'Nieve en los bolsillos', Kim homenajea a los emigrantes españoles de los 60
- El dibujante narra su viaje a Alemania, durante un año, en 1963
- “Fue una experiencia dura y sórdida, con algún momento divertido”, confiesa
En 1963, con poco más de 20 años, el dibujante Kim (Barcelona, 1941) se fue Alemania, durante un año, antes de tener que incorporarse al servicio militar. Allí descubrió que, lo que para él era una aventura, para muchos otros españoles era su vía de escape de la pobreza y la persecución política. 55 años después recuerda ese viaje en el cómic Nieve en los bolsillos. Alemania, 1963 (Norma). Un libro que también es un homenaje a toda una generación de españoles exiliados en busca de una vida mejor.
“Recordar ese año que estuve en Alemania ha sido una especie de terapia para mí -confiesa Kim-. Empecé a escribirla en segunda persona, como si no fuera yo el protagonista. Pero cuando llevaba unas páginas se las enseñé a Antonio Altarriba (guionista de El arte de volar, la obra con la que ambos ganaron el Premio Nacional de Cómic) y me dijo que se notaba que el protagonista era yo y que por qué no lo escribía en primera persona. Y así lo hice”.
Kim (Joaquim Aubert Puigarnau) confiesa que ese año no fue fácil: “No tengo un recuerdo alegre. Fue un año bastante duro, como puede verse en el libro. Aun así, yo tuve la suerte de reunirme con un grupo de gente joven con la que lo intentábamos pasarlo bien; nos reíamos, hacíamos reuniones... Pero la gente mayor no salía nunca, se pasaban el día trabajando y pensando en España. Escuchaban constantemente la radio española y soñaban con poder ahorrar un dinero que les permitiese regresar. Fue una experiencia dura y sórdida, con algún momento divertido, pero los menos, la verdad”.
El dibujante asegura que tomó la decisión de irse a Alemania porque: “Me faltaba un año para ir a la Mili y acababa de dejar bellas Artes porque yo quería pintar y la enseñanza era muy anticuada, te tenían todo el día pintando estatuas clásicas con carboncillo. Intenté hacer publicidad pero no había trabajo. Mi padre había muerto hace poco y pensé en irme a Alemania, como hacían tantos españoles. Y me fui con tres mil pesetas en el bolsillo”.
“Ganabas mucho más que en España”
Kim afirma que en Alemania “Ganabas tres o cuatro veces lo que en España. Y el que lograba entrar en una fábrica y tener un trabajo más o menos fijo conseguía ahorrar bastante. Aunque tenía que levantarse prontísimo, trabajar todo el día y acostarse pronto para volver a madrugar al día siguiente. Muchos de ellos no gastaban nada y en cuatro o cinco años hacían una pequeña fortuna para poder abrir un bar en el pueblo o algo así”.
“Yo volví con doscientos marcos porque tuve la suerte de que al responsable del albergue en el que me alojaba, en la localidad de Reimshaid, le gustaban mis cuadros y los aceptaba a cambio del alojamiento y la comida. Pero trabajé muy poco porque no pude entrar en una fábrica, ya que en mi pasaporte pusieron el sello de turista y eso te impedía tener un trabajo en plantilla. Pero había muchos trabajos que podías hacer sin enseñar el pasaporte”.
En cuanto al contraste entre la vida en España y Alemania, Kim Asegura que: “En España vivías bien, salías con los amigos. Pero en Alemania salí muy poco, porque estábamos en un pueblo al lado de grandes fábricas y no había bares cercanos. Prácticamente solo salimos las veces que relato en el cómic. Aún así también descubrí una libertad sexual que era impensable en esa época en España”.
“Y era muy difícil relacionarte con los alemanes -añade-. En nuestro caso, como éramos jóvenes casi nunca nos pedían los papeles. Pero en muchos sitios no dejaban entrar a españoles”.
“Te hacían sentirte inferior”
Actualmente siguen siendo muchos los jóvenes españoles obligados a emigrar por falta de trabajo. “La situación es complicada -asegura Kim- pero también muy distinta a la que vivimos nosotros. Ahora los jóvenes se van con idiomas, con carreras universitarias… Creo que es más fácil. En esa época nos íbamos sin preparación y llegábamos de un país casi tercermundista; y te trataban como tal. Y por eso era complicado relacionarse con los alemanes. Te hacían sentirte como inferior, en cierta manera”.
“Personalmente no tuve muchos problemas porque iba vestido medio hippie, con una chaqueta militar antigua, los vaqueros… Parecía un chico alemán. Pero recuerdo ir en el autobús con los españoles y los alemanes nos gritaban para que no hablásemos tan alto”.
"En el albergué -añade- también descubrí un montón de maletas llenas de ropa, que sólo tenían una foto como identificación y que, aunque no lo pensé en ese momento, luego pensé que tenían que haber pertenecido a judíos".
Preguntamos a Kim si su cómic se parece a la película de Carlos Iglesias, Un franco, 14 pesetas (2006), que narra el viaje de dos españoles a Suiza en los años sesenta. “No -asegura- yo creo que se parece mucho más a Vente a Alemania, Pepe (Pedro Lazaga, 1971), con Alfredo Landa. Es una película con mucha coña pero, a la vez, creo que refleja muy bien a la situación que yo viví en Alemania”.
Coincidencias de la vida
“Kim nos confiesa que esta novela gráfica ha surgido por una serie de coincidencias. Primero, porque tenía menos trabajo en El Jueves y muchas horas libres mientras esperaba a que Antonio Altarriba me mandase el guion de El ala rota (Norma)”.
