que todo es exceso, tanto en las texturas como en las formas. Tan solo un vestido, al más puro estilo Sybilla, roza el minimalismo.
Las piezas redondas y el color negro recorren toda la colección. La diseñadora superpone, borda, plisa y cose círculos para formar olas, pétalos, cascadas… formas tridimensionales con mucho movimiento. También vemos grandísimas lentejuelas metalizadas que contrastan sobre vestidos negros. El negro es la base de muchos vestidos y sobre ellos añade volantes, capas y todo tipo de ornamentos. En negro dibuja rayas o borratajos de estilo arty que contrastan sobre texturas transparentes de tono empolvado.
El patrón y los ornamentos se repiten en los vestidos de novia que cambian el negro por el blanco. Destacan los que llevan lazos hechos de retales de metal, que recuerdan a los de Gucci, y los que llevan capas, pieza que presenta en distintas versiones. Una idea que se ha repetido hasta la saciedad, en todas las pasarelas, desde que Gwyneth Paltrow llevara uno de Tom Ford en los Oscar. Era 2012 pero hoy, seis años después, sigue siendo un referente de moda y estilo.
Y antes fue el turno de Carlo Pignatelli que abre el abanico de tendencias para los hombres hasta límites insospechados. Vemos que juega con los distintos tipos de masculinidad y revisa la estética, al menos cinematográfica, de personajes como Casanova o Drácula pero también hace guiños al folclore de los países del este y del Mediterráneo. Lugares que también inspiran las camisas, porque la firma propone dejar la chaqueta en casa. Chaquetas, también vemos, y las más interesantes recuerdan a históricos uniformes militares.
El italiano se atreve incluso a vestir de blanco al novio, y de rojo, pero también con un traje de tres piezas que lleva un estampado arty en blanco y negro, un total look de lo más osado. Destacan el gusto por cambiar las pajaritas y corbatas por pañuelos, lazos e incluso broches barrocos, y es que las joyas se llevan además como cinturón o decoando las solapas.