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Jaime Rosales: "Todavía somos un país que se basa en trincheras y grupos"

  • El cineasta estrena Petra, con Bárbara Lennie, en el Festival de Cannes
  • Una tragedia casi griega narrada desde la mirada de un dios
  • La cinta, que cuenta con la participación de RTVE, se estrena en octubre

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'Petra' es la sexta película de Jaime Rosales.
'Petra' es la sexta película de Jaime Rosales.

Como John Wayne al rescate de Sófocles. O la tragedia griega salvada por el cine clásico americano. Así dibuja Jaime Rosales Petra, su sexta película, presentada en la Quincena de realizadores del Festival de Cannes. Bárbara Lennie, Alex Brendemühl y Marisa Paredes, junto a la inquietante presencia del actor no profesional Joan Botey, protagonizan la más cinta más narrativa de Rosales, plagada de puntos de giros trágicos que castigan a personajes zarandeados por el destino.

Rosales, en un nuevo ejercicio de estilo, adopta la mirada –nada menos- de un dios que desciende a curiosear en las pasiones humanas. En escena, un escultor consagrado y tiránico con su familia, recibe la visita de una estudiante de arte con una biografía por resolver.

RTVE.es te ofrece en primicia el tráiler de 'Petra' de Jaime Rosales, que se estrena en Cannes

El director de La soledad (Goya a la mejor película en 2007) o La horas del día, dice buscar al público más que nunca. Como niño mimado de Cannes, tiene claro que la única forma en la que un cineasta español puede acceder al festival es la apuesta formal. Su fórmula: diseñar un núcleo ser temático, formal, intencional que “crece hasta que ya no lo controlo tanto”.

PREGUNTA.: ¿Y cuál es el núcleo de Petra?

RESPUESTA.: Primero, la búsqueda del espectador: uno que haya bebido en su infancia del cine clásico, que haya entrado en el audiovisual por la fascinación por el cine y también que tenga una sensibilidad hacia el cine moderno. El cine clásico sería la rama norteamericana y el moderno sería el cine francés, italiano y ruso.

También, desde el punto de vista temático, quería llegar a una especie de gran tragedia griega. Los personajes, cuanto más persiguen las cosas más se alejan: el destino como algo que se supone fuera de los hombres, una fuerza gigante e increíble, que es sensible. Los dioses griegos son sensibles a los hombres, a veces se casan con ello, tienen hijos, juguetean con ellos de una manera entre amorosa y cruel. Y eso está en la película.

Y, para mí, debe haber una apuesta formal específica para cada película. Y aquí es la de un observador que entra y sale, en plano secuencia y con steadycam.

P.: El destino como algo fuera de los hombres. ¿Estamos determinados?

R.: Opino entre dos creencias: la gran importancia del azar, por un lado, y la imposibilidad de entender la totalidad de los fenómenos, lo que nos lleva a pensar que hay cosas que son azarosas y en realidad no los son. Esta semana el Madrid jugó contra en Barça y ocurrieron muchas cosas, todas ellas muy sorprendentes. Puede que si entendiéramos bien la naturaleza de todos los fenómenos, todo lo que ocurrió era previsible y no podía suceder de otra manera.

P.: Eso imposibilita la idea de azar.

Sí, es un determinismo total. Oscilo entre esas dos ideas, la idea de que podría ser que nuestra naturaleza nos imposibilita entenderlo.

P:. Si aplicamos a Petra resonancias mitológicas, ¿es una película sobre lo que permanece?

R.: Podría serlo. Cuando alguien interpreta la película mi primera reacción es validar esa interpretación. Por el hecho de que alguien ha recibido y ha interpretado un objeto artístico automáticamente el objeto se valida. Tu interpretación me parece válida. Hay algo que tiene que ver con la permanencia y está en el celuloide. La obra artística tiene que tener vocación de alcanzar lo sublime y lo eterno (en el sentido de que las generaciones futuras se interesen por conservarla). Y recurro al material que creo que es más denso y perdurable, que es el celuloide.

P.: Sublime y eterno son conceptos usados por la Ilustración y el Romanticismo. ¿Te inscribes en esa concepción del arte moderno en oposición a una postura posmoderna más cínica?

R.: Sí, kantiana, idealista. Kant separa lo bello de lo sublime. Es una separación importante. Hay cosas bellas y cosas que son sublimes. Lo sublime te eleva a una dimensión espiritual, es el ideal artístico. A veces te puedes quedar en lo bello, o en lo mediocre, pero el ideal, el motor tiene que ser la búsqueda de lo sublime.

Jaime Rosales estrena 'Petra' en Cannes

P.: Como en una tragedia griega, aparece amor, odio, venganza, dolor. Temas absolutos, pero permanece algo de amor y verdad. En las tragedias griegas no solía pasar tanto.

R.: Es cierto. Es curioso porque la tragedia griega es una inspiración muy fuerte de Petra, pero también el cine clásico estadounidense tiene una inspiración muy fuerte en la tragedia griega. Lo que aporta el cine clásico es un giro, especialmente en la visión anglosajona y específicamente la norteamericana, que es la creencia en la esperanza, en el trabajo, en la redención. Y como espectador de cine americano eso me ha influido. He vuelto a Sófocles y a la poética de Aristóteles, pero al mismo tiempo he encontrado esa necesidad de esperanza.

P.: Es una película en la que se habla de arte y todo gira en torno a un escultor que es una deidad cruel.