“Segundo -continúa- porque en una visita a Angouleme estaba hablando con un chico alemán y le conté ese viaje, que prácticamente no he contado a nadie en mi vida. Lo tenía encerrado en mi memoria y no lo conocían ni mis mejores amigos. Él me dijo que tenía que narrarlo en un cómic porque en Alemania ya casi nadie se acuerda de esos españoles que estuvieron allí y, en esa época, casi un millón de españoles probaron suerte en el países europeos”.
“Y justo la semana siguiente –concluye- me llamaron de El Jueves porque un señor había llamado preguntando si el Kim que trabajaba allí era el mismo que había estado en Alemania en los 60. Lo llamé enseguida y resulta que era Emilio, uno de los amigos que hice en Alemania y que aparece en el cómic (huyó de España porqeu su padre quería que siguiera sus pasos como militar). Fue tal la alegría que vino a verme unos días a Barcelona con su mujer. Me dije: “Esto es como una premonición” y empecé a buscar documentación. Un par de cosas que tenía escritas del viaje y un par de blogs de dibujo. Y así es cómo empecé a acordarme de la historia, de la gente… porque era una cosa que tenía completamente olvidada”.
“Nadie hablaba de política”
En Alemania Kim convivía con muchos otros españoles en un albergue y confiesa que una de las cosas que más le chocó cuando llegó allí es que: “Nadie hablaba de política. A pesar de que la mayoría de los que estaban allí se habían tenido que ir a trabajar fuera precisamente por ser antifranquistas. Pero supongo que, como no conocías a tu vecino nunca sabías si había alguno que fuera franquista o falangista y que podía denunciarte cuando volvieras a España. Entonces tampoco lo pensé pero seguramente era eso, que no se conocían entre ellos y no se fiaban. Por eso no hablábamos mucho de política”.
Kim nos comenta que: “Mientras realizaba el cómic intenté conectar, por internet, con algún otro de esos españoles, pero no lo conseguí. También busqué el albergue pero ya no debe existir, porque no lo encuentro. Yo he pasado por Alemania varias veces pero nunca se me ocurrió ir a verlo. Ahora sí que me apetecería”.
Un cómic que recuerda a ‘El arte de volar’
El cómic nos recuerda a las dos obras que Kim ha realizado con Antonio Altarriba: El arte de volar (Premio Nacional de Cómic) y El ala rota, en los que contaban la historia del padre y la madre del popular guionista. De hecho, Kim estaba trabajando en Nieve en los bolsillos y lo dejó durante año y medio para dedicarse a El ala rota”.
“Tiene un estilo parecido a esas novelas gráficas -confiesa Kim-, aunque es un poco más alegre, porque las de Altarriba son muy tristes y dramáticas, porque las historias lo son. La juventud de Altarriba no fue nada fácil e incluso tuvo que vivir dos años en una carbonera. Mi padre era médico y aunque fuese una época dura, en mi casa nunca faltó de nada y tuve una juventud bastante feliz”.
“Y creo que esto se transmite en Nieve en los bolsillos -añade- Es una historia dura pero en la que también hay alegría, que es como yo veo la vida”.
Una excelente documentación
Como en todos los trabajos de Kim destaca su interés por la documentación, que le permite recrear la época con todo lujo de detalles. “Siempre me documento bastante -confiesa-. Internet ayuda muchísimo. También las fotos y postales que guardaba. Me interesa mucho recrear la época. Y poner detalles, como la ropa, los zapatos… porque todo enriquece la historia”.
“Por eso también decidí contar las historias de muchos de esos españoles que fui conociendo en Alemania -añade-. Al principio no pensaba hacerlo. Pero cuando comencé a dibujar el cómic no tenía un guion cerrado porque iba narrando la historia cronológicamente: El viaje, la llegada a Alemania, el primer amigo... Y enseguida se me ocurrió explicar las historias de mucha de esa gente que conocí y cuyas razones para irse de España eran mucho más interesantes que las mías"
El libro concluye con una selección de los dibujos que Kim conserva de su viaje a Alemania: “Por suerte los encontré, porque soy un desastre. Y al ver esos dibujos fui recordando. Porque hay muchos que tienen nombres escritos. Y fui perfilando los personajes”.
“Por ejemplo -continúa- recordé al obispo que me compró un cuadro de una monja muerta. Y luego descubrí que era famoso en Alemania porque era muy amante del arte y dejó una gran colección en Colonia. Y yo no tenía ni idea de eso”.
“Y el cura vasco que también aparece -añade Kim-, luego me enteré de que había sido asesinado un año después en el pueblo. Busqué la noticia en las hemerotecas pero no la encontré. Y por eso no lo he puesto en el libro”.
El regreso
El viaje de Kim a Alemania tenía fecha de caducidad porque tenía que hacer la Mili. “Nunca me planteé seriamente quedarme en Alemania -confiesa- porque si no me hubiera presentado al servicio militar me hubieran declarado prófugo y no habría podido regresar a España en veinte años. Y aquí tenía a mi familia”.
“Quizá –añade- si hubiese tenido un trabajo extraordinario o hubiese empezado a pintar con mucho éxito lo habría pensado, pero no fue el caso. Y apenas tenía 20 años”.
“Y tras la Mili -concluye- no me planteé volver a probar suerte en Alemania porque empecé a trabajar en publicidad y a hacer cosas en España. Y aunque era una época jodida los jóvenes lo pasábamos bien en Barcelona”.
Por cierto que, si queréis saber porque el cómic tiene ese título tan poético (Nieve en los bolsillos), tendréis que leerlo.