La candidata de Trump para dirigir la CIA se compromete a no reanudar las torturas "bajo ninguna circunstancia"
- Gina Haspel ha comparecido ante el Comité de Inteligencia del Senado de EE.UU.
- Ha apelado a "su código moral" para garantizar que no permitiría nuevas torturas
- Con todo, ha evitado mostrarse como opuesta a Trump, que prometió reanudarlas
La candidata de Donald Trump para dirigir la CIA, Gina Haspel, se ha comprometido este miércoles ante un comité del Senado de Estados Unidos a no reanudar "bajo ninguna circunstancia" el programa de torturas que la agencia puso en marcha tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, aunque ha evitado posicionarse como un contrapeso al presidente.
Haspel se ha enfrentado a una dura audiencia de confirmación ante el Comité de Inteligencia del Senado, en la que los demócratas han tratado de arrancarle el compromiso de plantar cara a Trump si le pide reanudar el programa de torturas, tal como este prometió durante la campaña para las elecciones de 2016.
"No creo que el presidente me pidiera eso", ha llegado a decir Haspel, esquivando la respuesta para frustración de los demócratas. Sin embargo, ha asegurado que "su código moral" es fuerte y que, si Trump le pone en esa disyuntiva, no reanudaría el programa de interrogatorios instaurado por el Gobierno de George W. Bush y en el que se incluían técnicas de ahogamiento simulado, humillaciones, privación de sueño y golpes.
“No permitiría a la CIA llevar a cabo ninguna actividad inmoral, incluso si fuera técnicamente legal“
"No permitiría a la CIA llevar a cabo ninguna actividad inmoral, incluso si fuera técnicamente legal, no lo permitiría. La CIA debe emprender actividades coherentes con los valores estadounidenses", ha remarcado Haspel, quien ha reafirmado su compromiso con el "código moral más estricto" adoptado en los últimos años por Estados Unidos.
Las técnicas de tortura de la CIA fueron prohibidas en 2009 por el presidente Barack Obama, y el Congreso legisló en contra de esos métodos en 2015. "No reanudaré bajo ninguna circunstancia el programa de interrogatorios de la CIA, bajo ninguna circunstancia", ha prometido la nominada de Trump este miércoles.
Tres décadas como espía y una controversia por las torturas
Haspel comenzó a trabajar en la CIA en 1985 y lidera la agencia de manera interina desde el nombramiento como secretario de Estado de Mike Pompeo, que dirigió la agencia durante 15 meses, mientras ella ocupaba el puesto de número dos.
De 61 años y nacida en Kentucky, este miércoles se ha descrito como una "estadounidense de clase media" que no tiene "una cuenta en las redes sociales". De ser confirmada por el Senado, se convertiría en la primera mujer en liderar la CIA.
Para ello puede enarbolar su experiencia, ya que ha trabajado durante 33 años como agente encubierto; sin embargo, solo en las últimas semanas la CIA ha divulgado el destino de algunas de sus misiones, en un esfuerzo de transparencia por lavar la imagen de la agente y cosechar el apoyo de una mayoría de senadores para su confirmación.
Los miembros del comité han incidido especialmente en su papel en 2002, como responsable de supervisar una cárcel secreta que la CIA tenía en Tailandia y donde fueron interrogados dos sujetos acusados de pertenecer a Al Qaeda: Abu Zubaida y Abd al Rahim al Nashiri.
La CIA cerró la prisión de Tailandia en 2002 y Haspel pasó a trabajar para José Rodríguez, director de los Servicios Clandestinos de la agencia de inteligencia. En 2005, a petición de Haspel y sin el visto bueno de la Casa Blanca, Rodríguez ordenó la destrucción de las 92 cintas de vídeo en las que se documentaron las torturas.
Una confirmación en el alambre
Preguntada este miércoles sobre esos hechos, Haspel ha afirmado que ella defendió "absolutamente" la destrucción de las cintas porque, aunque nunca las visualizó, sabía que aparecían los rostros de los autores de los interrogatorios y eso les convertía en un posible objetivo de Al Qaeda.
Asimismo, ha admitido que la CIA ha aprendido algunas "lecciones difíciles", pero también ha pedido a los senadores que recordaran el contexto tras los atentados del 11 de septiembre, cuando Estados Unidos temía volver a sufrir otro ataque en su territorio.
Para defenderse de las críticas de los senadores, les ha detallado cómo tuvo que "dormir en el suelo" en algunas bases militares, las dificultades a las que se enfrentó como mujer y algunas de sus misiones más peligrosas, como agente encubierto en Etiopía y Turquía durante la Guerra Fría.
"Después del 11 de septiembre no me senté detrás de un escritorio, di un paso al frente. No me quedé al margen. Estuve en el frente de batalla en la Guerra Fría, estuve en el frente de batalla en la lucha contra Al Qaeda", ha sacado pecho Haspel, en un momento de especial tensión. "Para mí, la tragedia es que la polémica que rodea al programa de interrogatorios haya acabado por sembrar una duda en lo que ha sido una gran contribución para proteger el país", ha apostillado.
Pese a su firmeza, Haspel se enfrenta a una confirmación difícil, puesto que los republicanos del Senado tienen una estrecha mayoría de 51 escaños frente a 49 demócratas, y algunos senadores republicanos, como Rand Paul, ya han anunciado que votarán en su contra por su papel en los interrogatorios.