R: Esa idea de ese hombre como sol con los planetas que gravitan en torno a él me viene inspirada cuando conocí a Miquel Barceló y su entorno…

P.: Imagino que no es tan cruel…

R.: No, él es muy buena persona (risas). Y luego está la idea de la búsqueda del padre. La idea era que si una identidad ha permanecido oculta es porque es algo malo: tiene que ser un monstruo y creamos un monstruo. Es un sociópata, pero de una manera muy normal. Esa es la construcción de un personaje.

P.: ¿Y por qué recurriste a un actor no profesional?

R.: Hice un casting previo y tras mucha búsqueda e insatisfacción, se nos ocurrió proponérselo al propio dueño de la finca en la que rodábamos (Joan Botey). Vi en él una característica atractiva para el personaje, porque el actor podía tender al cliché del malo malísimo. Él le da una dimensión más normal y más maldad. Y luego hubo una labor de ecualizarle al mezclarle con actores como Marisa Paredes o Bárbara Lennie.

Joan Botey interpreta a un tiránico escultor consagrado. noticias

P.: Ese monstruo es el perfecto artista materialista. ¿Es la peor cualidad que un artista pueda tener?

P.: Sí, es curioso. En la película hay tres artistas que responden a tres visiones del arte. Estaría el artista exitoso, que siente lo que el público y la sociedad le aportan y le demanda; luego está Petra que es la visión que hay ahora del artista autorreferencial, sobre sí mismo, sobre sus propias obsesiones, con una obra en torno al yo, casi como terapia; y por último el artista social, comprometido, que es el fotógrafo que interpreta Alex Brendemühl.

P.: ¿Y en esos tres polos, dónde te encuentras?

R.: A lo mejor en ninguno y en todos. En el libro que he escrito (El lápiz y la cámara) soy muy transparente. Soy yo y mis ideas, no hay opacidad ninguna. Pero en una película hay dos opacidades. La primera está en los personajes, en los que eres todos y ninguno. Tarkovski decía que hay que filmar aquello que odias amas. Y luego está la opacidad de los colaboradores: no estoy en toda la película, hay ideas de que vienen de otros. Pero volviendo a la pregunta, en todos y en ninguno. Hay algo defendible en ellos, pero no en los extremos. La visión comercial tiene exceso de celo por el espectador; tampoco me identifico con la autocomplacencia del yo; y tampoco estoy de acuerdo con que el cine deba estar al servicio de una causa social.

P.: Lo social, sin embargo, aparece. Hay un conflicto de clases entre la alta sociedad y la clase baja.

R.: Eso también me parece interesante. El núcleo dramático desencadenante es una cuestión de clase, que tiene unas consecuencias y una venganza. Sí, hay eso. No sé cuál es el tema de la película. Me pasa siempre. El arranque puede ser esa metafísica, de lucha del bien y el mal. También está la identidad en la familia, la figura del padre que condiciona por su ausencia. Un asunto que no se comenta, pero que fue seminal es el asunto de las fosas comunes. Está muy escondida, pero hay una lectura política del pasado de nuestro país.

Alex Brendemühl en 'Petra' noticias

P.: ¿Cuál es tu postura respecto a la memoria histórica?

R.: El objetivo del artista no tiene que ser dar respuestas, sino plantear bien las preguntas. No solo plantearlas, porque se pueden plantear mal.

P.: Te pregunto más como ciudadano que como artista

R.: Para mí es igual que cuando hice Tiro en la cabeza (sobre el terrorismo de ETA). Es plantear un problema que necesita una solución. Si necesita una solución es porque las vías políticas no han funcionado y hay que buscar otras vías

P.: Ya que lo mencionas, ¿soluciona algo el final de ETA?

R.: No, creo que no está bien resuelto. Los problemas dentro de los países tienen que resolverse dentro. Me parece que Alemania ha logrado resolver un problema tremendo, el nazismo. Un problema gigante e inmenso al que han encontrado una solución.

P.: Tal vez sea más difícil en un país que hereda una Guerra Civil.

R.: Todavía somos un país que se basa en trincheras y grupos. Defendemos nuestros propios intereses y, justamente, hay que pensar en el otro y sus intereses.

P.: ¿Es eso una cualidad específicamente española?

R.: No hay que olvidar que somos un país con una gran influencia árabe, que es muy tribal. Nos movemos mucho de manea tribal. Así como el anglosajón tiene una idea de comunidad, y de comunidad que se va ampliando, nosotros tenemos esa cosa tribal. E incluso de influencia judía, de proteger mucho a la familia, a tu zona. Es una concepción muy atávica que costará cierto tiempo superar.

P.: Vamos a la estética de la película: hace que el espectador se sienta cómodo y desafiado al mismo tiempo.

R.: En la película decíamos que la cámara es un ángel, por no decir un dios griego. Es algo que no es humano, pero es sensible a lo humano: entra, se va, vuelve, se interesa. Y, al mismo tiempo, no actúa sobre el devenir de los humanos.

Siempre me ha interesado más la arquitectura fílmica que la dramática. Me gusta la dramaturgia y le doy muchas vueltas al guion. Pero lo que más disfruto es la parte fílmica. Busco unos retos. Hay que estar pensando en lo que destila la dramaturgia: qué temas son más importantes y traducirlo en lo fílmico. Lo distintivo del cine respecto otros audiovisuales, llámalo publicidad, televisión o videoarte, está en plantear una mirada, o una reflexión sobre la mirada. Es lo que más me obsesiona.

Jaime Rosales en el rodaje de 'Petra' noticias